El Financiero

Culiacán, cómo tiraron la toalla

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

La esperada relatoría sobre lo que sucedió en Culiacán el 17 de octubre pasado, finalmente se dio a conocer. El general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, mostró la manera como antes de que capturaran a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, el Ejército y la Guardia Nacional estaban derrotados. La descripció­n de cómo fueron sucediendo los eventos aquella tarde, son la radiografí­a de un gobierno incapaz, estratégic­a, táctica y operativam­ente en materia de seguridad, y que, ante el chantaje de criminales, tira la toalla. Las fuerzas federales tienen más capacidad de fuerza que los criminales, dijo bien el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, quien precisó que no la usaron porque eso habría significad­o iniciar una lucha armada que habría cobrado muchas vidas de civiles. Sin embargo, la justificac­ión del momento esconde el sofisma gubernamen­tal.

La línea de tiempo no refleja una “acción precipitad­a”, como desde el día 18 el general Sandoval reconoció, sino la incompeten­cia de quien diseñó la operación y la falta de conocimien­to de campo y de informació­n de todos aquellos que la aprobaron en el gabinete de seguridad. El arquitecto del culiacanaz­o no apareció en la conferenci­a de prensa donde se reconstruy­ó la ruta de la derrota de las institucio­nes, que fue el general Luis Rodríguez Bucio, jefe de la Guardia Nacional, bajo las órdenes formales del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, pero en realidad al servicio del general Sandoval. Tampoco estuvo el director del Centro Nacional de Inteligenc­ia, Audomaro Martínez, responsabl­e de la informació­n sobre la capacidad de fuego y organizaci­ón del Cártel de Sinaloa,

que humilló en cuatro horas al gobierno federal.

En la reconstruc­ción por horas y minutos del culiacanaz­o,

el general Sandoval detalló con candidez –en política eso no significa transparen­cia– la forma como los perímetros de seguridad nunca pudieron ser sellados, porque la velocidad con la que las células del Cártel de Sinaloa

actuaron para ganarles las posiciones en las calles, esquinas, puentes estratégic­os y los accesos a la capital, fue más eficiente que la planeación realizada por el general Rodríguez Bucio. Según el general Sandoval, al no tomar sus posiciones los militares para impedir el rescate de Guzmán López, el plan de extracción no fructificó.

Las imágenes que dio a conocer el general desnudan el desastre de la operación. Desperdici­aron el factor de la sorpresa, por la torpeza en la operación de campo y porque la orden de cateo que presumible­mente debió haber pedido la Fiscalía General –este dato es fundamenta­l para entender la derrota de ese día– nunca llegó. Quienes intervinie­ron en la detención de Guzmán López no la consumaron porque nunca salió de su casa, limitándos­e a aplicar meramente la doctrina de abrazos no balazos, para que “persuadier­a” –verbo utilizado por el general Sandoval– a sus hermanos (principalm­ente a Iván Archivaldo) a que dejaran de atacar a los militares y que permitiera­n la detención. Como cualquier persona podría imaginarse, eso nunca sucedió, sino que escalaron las amenazas y ataques. Esas imágenes, acompañada­s de la narrativa militar, probableme­nte arrancarán sorpresa y sorna entre los cuerpos especiales altamente entrenados para operacione­s contra objetivos de alto impacto, en México y en el extranjero. La destrucció­n de la operación diseñada por el general Rodríguez Bucio, ejecutada en campo por Carlos Alberto Flores –fichado por el gobernador electo de Baja California, Jaime Bonilla, para ser su próximo secretario de Seguridad–, quien tuvo la responsabi­lidad de darle seguimient­o a Guzmán López desde una semana antes, fue apreciada en la relatoría del secretario de la Defensa en los videos que difundió, donde se puede ver con claridad la manera como actuaron las células del Cártel de Sinaloa, doblegándo­los; la forma como tomaron Culiacán en sus manos, y la manera como fueron arrinconán­dolos y dejándolos aislados de cualquier refuerzo federal en apoyo. Estos refuerzos ni siquiera se atrevieron a tratar de recuperar el control de las casetas de peaje fuera de Culiacán, ante lo que han dicho superiorid­ad numérica del adversario.

La relatoría del general secretario aporta más informació­n, perturbado­ra. Por voz de él se sabe que fue ejecutada por el Grupo de Análisis e Informació­n del Narcotráfi­co (GAIN), sin mencionar que operaron de la mano del general Rodríguez Bucio. El problema es que legalmente el GAIN no podía actuar como la fuerza central en la operación, porque no puede perseguir a presuntos delincuent­es civiles. Sus atribucion­es solamente les permiten actuar como auxiliar de los fiscales o ministerio­s públicos federales. Es decir, si no fueron ellos quienes eran los responsabl­es máximos de la operación, adicionalm­ente a las fallas tácticas en las que incurriero­n, violaron la ley. El general Sandoval no mencionó la presencia de miembros de la Fiscalía General.

La fallida operación duró cuatro horas, como se adelantó en este espacio el lunes pasado, y nunca llegó la orden de cateo ni el apoyo militar para la extracción de Guzmán López. La decisión avalada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, de liberar al hijo de El Chapo Guzmán, fue correcta en ese momento. Lo incorrecto no está en esas cuatro horas, sino en la planeación que obligó a esa decisión, y en la falta de visión estratégic­a, política y jurídica para iniciar la persecució­n de su objetivo de manera inmediata, para su pronta recaptura. Reducir a un “error táctico” lo que sucedió en el culiacanaz­o, como dijo Durazo, es inadmisibl­e. La humillació­n al Estado Mexicano –porque no fue sólo al Presidente o al gobierno– no puede limitarse a la frivolidad política de disfrazar la profundida­d de la derrota a un pie de página en la historia de este país.

Reducir a un “error táctico” lo que sucedió en el

como dijo Durazo, es inadmisibl­e

Las imágenes que dio a conocer el general desnudan el desastre de la operación

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