Halcones en Palacio
Los halcones sobrevuelan Palacio Nacional. Por lo menos dos personas – el General Gaytán Ochoa y el presidente López Obrador– han avistado sus garras y sus picos. El halcón huele la sangre del animal herido en Culiacán. Cinco días después de la liberación del capo, el general Gaytán Ochoa, ante un grupo de 500 generales entre los que se encontraba el secretario de Defensa, preguntó: “¿Quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde la institucionalidad, a un grupo de halcones que podrían llevar a México al caos y a un verdadero Estado fallido?” Halcones de la izquierda mexicana. A lo que el presidente respondió hace un par de días: “¡Qué equivocados están los conservadores y sus halcones!” Halcones de la ultraderecha mexicana. Halcones. Se trata de la más grave confrontación entre el poder civil y las Fuerzas Armadas en el México moderno. “Si por mi fuera, yo desaparecería el Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional”, afirmó el presidente (La Jornada, 30.Jun.19). Una declaración que caló hondo en el ánimo castrense. Desde entonces los agravios se han ido acumulando. En lugar de perseguir criminales, ahora más de 20 mil soldados se dedican a impedir que los migrantes centroamericanos ingresen al país, para congraciarse con el presidente norteamericano. “Estoy usando a México para proteger nuestra frontera”, dijo Trump (Excélsior, 27.Sep.19). Formado en un estricto nacionalismo, puedo imaginar lo que suscitó en el Ejército esta declaración. México puesto al servicio de un gobierno extranjero.
Las escenas se fueron repitiendo en todo el país: militares insultados, vejados, apedreados. Militares que despojan de sus armas a los delincuentes y son obligados a devolverlas. Las voces del descontento comenzaron a escucharse. En Culiacán murió acribillado un soldado por los criminales y otro más perdió una pierna por los disparos. Ante estos hechos, el general Gaytán Ochoa afirmó: “Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados.”
Hay quienes quieren creer que las palabras de Gaytán Ochoa representan a un sector minoritario del Ejército. ¿Cuál fue la respuesta del medio millar de militares que escucharon al general? “Todos los asistentes, altos mandos del Ejército y la Fuerza Aérea, en funciones y en situación de retiro, se pusieron de pie y aplaudieron al general cuando concluyó su participación”
(La Jornada, 1.Nov.19). No se trata de la molestia de la elite castrense. “Antes del enfrentamiento entre el Ejército y los presuntos narcotraficantes había molestia en un alto porcentaje de militares de diversos grados, principalmente sargentos, cabos y soldados”, afirma el general Sergio Aponte (Proceso, 3.Nov.19).
Como no se puede decir que el presidente ordenó la liberación del capo porque esa acción constituye un delito, se eligió una solución menor: la decisión fue “colegiada” entre los miembros del Gabinete de Seguridad. De cualquier forma el presidente avaló esta controvertida decisión. Propuso incluso que se le procesara para poder defender la rendición, que eufemísticamente él llama “pacifista”. Por haber revelado la responsabilidad del mando que autorizó el operativo, “sin que concluya la investigación ordenada por la fiscalía militar”, miembros del Ejército sostienen que esto constituye una traición. “Se ha traicionado al brazo más fuerte del país”, afirman (Proceso, 3.Nov.19). Tanto el general Gaytán Ochoa (en activo) como el general Sergio Aponte (en retiro) coinciden en señalar que no se trata solamente de la situación humillante en la que el presidente ha colocado a las Fuerzas Armadas, su crítica también es política (y esto también constituye un hecho inusual en nuestra vida pública). Ambos postulan que la concentración de poder del presidente y su avasallamiento de los otros poderes constituye un peligro para la democracia mexicana. La intromisión en la política de parte de los militares es un hecho muy grave. Una intromisión propiciada por la irresponsabilidad del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. No se puede humillar a un cuerpo confiando en su lealtad. No se pueden destruir instituciones sin esperar consecuencias. Halcones de izquierda que, según el general Gaytán Ochoa, conducen a México hacia un estado Fallido (como Venezuela). Halcones de ultraderecha, dice el presidente, que quieren conducir al país a un golpe de Estado. Halcones. Picos y garras sangrientos. Nos toca repudiar ambos extremos. Los mexicanos llevemos décadas construyendo instituciones democráticas. La supeditación de los poderes al Ejecutivo no es democrática. El avasallamiento de los organismos autónomos no es democrático. Los insultos y agresiones a la prensa no son democráticos. La reelección disfrazada de revocación o ampliación de mandato no es democrática.
A la sociedad civil le corresponde oponerse a esta demolición del Estado con las armas de la democracia: los partidos, los órganos electorales autónomos, la prensa y, sobre todo, el voto.