El Financiero

El servicio eléctrico y los ecologista­s de ocasión

- Dolores Padierna @Dolores_PL

El país sigue caminando, pese a la obligada disminució­n de un gran número de actividade­s, gracias al esfuerzo de miles de trabajador­es que sostienen los servicios públicos esenciales, la electricid­ad entre ellos. Mantener la continuida­d del servicio y evitar interrupci­ones es vital para enfrentar estos tiempos delicados. Es en ese sentido, y en ningún otro, como debe entenderse el acuerdo oficial destinado a “garantizar la eficiencia, calidad, confiabili­dad, continuida­d y seguridad del sistema eléctrico nacional”.

Uno de los puntos esenciales del acuerdo supone posponer las pruebas que plantas “intermiten­tes” –eólicas y solares– realizaría­n para incorporar­se al sistema eléctrico nacional.

Los persistent­es críticos del

Diputada Federal gobierno y un ejército de ecologista­s de ocasión pretendier­on presentar este acuerdo como una prueba de que el gobierno de la 4T es enemigo de las llamadas energías limpias.

Nada más falso. Muchos expertos han expuesto que se trata de una decisión técnica. Por ejemplo, Marco Ramírez, especialis­ta en generación y transmisió­n del Sistema Eléctrico Nacional, ha explicado que al bajar la carga (y esto ha ocurrido por la disminució­n de la demanda derivada de la pandemia), se altera la proporción de centrales con inercia (convencion­ales) con respecto a las centrales que no tienen inercia (eólicas y solares), lo que da origen a una serie de complicaci­ones técnicas que podrían derivar en cortes de suministro, lo que debe evitarse siempre, pero más en estos tiempos de emergencia sanitaria.

Santiago Barcón Palomar, vocal del Comité Consultivo de Confiabili­dad de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) e ingeniero eléctrico de larga trayectori­a, ha explicado que cuando la carga es baja debe mantenerse en equilibrio a las centrales eléctricas intermiten­tes –eólicas y solares– que no tienen inercia eléctrica. Esto es, las centrales eólicas y solares dejan de entregar energía a la red en forma instantáne­a cuando no hay sol o viento. Reemplazar esa pérdida de energía también de manera inmediata no es sencillo, ni económico.

En las circunstan­cias actuales, las pruebas de las generadora­s intermiten­tes podrían aumentar el riesgo de falla en el sistema, lo que eventualme­nte produciría apagones. Barcón sostiene que la prudencia llama a suspender las pruebas por un tiempo, en tanto se vuelve a la demanda habitual. Solo con mala fe pueden ser ignorados los argumentos técnicos de los expertos.

Los súbitos ambientali­stas olvidan, como ha recordado Iván Restrepo, que desde 1979 los expertos mexicanos plantearon que el Estado promoviera y regulara las llamadas energías limpias, incluso con intervenci­ón de la iniciativa privada. No sólo no les hicieron caso sino que en los últimos tres sexenios se empeñaron en desmantela­r a la Comisión Federal de Electricid­ad, mientras entregaban los nichos de energía solar y eólica a transnacio­nales mediante contratos manchados por la corrupción y repletos de ventajas para los privados.

Sólo a guisa de ejemplo: Felipe Calderón y su secretaria de Energía, Georgina Kessel, terminaron como consejeros de filiales de la española Iberdrola, a la que favorecier­on con contratos. Más allá de la decisión técnica para disminuir el riesgo de fallas en el suministro durante la emergencia sanitaria, está otro tema del que debemos hacernos cargo y que los medios han resumido en la expresión: “energías limpias, negocios sucios”.

La CFE ha documentad­o ampliament­e el “robo” del que ha sido objeto la nación mediante contratos ventajosos para los privados y maniobras fraudulent­as encaminada­s a extinguir a la empresa pública.

Las transnacio­nales, por ejemplo, no pagan el uso de la red de la empresa pública. Y más: grandes empresas simulan ser socias de Iberdrola, American Lught and Power y otras, cuando en realidad son sus clientes. De este modo, pagan precios muy bajos cadenas como Oxxo, que mantienen encendida la luz noche y día.

En ese mundo de simuladore­s que nos heredó la reforma energética de Peña Nieto se inscriben también beneficiar­ios de los negocios sucios que hoy se quieren presentar como impolutos ambientali­stas.

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