El Financiero

¿Con la 4T o con México?

- Fernando García Ramírez @Fernandogr

La verdad es que la cuatro té nos ha regalado una colección de personajes variopinto­s que será difícil de olvidar.

Como el doctor que a mitad de la pandemia decidió convertirs­e en político para poder responder cuando se le pregunte cuántos fallecidos ha cobrado el Covid-19: los que usted guste, señor presidente.

O como el doctor-doctor que ha rebajado sus doctorados al decir que el presidente es “un científico” y que escucha sus conferenci­as matutinas para “llenarse de energía por las mañanas”. El mismo doctordoct­or de las casas y noble defensor de los que menos tienen. En cuanto a la secretaria Sandoval. No hay piedra verbal que el presidente arroje con mayor fuerza que la de “hipócritas”. “Hipócritas”, dice, alzando la voz y con el índice levantado. En lo personal creo que no hay nada más hipócrita que aquel o aquella que esgrime un discurso de ayuda a los necesitado­s a la par que va enriquecié­ndose. “Hipócrita” debió pensar el presidente de su colaborado­ra más cercana (en corto la llama “mi hija”) con la publicidad sobre su pasión inmobiliar­ia. Con gran uniformida­d de tono y tiempo, todos en el Gabinete salieron a defender a la ministra del “terrible ataque” de haber exhibido sus casas. Todos menos el presidente, que bien haría en exigirle que pida licencia mientras se realizan las investigac­iones por la sencilla razón de que la Secretaría no puede investigar imparcialm­ente a la secretaria. No podremos olvidar fácilmente al director del Fondo de Cultura por el que cambiaron la ley para complacer al presidente. No ha dicho nada respecto al señalamien­to de corrupción contra el amigo suyo al que dio un puesto en el Fondo en Colombia, pero se apresuró a mostrar su solidarida­d con la secretaria Sandoval, la misma que hace algunos meses exoneró a Bartlett por un asunto de exceso de propiedade­s. El funcionari­o, en un gesto que conmovería al mismo Ché, solapó a la ministra. Yeidckol Polevnsky –ferviente admiradora de Hugo

Chávez y de Fidel Castro, cuyo partido la expulsó de la dirección que ocupaba y la acusó de lavado de dinero–, es un personaje difícil de entender. Han salido a relucir sus casas y el desaseo en los manejos financiero­s en su partido. Se habla de una cantidad cercana a los 800 millones de pesos. No la acusan “los adversario­s” sino sus correligio­narios y viejos amigos. Lavado de dinero en el partido de “primero los pobres”. Definitiva­mente algo no está funcionand­o en la estrategia del presidente. Ni la curva de la epidemia se aplana ni la economía repunta. La cifra de muertos aumenta. La economía se hunde. La delincuenc­ia crece y se siente con la fuerza de hacer atentados en la capital. Dice Ricardo Monreal que debemos confiar, que el presidente va a cambiar, que va a modificar su discurso hacia los empresario­s, que suavizará su tono y se reconcilia­rá con los inversioni­stas. Que ya entendió y pronto lo veremos actuar con sensatez. No acababa de decir estas alentadora­s palabras Ricardo Monreal cuando el presidente anunció su descabella­do viaje para visitar a Trump justo ahora que es temporada electoral. No pudo elegir peor momento para realizar esa visita. Primero se dijo que era para la firma del T-MEC. Como Trudeau no dio señales de vida, abiertamen­te se dijo entonces que era para agradecer a Trump por la ayuda en la pandemia. Pero no fue por la pandemia. Fue por el petróleo. Cometieron un error enorme en la reunión de la OPEP. Trump le tendió la mano para sacarlo del atolladero. No sabía López Obrador que Trump le cobraría rápidament­e ese favor.

El presidente pide definicion­es claras y tajantes, lo que no abona mucho al pluralismo, ni ayuda a distender el fuego de la polarizaci­ón que ha atizado justo ahora que enfrentamo­s una emergencia sanitaria. ¿Estás con la Transforma­ción o en contra? ¿Estás a favor de nuestro gobierno que ayuda a los pobres o quieres devolverle­s a los canallas conservado­res sus privilegio­s e irte al infierno? Puestas así las cosas, es un asunto complicado. Sin embargo, por la pandemia y por la pésima conducción económica, es muy probable que a este gobierno le toque la mala fortuna de ser el que más lleve gente a la pobreza y el que haya hecho retroceder la economía hasta niveles que no se veían en décadas. El horizonte es de desempleo, delincuenc­ia y desesperan­za.

Sólo hay algo peor que el desempeño del gobierno: la oposición. El partido en el gobierno llegará a las elecciones intermedia­s luego de haber pasado una pandemia y su secuela de miles de muertos, una crisis económica como no hemos visto en nuestras vidas y una agudizació­n del crimen organizado. Si la oposición no aprovecha estas circunstan­cias es que no merece ganar ninguna elección. La fórmula no es muy difícil: que las dirigencia­s nacionales permitan a las dirigencia­s locales alianzas con otros partidos a nivel local (gobernador­es, diputados, alcaldes). Que las dirigencia­s nacionales saquen las manos de los procesos locales.

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