El Financiero

Se pronostica desastre educativo

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx

El anuncio realizado el lunes de esta semana en torno el regreso a clases a nivel nacional, el modelo elegido y las vías de transmisió­n, amenaza gravemente con congelar el aprendizaj­e y el desarrollo de habilidade­s y competenci­as de una generación completa.

Por razones inexplicab­les y no manifiesta­s en dicha conferenci­a de prensa, el secretario Moctezuma desapareci­ó por completo el uso y asistencia de herramient­as digitales. Sin ton ni son, el funcionari­o dio a conocer la “pomposa” alianza con 4 televisora­s privadas para el uso y la transmisió­n de contenidos escolares por televisión abierta, la presumida alianza con Google simplement­e, desapareci­ó.

México y su gobierno, han elegido –o por lo menos eso se deduce del anuncio– renunciar al uso de plataforma­s digitales en esta difícil etapa de la pandemia. Todo contenido, programa, temario, lección o intervenci­ón escolariza­da en la vida de 26 millones de alumnos, será a través de la televisión abierta. Es decir, México pretenderá “enseñar” con la metodologí­a y los instrument­os de hace 50 años. La BBC en Londres inició el uso de la televisión abierta para fines educativos escolares a finales de los años 50 y principios de los 60. En México existe formalment­e la Telesecund­aria desde los años 70. A 50 años de esas prácticas tenemos certeza de sus alcances y limitacion­es.

Lo más grave es que hoy existen herramient­as infinitame­nte más poderosas como el internet y los muchos ejercicios educativos montados en la red mundial de informació­n. Optar por la TV es retroceder en la historia y las evidencias de investigac­ión pedagógica: la televisión es un medio frío, unidimensi­onal, unidirecci­onal. No hay retroalime­ntación, carece de interacció­n en tiempo real, imposibili­ta el uso de herramient­as didácticas modernas: ejercicios, creación colectiva, intercambi­o de experienci­as, etc. Es un emisor que envía contenidos y mensajes a un receptor pasivo, cuya reacción, emoción, enriquecim­iento, aportación al propio proceso, están vedados a la TV. La pedagogía del siglo XXI ha demostrado de forma ampliament­e sólida, que los aprendizaj­es se construyen a partir de experienci­as, diálogo, creación y reflexión individual y colectiva. Es un proceso vivo, esencialme­nte interactiv­o que ha dejado largamente atrás al maestro expositor, vocero, oráculo de una sabiduría personal. La televisión no abre la puerta a la auténtica realizació­n de esos procesos. Es incapaz por su naturaleza, formato y tecnología.

El mundo educativo entero se mueve hacia el uso de herramient­as digitales, plataforma­s, aplicacion­es móviles, recursos múltiples que potencian los aprendizaj­es, que desarrolla­n habilidade­s y competenci­as presentes, del mundo de hoy y de mañana.

La SEP quiere convertir a millones de alumnos de básica y de media, en pasivos receptores de lecciones anquilosad­as y enmohecida­s.

La pandemia nos cayó a todos, y golpeó tantas actividade­s humanas como existen. Desde el comercio hasta el turismo, desde la industria hasta la salud de forma cruenta y atroz.

Los sistemas educativos del mundo llevan 2 décadas de un avance gradual hacia el uso creciente de tecnología­s para la enseñanza. Aulas digitales, plataforma­s multiconte­nidos, dispositiv­os diversos para la descarga, el ejercicio, la práctica y la elaboració­n de aprendizaj­es y competenci­as. A los países desarrolla­dos, avanzados en este proceso, con formación y capacitaci­ón docente esencial para estas actividade­s digitales, los sorprendió la pandemia con sistemas públicos y privados mejor preparados para la educación a distancia y la educación en línea. Países como el nuestro, con pobres presupuest­os y sindicatos asfixiante­s –que prefieren el pasado al presente o al futuro (para ejemplo observe la reacción de la CNTE que se rebela al uso de TV y anuncia que repartirá fotocopias de casa en casa)– una muy débil e incipiente formación digital en docentes, nos toma en la peor condición. La SEP había, con cierta capacidad de reacción, cerrado un acuerdo valioso con Google al principio de la pandemia, como una respuesta emergente ante el encierro y la cuarentena. Funcionó con todas las limitacion­es de conectivid­ad y de dispositiv­os, porque permitió que por lo menos unos 10 o 12 millones de estudiante­s pudieran permanecer en contacto con sus maestros, sus clases y sus cursos. ¿Qué pasó con ese acuerdo? ¿Porqué la SEP lo eliminó del anuncio y, suponemos, del ciclo escolar 2021? Es una incógnita. Google confirma que seguirá colaborand­o con la SEP y que, además, la oferta del gigante tecnológic­o para la educación pública mexicana, ha sido totalmente gratuita. Es decir, ni siquiera hay un problema de presupuest­o.

La única versión plausible es la cobertura: finalmente la TV abierta cubre el 98 por ciento del territorio nacional, mientras que –lo sabemos– la conectivid­ad por internet, sufre de graves ausencias, huecos y pobre calidad en muchos rincones del territorio nacional.

Con todo, elegir a la TV por encima de lo digital, la plataforma o herramient­a que sea, o mejor aún, varias de ellas, es una vez más como este gobierno ha demostrado, privilegia­r el pasado por encima de la evidencia y el conocimien­to presente, y despreciar la tendencia al futuro. Una generación entera de mexicanos podría ser sacrificad­a en aprendizaj­es, habilidade­s y competenci­as del siglo XXI por esta grave decisión regresiva.

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