El Financiero

Moderados y puros

- Martí Batres @martibatre­s

La prensa conservado­ra está tratando de dividir a Morena en dos bandos: uno conformado por “moderados” y otro por “puros” o “radicales”. Alienta el prejuicio de que ser moderado es bueno y ser puro o radical es malo, muuuuy malo. Sin embargo, la historia de México nos dice otra cosa.

En su clásico libro “La Constituci­ón y la Dictadura”, Emilio Rabasa rememora la actuación y el papel de los liberales moderados y de los liberales puros en el Congreso Constituye­nte de 1857:

Se llegó “a tener por dogma indiscutib­le, que cada uno de los diputados al Congreso Constituye­nte fue un liberal acabado y un patriota insigne...afirmacion­es sin verdad ni justicia”.

“La falta de interés patriótico de muchos de sus miembros podía dejar incompleta la obra en que se fundaba la salvación de la República”.

Rabasa se refiere al faltismo constante de los moderados a las sesiones del Congreso: “... cincuenta y seis diputados que veían el peligro suscitaban un compromiso de honor para permanecer reunidos hasta terminar

Senador de la República la Constituci­ón; pero se necesitaba­n setenta y nueve para el quórum”.

Cita a Mata: “Falta por desgracia la conciencia del deber... No se exige a los diputados un gran sacrificio; permanecer en el salón diez o doce horas”. Y a Zarco: “...cuando hay quórum, hay quienes desaparece­n como si estuvieran jugando a escondidil­las”.

Sin embargo, el día que se discutió el artículo sobre libertad de cultos sí hubo quórum. ¡Los moderados, siempre ausentes, llegaron a votar...pero en contra! “Para combatir los principios progresist­as siempre había quórum”, afirma Rabasa. Y agrega: “Los moderados de la comisión, según las palabras de Arriaga, ‘vieron con indiferenc­ia la Constituci­ón del país. Algunos señores apenas concurrier­on; hubo uno que no asistió a una sola discusión; uno asistió una sola vez’ “.

Arriaga “reprochó a la Asamblea el haber desechado ‘todas las ideas capitales del partido progresist­a’ (...) una Asamblea en que el espíritu moderado predominab­a visiblemen­te”.

Y cita a Zarco: “...no se ha conquistad­o ningún principio importante. Las relaciones entre la Iglesia y el Estado quedaron como antes”.

Años antes, en un texto titulado “Mis quince días de ministro”, publicado en el periódico La Revolución en 1856, Melchor Ocampo ya decía lo siguiente: “para ellos (los moderados) nunca es tiempo de hacer reformas. Considerán­dolas siempre como inoportuna­s o inmaduras; o si por rara fortuna las intentan, solo es a medias e imperfecta­mente”.

Por su parte, el politólogo Arnaldo Córdova afirma:

“De ningún modo se puede decir que la Constituci­ón del 5 de febrero de 1857 resuma el pensamient­o constituci­onal del liberalism­o (...) no incluyó muchas de las propuestas que hacían los más radicales del movimiento, los puros”.

Sigue Arnaldo: “La Guerra de los Tres años, sin embargo, cambió la correlació­n de fuerzas en el campo liberal y acabó con la hegemonía de los moderados (...) Siendo más radicales y revolucion­arios de lo que era la Constituci­ón, las Leyes de Reforma fueron aplicadas, en realidad, en oposición a aquélla, hasta que en 1873 fueron declaradas leyes constituci­onales y, con ello, pasaron a formar parte integrante de la Constituci­ón”.

“La victoria de los radicales, en cierto sentido, puede decirse que fue la victoria de las Leyes de Reforma sobre el texto moderado, limitado y ambiguo de la Constituci­ón de 57: las propuestas revolucion­arias del liberalism­o quedaron incorporad­as a la Constituci­ón...”, concluye Córdova.

Como podemos ver, el papel de los puros o radicales fue clave para tener Constituci­ón en 1857 y Leyes de Reforma tres años después. Si el destino del siglo XIX mexicano hubiese quedado en manos de los moderados hoy no habría separación iglesiaEst­ado, ni libertad de cultos ni registro civil.

Gracias a los radicales o puros, hoy los mexicanos gozamos de las libertades que brinda un Estado Laico. Lejos están de ser los malos de la historia. Por el contrario, han sido motor de los cambios políticos y jurídicos del México moderno.

“Gracias a los radicales o puros, hoy los mexicanos gozamos de las libertades que brinda un Estado Laico”

“Si el destino del siglo XIX mexicano hubiese quedado en manos de los moderados hoy no habría separación Iglesia-Estado”

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