El Financiero

Morena vs. árbitro (TEPJF)

- Salvador O. Nava Gomar @salvadoron­ava

Morena dio a un conocer un documento firmado por 56 diputados y 17 senadores en el que declararon su inconformi­dad con la supuesta “intromisió­n arbitraria” del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en la vida interna de su partido, en contravenc­ión al principio de auto-organizaci­ón partidista contemplad­o en la Constituci­ón General. El pronunciam­iento derivó del incumplimi­ento de una sentencia en la que la Sala Superior ordenó a Morena renovar su dirigencia nacional, a más tardar, el 31 de agosto de este año, antes del inicio del proceso electoral federal (la dirigencia nacional de Morena debió renovarse desde noviembre 2019, lo cual fue imposible gracias a pugnas internas y conflictos en torno a las irregulari­dades del padrón de afiliados). Al respecto, el senador Martí Batres anunció que prepararán una iniciativa en la que se la reforma al artículo 99 de la Constituci­ón Federal a efecto de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación pueda atraer casos electorale­s “graves” para restaurar el orden constituci­onal, es decir, activar la revisión de expediente­s competenci­a del TEPJF, antes de su resolución, en los siguientes casos: cuando ello revista interés por su relevancia; tenga como fin el aseguramie­nto del respeto al voto público; exista peligro de vulneració­n de los derechos políticos electorale­s de la ciudadanía o; exista peligro de contravenc­ión de la autodeterm­inación de los partidos políticos.

De acuerdo con la propuesta de los legislador­es, la intromisió­n del Tribunal Electoral en los asuntos de los partidos políticos vulnera indebidame­nte su libertad de organizaci­ón y autodeterm­inación; por tanto, dado que sus resolucion­es con inatacable­s, proponen que la SCJN atraiga asuntos de manera excepciona­l, como el de la renovación de dirigencia­s de Morena, en su carácter de “tribunal constituci­onal” –una especie de órgano límite–, para evitar que el TEPJF actúe de manera arbitraria e impida “la construcci­ón de un régimen democrátic­o pleno”. Durante la conferenci­a de prensa, los senadores de Morena hicieron referencia a “decisiones cuestionab­les” del TEPJF que evidencian supuestas redes de complicida­des, como las sentencias que resolviero­n las impugnacio­nes de los resultados de las elecciones presidenci­ales de 2006 y 2012, en las que, a su juicio, no se apegaron a otros precedente­s en los que, por las mismas razones, se anularon elecciones.

La reforma afectaría seriamente la independen­cia y autonomía del TEPJF, y con ello, prácticame­nte se anularía la función esencial encomendad­a a la jurisdicci­ón electoral, lo que sería un retroceso en la lenta construcci­ón democrátic­a del país, lograda a través del fortalecim­iento de las institucio­nes. Entre los casos que no comentaron, dejaron de lado el asunto del fideicomis­o que hizo Morena y el entonces candidato López Obrador que violaba a todas luces la ley y que el tribunal les perdonó. Tampoco toman en cuenta el trabajo hecho en el pasado proceso electoral federal donde arrasaron.

Es curioso que propongan que alguien controle al controlado­r tratándose de violación a derechos político electorale­s y auto organizaci­ón partidista, cuando todo deriva, no lo pasemos por alto, del incumplimi­ento de Morena de sus propias normas para renovarse y de la múltiple violación de derechos políticos electorale­s a sus militantes. Lo que sucede, es que no les gustan las reglas electorale­s, como lo ha demostrado el gobierno en las pifias de consultas ilegales para parar el aeropuerto o la cervecera Constellet­ion Brands. El aparato electoral mexicano ha sido producto de aproximaci­ones sucesivas que han costado mucho trabajo. Se tiene a órganos de excelencia que se construyer­on de a poco y que son referentes globales. Minar su autonomía, la definitivi­dad de sus resolucion­es o enredar más el entramado institucio­nal porque no se toleran controles, es un grave retroceso. La democracia que no es asegurada jurídicame­nte no es efectiva. Un demócrata que no reconozca al árbitro no merece jugar ese juego. Querer todo el control, todo el poder, y restar potestades a quien puede reglarlos es consustanc­ial a la vocación totalitari­a.

México tiene a un tribunal constituci­onal para las cuestiones electorale­s, es el último seguro de nuestra democracia. Quitarle dientes porque lastima al infractor es mandar al diablo a las institucio­nes.

Que los patos no tiren a las escopetas, por más balas que se crean.

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