El fin de la espera
ha sido tan fuerte y poderosa que, primero, no han logrado doblegarnos. Pero, segundo, quienes nos gobiernan poco a poco han aprendido que la forma más eficiente de manipularnos es por medio de inmiscuirse en nuestros pensamientos y sentimientos al desarrollar granjas de bots, compañías y demás herramientas aplicadas en Twitter, Instagram y las redes sociales en general. No lo han conseguido, seguimos siendo una explosión inconsistente de sentimientos, pero eso no es malo, es lo que es. Lo que sí es malo es no saber sumar los datos.
¡Qué extraños somos los terrícolas! Pretendemos destruir todo lo que nos rodea; sin embargo, buscamos estar bien a cualquier precio. Despreciamos a los políticos sabiendo que nos usan y nos engañan; sin embargo, elección tras elección, volvemos como la manada a hacer el camino. Todo esto me recuerda a la Gran Migración que a partir de mayo llevan a cabo los ñus y las cebras. Una migración que comprende desde Tanzania hasta Kenia y que tiene un gran reto: el paso por el río Mara, lugar en cual los cocodrilos esperan ansiosamente su llegada para simplemente abrir la boca y partir en dos a todo aquel animal que pase por encima de ellos. Así son las elecciones. Los cocodrilos son los políticos y nosotros somos las cebras y los ñus que se dirigen lentamente hacia su boca. Pero a pesar de saberlo y ser conscientes de ello, cada cuatro o seis años –según sea el caso– nosotros realizamos nuestra migración. Algunos se salvan, otros mueren, pero ese es el precio de formar parte de una manada.
En definitiva, se acabó el tiempo de espera.