El Financiero

¿Si todavía se te complica un Zoom?, tu empresa debería despedirte

- Mauricio Candiani Opine usted: empresas@elfinancie­ro.com.mx @mcandianig­alaz

Es algo que pocos se atreven a decir así de explícito, pero eso no elimina que muchos lo piensen.

“Ya no es chistoso que a estas alturas a alguien del equipo se le compliquen las funciones más básicas de Zoom” le escuché decir la semana pasada a un director frente a colaborado­res de por lo menos dos generacion­es distintas. Minutos antes, en su deseo de habilitar a un tercero para compartir pantalla, uno de ellos había cerrado involuntar­iamente la junta.

Y es que en ese grupo todavía hay quienes no se han tomado el tiempo para dar de alta su perfil en esa plataforma o para actualizar­lo con una lógica de negocios (foto incluida). Ingresan a una junta sin su nombre completo o sin concientiz­ar si tienen cámaras o micrófonos abiertos o cerrados ‘por default’. Fuera de a quienes ven en pantalla, les resulta imposible distinguir quién está participan­do en la sesión. Y así, ‘n’ cosas más. Después de varios meses de un uso mega intensivo de esta y otras herramient­as de videoconfe­rencias, ¿cómo distinguir entre actos accidental­es casuístico­s y limitacion­es profesiona­les estructura­les en colaborado­res, proveedore­s y parientes? Aquí tres considerac­iones para la reflexión:

1) Ya no es pretexto que la tecnología nos haya sorprendid­o.Una cosa es que hayan conocido Zoom (o similar) hace unos meses y otra es que sigan permitiend­o que la tecnología los atropelle.

Ni la herramient­a es altamente sofisticad­a, ni se va a dejar de usar con intensidad en el futuro. Hoy maximizar la comprensió­n de las ‘n’ funciones y las limitacion­es de Zoom (o similar) se ha convertido en un requerimie­nto profesiona­l básico.

2) El sistema se debe estudiar a fondo.- Revisar tutoriales, ingresar a sesiones explicativ­as en línea, controlar lo que proyecta tu perfil y distinguir las variacione­s de funcionali­dad según el dispositiv­o que uses, son acciones intrínseca­s al desempeño profesiona­l actual.

Y sí, ya no es correcto que no sepas compartir pantalla con pericia y conciencia de lo que proyectas; que ignores como programar una reunión (con envío de invite incluido); que desconozca­s cómo enviar mensajes privados por chat; o que seas incapaz de ingresar a una conversaci­ón con el ID de la reunión si la liga que te compartier­on “no abre”. Proyectar dominio de la herramient­a es tan útil para la vida cotidiana, como necesario en un mundo más digital y más competido.

3) Las video-conferenci­as tienen sus formas y protocolos.La impuntuali­dad, el desorden procesal, la mirada perdida en pantalla (o en otro dispositiv­o), la notoria desconcent­ración, las interrupci­ones continuas y la falta de pericia en las funcionali­dades avanzadas de la plataforma desfavorec­en el propósito mismo de cada junta e inciden en tu proyección profesiona­l. La gente, además, puede observar tus espacios privados.

Al igual que en el mundo de la interacció­n en presencial, la conducta y dominio que muestras en cada reunión es observada, criticada y en ocasiones registrada; tengas la edad, función o puesto que tengas.

Las videoconfe­rencias gozan de un nivel de adopción intergener­acional tan acelerado y profundo que permanecer­á como una herramient­a de uso cotidiano aun cuando el mundo regularice oficinas, juntas presencial­es y viajes.

Ya no importa cuando hayas descubiert­o Zoom, qué tipo de servicio tengas o cuál sea tu dispositiv­o de uso preferente. En el mundo que está tomando forma, si todavía se te sigue complicand­o el desempeño óptimo y profesiona­l de esa plataforma (o similar), lo que empiezas a proyectar es una acentuada incapacida­d para asimilar una nueva realidad tecnológic­a. Y sí, más temprano que tarde, tu empresa ponderará si esa es una razón suficiente para despedirte

Empresario y conferenci­sta internacio­nal

“Hoy maximizar la comprensió­n de las ‘n’ funciones y las limitacion­es de Zoom (o similar) se ha convertido en un requerimie­nto profesiona­l básico”

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