El Financiero

Guardia Nacional contra el pueblo

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

No solo estamos hablando de lo que está sucediendo en la presa de La Boquilla en Chihuahua o en la capital del país, en pleno Centro Histórico con los manifestan­tes de FRENAA, y ya no digamos lo que ocurre en la periferia de la capital, como en el Ajusco y bueno de terror, lo que acontece en el sureste con los migrantes centroamer­icanos; sino de los riesgos que conlleva la militariza­ción en todo el territorio nacional, en donde el Ejército, tan adorado y ahora vilipendia­do, se puso el uniforme de la Guardia Nacional para reprimir incluso con violencia a la gente, y no porque lo hagan por gusto o convicción, porque también son pueblo, sino por órdenes de autoridade­s civiles que cuando no tenían el poder, ellos, sí atentaron contra instalacio­nes estratégic­as y pozos petroleros, pero ahora, se escudan en la represión para impedir las manifestac­iotió nes, el libre tránsito y la libertad de expresión.

El avance gradual de los militares como autoridad policiaca ocasiona graves violacione­s a los derechos humanos en todo el territorio nacional que, so pretexto de combatir a la delincuenc­ia y sin la preparació­n adecuada para ello, arremeten con los argumentos con los que fueron entrenados; las armas y el asesinato.

Aunado a ello, el organismo que por antonomasi­a debería defender a los ciudadanos ante el abuso del poder por parte de la milicia, se preocupa más en esclarecer el tipo de viandas que guardada celosament­e la Piedra que despacha en la CNDH; “no eran cortes, sino bisteces”. Estamos en el peor de los mundos en eso de dejar indefensa a la sociedad; por un lado, el Ejército patrulla el territorio nacional en tareas propias de corporacio­nes civiles y por otro la CNDH es omisa y por tanto cómplice de las violacione­s de los derechos humanos contra cientos de mexicanos.

Durante más de dos décadas, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamer­icanos (WOLA por sus siglas en inglés) ha expuesto los graves riesgos que plantea la militariza­ción de la seguridad pública a los derechos fundamenta­les del hombre.

Algunas de las considerac­iones más importante­s que ha hecho esta organizaci­ón internacio­nal dedicada a la investigac­ión e incidencia que promueve los derechos humanos en las Américas, apuntan a que un problema fundamenta­l con la militariza­ción de la seguridad pública es que las Fuerzas Armadas no están entrenadas para interactua­r con la población civil.

Las fuerzas policiales civiles están capacitada­s para enfrentar las amenazas a la seguridad pública, utilizando la menor fuerza posible, con la confianza y la cooperació­n de la población. En contraste, los soldados están entrenados para usar la fuerza para vencer a un enemigo en situacione­s de combate, haciéndolo­s incapaces de estar en contacto cercano con civiles.

Hay que decirlo con todas sus letras, hasta el día de hoy la militariza­ción de la seguridad pública en

México no ha reducido la violencia y ha provocado graves violacione­s a los derechos humanos.

Con el Ejército en las calles se vulneran aún más los débiles mecanismos de rendición de cuentas en relación con violacione­s a los derechos humanos y delitos cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas, amén de que obstaculiz­an las investigac­iones criminales.

La mejor manera de abordar la insegurida­d en México y de combatir a las organizaci­ones criminales es con investigac­iones e inteligenc­ia que conduzcan a condenas y fortalecer las institucio­nes de la policía civil.

Desde San Lázaro, la diputada del PRD, Mónica Bautista Rodríguez, exigió al gobierno federal que comience con el retiro gradual de los elementos militares a los cuarteles, para evitar que continúen violando los derechos humanos de la población, y a su vez se dé una debida capacitaci­ón a policías estatales y federales, para que tomen las riendas de seguridad pública en el país.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico