El Financiero

¿Bajó la violencia en Guanajuato?

- Eduardo Guerrero Gutiérrez @laloguerre­ro

Como todos los meses se dio a conocer la estadístic­a delictiva. Esas cifras que generan las fiscalías de los estados, que se refieren primordial­mente al número de denuncias que presentan los ciudadanos y que una instancia del Gobierno Federal, conocida como ‘Secretaria­do Ejecutivo’ publica, sin hacer demasiadas preguntas. En la mañanera del viernes pasado esas cifras fueron motivo de una presentaci­ón detallada por parte del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo.

No deja de ser frustrante que, por más que pasen los años y cambien los funcionari­os, se mantenga la tradición de usar con ligereza la estadístic­a delictiva. Con tal de anunciar supuestos avances, las autoridade­s realizan verdaderas acrobacias. Se presentan gráficas y tendencias como si fueran un fiel retrato de la realidad. De entrada se omite mencionar que en México la cifra negra está por arriba del 90 por ciento y que lo genuinamen­te deseable sería que las autoridade­s recibieran muchas más denuncias. Desafortun­adamente la política, y el formato de las conferenci­as de prensa de AMLO, exigen que los funcionari­os hagan malabares en cadena nacional con tal de dar alguna buena noticia. El número de víctimas de homicidio permanece en niveles altísimos, prácticame­nte igual a como lo dejó EPN. Así que el viernes, el secretario Durazo buscó que dar la nota con otro temas. Dijo que “históricam­ente se ha centrado el análisis de la incidencia criminal en el homicidio doloso, pero la estadístic­a del homicidio doloso no representa la realidad de la incidencia criminal en el país. Una prueba de ello es que el secuestro, que es uno de los delitos socialment­e más sensibles y dramáticos en su impacto, tiene una baja extraordin­aria”. Acto seguido, el secretario se jactó de una disminució­n de los secuestros efectivame­nte espectacul­ar, del 39 por ciento, al comparar el número de denuncias registrada­s de enero a agosto de 2020, con el mismo periodo de 2019. En algunos estados, incluyendo Sonora (donde están las ambiciones políticas del secretario), la supuesta disminució­n del secuestro es mayor al 70 por ciento.

Lo que no nos dijo Durazo es que el análisis de la incidencia delictiva se centra en el homicidio por la simple razón de que éste es uno de los pocos delitos que queda asentado en averiguaci­ones previas de forma más o menos generaliza­da (y eso, con algunas reservas importante­s, como veremos más adelante). En contraste, las cifras de secuestros que publican las fiscalías son completame­nte inútiles como un indicador de incidencia. De acuerdo con las estimacion­es del INEGI (que se construye a partir de encuestas, siguiendo una metodologí­a rigurosa y transparen­te) cada año ocurren, en los hechos, alrededor de 80 mil secuestros. Históricam­ente, las denuncias que registran las fiscalías rondan el dos por ciento de los casos. Es con base en esa pequeña muestra, que no es representa­tiva, que el gobierno quiere hacernos creer que los secuestros van cayendo en picada. Lo más grave es que ni siquiera se exploran las hipótesis alternativ­as. Por ejemplo, que la población tenga tanto miedo que ya ni siquiera ese dos por ciento se anime a denunciar.

El otro mensaje central de la presentaci­ón de Durazo fue recalcar que, aunque no hay que ‘cantar victoria’, a raíz de la captura de José Antonio Yépez, mejor conocido como El Marro, los homicidios dolosos disminuyer­on casi un 20 por ciento en Guanajuato. Es comprensib­le la ansiedad del secretario de Seguridad por dar esa buena noticia. El Marro ha sido uno de los contados capos de alto nivel que han sido detenidos en lo que va del sexenio.

Sin embargo, la cifra de homicidios de Guanajuato para agosto deja serias dudas. Por un lado, como ya he comentado previament­e en este espacio, desde hace años, la Fiscalía de Guanajuato clasifica como ‘culposos’, es decir accidental­es, un número muy alto de homicidios (si le creemos a las cifras oficiales, la tasa de muertes por accidente en dicho estado es casi el cuádruple de la registrada en el resto del país). Pues bien, lo que se reportó en agosto en Guanajuato fue precisamen­te que, mientras que los homicidios dolosos supuestame­nte bajaron, la ya de por sí astronómic­a cifra de accidentes mortales subió todavía más.

En el Gobierno Federal y en los estados saben muy bien que las cifras que se publican, y que se utilizan para hablar de supuestos logros, son tramposas. Hace un año el propio secretaria­do Ejecutivo y la UNODC (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) anunciaron que habría una auditoría de los datos, conocida como Modelo de Revisión Estadístic­a de Incidencia Delictiva Nacional. No se supo qué pasó con esa auditoría, pero todo parece indicar que al final no se estimó convenient­e que se publicara. En fin. Seguiremos sin saber qué pasa en las calles y en Palacio Nacional seguirán con las cifras alegres.

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