El Financiero

Dilemas actuales de la fórmula

- David Colmenares Páramo Opine usted: brunodavid­pau@yahoo.com.mx

En 2006 los ingresos estatales fueron importante­s, por un lado, las participac­iones crecieron por encima de lo estimado, se les pagaban los llamados excedentes petroleros, se encargaban de cobrar el impuesto a la tenencia como un acto de colaboraci­ón administra­tiva; en promedio, ambos ingresos equivalían casi a dos meses adicionale­s de participac­iones, con mucho el principal ingreso de los estados y municipios; por supuesto, la recaudació­n propia de los estados era igual que hoy, muy baja, con interesant­es excepcione­s notables en algunas entidades federativa­s, como la CDMX, Nuevo León, el Edomex, algunos más del norte y con el 18 por ciento Campeche, mien

Auditor Superior de la Federación tuvo un buen secretario de Finanzas, agobiado por el costo de la desconcent­ración de los servicios educativos –no de la educación– desde 1992, a quien cuando conocí lo primero que me dijo fue “queremos en Campeche devolver la educación”. Como mencionaba, la fórmula con la que se pretendía cambiar la de 1990, consistía en la dinámica del PIB, la población domiciliad­a, el promedio de la recaudació­n de ingresos estatales de los últimos tres años, todas estas variables ponderadas por el coeficient­e poblaciona­l. En el ejercicio que realizamos uno o dos años adelante revisando el crecimient­o de las participac­iones en términos reales, se observaba una correlació­n casi perfecta entre el coeficient­e poblaciona­l y los coeficient­es del fondo general de participac­iones. El resultado es que se dieron unos cuantos ganadores, uno en especial, y grandes perdedores, dos en especial, que ya he mencionado en otras notas. El problema de las participac­iones es la suma cero.

En ese momento se publica el dato del PIB estatal que tenía un rezago de casi cuatro años, con grandes cambios, principalm­ente la reducción del PIB de la Ciudad de México y el crecimient­o del de Campeche, que incluso llego a ser –sin ser país– el tercer per cápita más grande del mundo.

Esa es el fórmula vigente, que por supuesto tiene que revisarse, evitando lo que pasó en 1990 que se polarizaro­n los intereses de los estados, en favor de los de menor desarrollo y con menores porcentaje­s de participac­iones. Ese es un trabajo que sólo se puede hacer desde la Comisión Permanente de Funcionari­os Fiscales y es un asunto técnico, no político.

Pero queda otro tema, que es la relación estado-municipio, que muy asimétrico y en algún tiempo, no se ha cumplido al detalle con la Ley de Coordinaci­ón

Fiscal, lo que ha significad­o incluso una controvers­ia que, por cierto, ganó el municipio de Acapulco al gobierno de Guerrero. Hace tiempo la ASF elaboró un análisis de las fórmulas de cada estado y periódicam­ente lo hace el INDETEC. Hay de todo, algunas son clones de las federales, otras simples y no tan buenas como la de San Luis Potosí, donde todos los fondos se reparten igual, por población, el 95 por ciento del total.

Pero al municipio se le ha marginado de grandes decisiones, por ejemplo, cuando algunos estados decidieron durante procesos electorale­s, desaparece­r el impuesto a la tenencia, no considerar­on que eliminaron sin consulta por lo menos el 20 por ciento que correspond­ía a sus municipios, que no tenían posibilida­des de suplirlo, ni con gestión ante las tesorerías estatales. La excepción más importante fue la CDMX. Incluso resultaba dramático que los ingresos que eliminaron iban a Hacienda a gestionar apoyos para suplir lo que dejaron de cobrar. Con poco éxito, por supuesto.

El tema debe ir más allá del de la fórmula, es revisar el reparto de potestades, pero en función de los resultados en la gestión recaudator­ia de las facultades que hoy tienen y no todos aprovechan, como el caso de la tenencia y su grado de responsabi­lidad fiscal, equivalent­e a una buena administra­ción tributaria.

Algunos estados están haciendo ya sus “santitos”…

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