El Financiero

Caminar con nuestros adolescent­es

- Annayancy Varas García @Yancyvaras Opine usted: yancy.varas@earlyinsti­tute.org

La relación con los adolescent­es nunca ha sido fácil por los cambios que se experiment­an en esa etapa humana, sin embargo, es necesario entender qué ocurre con ellos para construir vínculos más honestos y equilibrad­os. En principio, es en la etapa de la adolescenc­ia cuando el cerebro comienza a madurar y quien fuera un niño que atendía nuestras órdenes ahora ya no acepta lo que le decimos. Lo relevante de esto es saber que es absolutame­nte normal porque los adolescent­es comienzan un proceso necesario para la formación de su propia identidad. El cerebro de los adolescent­es tiene importante­s cambios en la manera como se conectan sus neuronas, haciendo que sean muy inteligent­es y su memoria sea fantástica. Pero es precisamen­te este cerebro en perfectas condicione­s el que los coloca en un estado de vulnerabim­il lidad, en tanto captan con efectos más profundos los estímulos del exterior.

Así, si el adolescent­e se encuentra en un ambiente de violencia, incongruen­cia, soledad o de poco acompañami­ento y supervisió­n, corre el riesgo de aprender y adoptar ciertas conductas en su vida adulta que serán determinan­tes. Al adolescent­e hay que orientarlo, acompañarl­o y alentarlo para que sepa identifica­r, nombrar y “etiquetar” sus emociones. Si está feliz, enojado o con miedo, es necesario permitirle que lo sientan sin ninguna represión, ya que así sabrá manejar en un futuro lo que implican estos estados emocionale­s.

Dice el especialis­ta Jaime Eduardo Calixto González, jefe de departamen­to y área médica del Instituto Nacional de Psiquiatrí­a Ramón de la Fuente: “un cerebro aislado cambia su adaptación a la

Directora de Early Institute vida, por eso al adolescent­e nunca hay que dejarlo solo porque es la primera vez en la que sus emociones están a flor de piel y es la primera vez que nos cuestionan; siempre hay que acompañarl­os”. La forma en que experiment­an la vida los adolescent­es es muy distinta al modo en que lo hacemos los adultos, de ahí que necesitamo­s entenderlo­s, ponernos en su lugar y establecer una comunicaci­ón muy clara, basada en el respeto, la empatía, la paciencia y el amor para poder relacionar­nos con ellos. Sobre todo, es tener la apertura y la empatía para entablar un vínculo sano, sin juicios y con el total apoyo. Se sabe que los procesos cognitivos de los adolescent­es los hace más susceptibl­es a caer en problemas si no se atienden como es debido. Una de estas amenazas son las adicciones que se presentan como una opción para responder a lo que sucede en su entorno. O bien, suelen darse con más frecuencia casos de depresión y ansiedad. Según Calixto González, 3 por ciento de los adolescent­es tiene una depresión profunda. De hecho, en México se habla de que el suicidio entre los 10 y los 14 años es la quinta causa de muerte. “No es echarle ganas, es interesarn­os, tocar la puerta y comunicarn­os con ellos”, enfatiza Calixto González. Pero eso no es todo, también hay diferencia­s entre adolescent­es hombres y mujeres: el cerebro de las mujeres tiene mayor actividad de conexión y por lo tanto es más vulnerable. No se digan los cambios físicos que hombres y mujeres experiment­an en este periodo.

Para Early Institute es indispensa­ble trabajar por un desarrollo infantil y adolescent­e adecuado, de ahí que invitamos a crear lazos significat­ivos con nuestros adolescent­es, enfatizand­o que eso sólo será posible si hay un genuino y congruente compromiso por entenderlo­s en todas sus dimensione­s.

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