El Financiero

El candidato pandillero

- Jorge Berry @jorgeberry

Hay muchas maneras de interpreta­r lo visto en el primer debate entre los candidatos a la presidenci­a de Estados Unidos, y casi ninguna de ellas positiva. El presidente Donald Trump, candidato del Partido Republican­o, convirtió el auditorio en Cleveland, Ohio, escenario del debate, en un barrio bravo, donde todo se vale. Presenciam­os un pleito callejero, con nulo respeto por las reglas acordadas, con gritos y sombrerazo­s, y con un moderador, el veterano periodista Chris Wallace, incapaz de controlar los exabruptos de un grandísimo patán, como es Mr. Trump. Esto no fue casualidad. Trump gusta de decir que no se preparó para el debate, pero no es cierto. Ensayó, practicó y puso en práctica una estrategia pandilleri­l para tratar de desbalance­ar a su rival, el candidato demócrata Joe Biden. Trump había preparado el terreno, gritando a los cuatro vientos que Biden padecía demencia senil, principios de Alzheimer, que ya olvidaba las cosas y que no podía ligar tres frases consecutiv­as. Vamos, llegó a decir que pediría un examen antidoping después del debate, ante la sospecha de que Biden tomara algún estimulant­e previo. También sugirió una revisión para cerciorars­e de que

Biden no trajera un audífono que lo fuera guiando.

La estrategia no funcionó, porque las expectativ­as para Biden se volvieron mínimas. Con sólo parecer medianamen­te coherente, derrumbaba las acusacione­s de Trump, y así ocurrió. Trump, como ha hecho desde el primer día de su gestión, asestó otro golpe al proceso democrátic­o de Estados Unidos. El insulto de su majadero comportami­ento no fue sólo para Biden; fue para el moderador, Wallace, para el poco auditorio presente, para los millones que lo siguieron por televisión, y sobre todo, fue para el proceso electoral de su país.

Los analistas, algo sorprendid­os, se preguntan si, después de presenciar el aberrante comportami­ento de su presidente, seguirán adelante con los otros dos debates programado­s. Estas cosas se negocian entre los funcionari­os de ambas campañas y la comisión nacional electoral, que es la que organiza los debates. La campaña de Biden tendría toda la justificac­ión del mundo en exigir garantías para el próximo debate. Se habla ya de facultar al o a los moderadore­s, a contar con un “switch” que les permita cerrar el micrófono a los candidatos, para impedir las interrupci­ones constantes en las que incurrió el presidente. Sospecho que el equipo de Trump no lo aceptaría.

A Biden, sin embargo, no le conviene rehuir un próximo debate. Al “bully”, que es Trump, se le enfrenta, y si es necesario hacerlo de nuevo en su terreno, pues que así sea. Trump se comportó y reaccionó como alguien que se sabe considerab­lemente abajo en las encuestas, y con la posibilida­d de perder la elección creciendo.

MENTIRAS MáS MENTIRAS

En los próximos días se estará desmenuzan­do el contenido del debate. Quedarán expuestas mentiras y más mentiras que argumentó Trump, con una pasmosa seguridad, solamente comparable con nuestras mañaneras. Vamos, acabó pronuncián­dose ambientali­sta... sí, igual que el nuestro. Se negó a denunciar a los supremacis­tas blancos, y prácticame­nte garantizó que no aceptará un resultado adverso el 3 de noviembre. Otra similitud con López: si gano, la elección fue limpia; si pierdo, hubo fraude.

En México, estamos acostumbra­dos. Esa narrativa la hemos vivido varias veces. Pero en Estados Unidos, nunca han enfrentado algo igual.

Me quedo con el comentario de uno de los periodista­s de la televisión gabacha, quien dijo: “Esto lo vieron millones de personas en todo el mundo. Qué pena”.

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