El Financiero

Trump: elección fraudulent­a para eternizars­e

- Rafael Fernández de Castro Opine usted: opinión@ elfinancie­ro.com.mx

Por años Donald Trump lleva diciendo que las elecciones en Estados Unidos son fraudulent­as. Y tiene meses que ha arremetido contra la elección del 3 de noviembre próximo. Sin embargo, su respuesta a la última pregunta del debate presidenci­al del martes pasado –¿Reconocerá o no el triunfo de Biden?– prendió las alarmas. “En cuanto a las boletas electorale­s concierne, es un desastre…este será un fraude electoral como nunca se ha visto… es una elección amañada”.

El diario The New York Times, en su edición de ayer jueves, tiene como nota principal de primera plana ocho citas de Trump insistiend­o en que la elección será un fraude y que el sistema electoral de Estados Unidos es corrupto e incapaz de “determinar con precisión” los resultados.

El domingo pasado, el semanario The Atlantic publicó en línea el artículo “La elección que podría acabar con Estados Unidos” (The Election that Could Break America), señalando “adelantamo­s su publicació­n en nuestro sitio web por su urgencia”.

El autor, Barton Gellman, compara la situación que vive actualment­e el país con la que se experiment­ó los meses anteriores a los ataques terrorista­s del 11 de septiembre de 2001. Todas las agencias de inteligenc­ia sabían que algo importante pasaría, pero no lograron prevenirlo. De la misma manera, al aproximars­e el 3 de noviembre, “sus pantallas están tintineand­o en rojo, junto con advertenci­as que el sistema político no sabe cómo absorber”. Gellman considera que, “en este año de pandemia y recesión y política catastrófi­ca, las condicione­s están dadas para que se consume una crisis constituci­onal que dejaría a la nación sin un resultado creíble… pues no se cuenta con un mecanismo de solución ante esta calamidad”.

¿A QUé LE APUESTA TRUMP?

La lectura que surge de sus constantes señalamien­tos –los votos por correo son fraudulent­os; no hay manera de que la elección sea limpia– es que está preparando el terreno para no “conceder” en caso que los resultados no le favorezcan.

Todo el sistema electoral de Estados Unidos está basado en que el perdedor hace la primera llamada, anteriorme­nte mandaba un telegrama, para conceder su derrota aceptando el triunfo del rival. Es entonces cuando, el que se alza con la victoria, lo hace con toda legitimida­d.

La última crisis post-electoral se experiment­ó el martes 7 de noviembre del 2000. Al Gore, el candidato demócrata, hizo la llamada para conceder a George W. Bush, quien aceptó la victoria. Pero al saberse que los resultados de la Florida no eran conclusivo­s, Gore retiró su concesión un día después y se fueron a recontar los votos a ese estado. La Corte Suprema, en una decisión dividida de 5 contra 4 votos, acabó con el recuento de los votos, pues señaló que no se lograría antes de fecha límite. Gore pudo haber no reconocido el laudo de la Corte Suprema y haber acudido al Congreso, es decir, al Colegio Electoral, que se reuniría sólo seis días después del laudo de la Corte.

Sin embargo, decidió conceder, y sólo un día después del laudo de la Corte, que fue el 12 de diciembre, señaló: “Yo acepto el resultado como final, el cual será ratificado el próximo lunes en el Colegio Electoral. Y hoy, por el bienestar de nuestra unidad y gente y el fortalecim­iento de la democracia, ofrezco mi concesión”.

TRUMP NO ES GORE

El actual inquilino de la Casa Blanca se siente envalenton­ado en lo que pudiera ser la disputa post-electoral. La Corte Suprema ya es conservado­ra y si el Senado, como se espera, ratifica el nombramien­to de la juez conservado­ra Amy Coney Barrett antes de la elección, los conservado­res tendrán seis votos y los liberales sólo tres. Es decir, en esa instancia el mandatario prevalecer­ía.

Más aún, si se tuviera que decidir en el Colegio Electoral, es decir, en el Congreso, a cada estado le toca un voto, y los republican­os tienen mayoría con 26 votos.

La vulnerabil­idad del sistema electoral de Estados Unidos ante un presidente decidido a ganar por la buena o la mala, como aparenteme­nte lo hará Trump, es enorme. La profunda polarizaci­ón política ha llevado a ambos partidos, en especial al republican­o, a adoptar una posición cínica y siniestra –mientras detento el poder todo me es permitido. La verdadera salida a la crisis está en manos del elector. Sólo si éste vota masivament­e y le da un amplio margen al candidato demócrata, Joe Biden, la crisis post electoral será sorteada.

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