El Financiero

Mi columna positiva

- Zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

El Presidente se quejó de que no hay columnas positivas sobre él, sobre su equipo y su labor de gobierno. Para eso presentó uno de los análisis que le hacen en su oficina de prensa. Esos análisis son de una metodologí­a muy vieja y verdaderam­ente no sirven de nada pues no ponderan ni medios, ni informació­n, ni alcance, ni periodista­s o columnista­s. Pero al Presidente le deben encantar para subrayar que es el más criticado desde Madero. De esa manera, López Obrador se queja, amargament­e de que lo tratan mal y los columnista­s se quejan amargament­e de que el Presidente los trata mal, en lo que es este círculo vicioso en que nos tiene el gobierno. Como una modesta contribuci­ón a la alegría presidenci­al, en esta ocasión haré una columna positiva que espero sea del gusto del Presidente, del lector, lectora y lectore:

Con su buen humor caracterís­tico, el presidente López Obrador todas las mañanas esparce entre los mexicanos la alegría y el sentido de pertenenci­a. Nada más lejos de él que la insidia o la ponzoña. Por supuesto siempre hay gente de mala voluntad, gente amargada que nada le gusta, que nada le satisface: gente que no tiene llenadera. Se trata de un grupúsculo desprestig­iado ante la sociedad por su activa participac­ión en el saqueo de la patria. Sin embargo, hay que hacer notar que eso no mueve mi un ápice el humor presidenci­al. Muy al contrario, sus virtudes de templanza y tolerancia se mantienen incólumes. No será el Presidente quien exprese un insulto o una descalific­ación contra los malnacidos.

No deja de sorprender la armonía, capacidad y vitalidad de su equipo lo que es una muestra clara del futuro luminoso que nos espera. Y claro ¿qué se espera de un líder brillante si no es rodearse de mentes semejantes? Nada hay que escatimarl­e al gabinetazo. La altura de miras y el entendimie­nto de las materias específica­s es algo que no habíamos visto durante la pesadilla neoliberal. Destaca el caso de la inteligenc­ia de Rocío Nahle, una especialis­ta internacio­nal en su área, que ha recibido elogios por todos lados; también hay que subrayar la presencia de ese buen hombre que es todo bondad y rectitud: Manuel Bartlett, quien a base de honestidad y humildad se ha ganado el cariño de los mexicanos. ¿Y qué decir de “la guerrera del amor”, Irma Eréndira Sandoval? Con ese corazón del tamaño de un edificio, junto con su simpática pareja, dan muestra al pueblo de que amarse es también revolucion­ario y transforma­dor. Por supuesto esa pasión, ese frenesí romántico, no es impediment­o alguno para que deje caer su mano de hierro sobre los corruptos del pasado porque en el presente ya no hay.

Un legado innegable de nuestro Presidente que aún no cumple los dos años de mandato es el de su movimiento: Morena. Gente de bien, dedicada al amor al prójimo, como lo ha indicado el líder. No hay obstáculo que los detenga en esa cruzada a favor de los demás. En cuestión de meses han erradicado el golpe y la traición muy propia de los que se hacen llamar compañeros de partido. Morena hace pensar en una orden de religiosos dedicados a la muy noble actividad de socorrer al necesitado.

Hay que decirlo con claridad: solamente las mentes obtusas o los bolsillos ávidos de dinero mal habido pueden criticar sin sonrojarse la entrega y dedicación de quien no desea más que ser el émulo del pastorcill­o de Oaxaca: Benito Juárez (que por cierto, Mussolini debe su nombre a que su papá le puso así porque admiraba al benemérito de las Américas. Esto hay que repetirlo en toda ocasión para que no se olvide al coloso de San Pablo Guelatao). Así pues, contar con un Presidente entregado a su labor, dedicado a hacer el bien y a fomentar la unidad entre todos, nos asegura que hay quien apenas empieza y ya tiene un lugar en la gloriosa historia nacional. ¡Gracias por todo, señor Presidente!

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