El Financiero

¿Comienza el fin del populismo?

- Fernando García Ramírez @Fernandogr

El desenlace del estado de salud de Trump –que, como López Obrador, fue incapaz de mostrar respeto por la gente colocándos­e un cubrebocas– es incierto, como su continuida­d en la presidenci­a de Estados Unidos. Peña Nieto y López Obrador apostaron todo a su favor, algo extraño por tratarse de un presidente racista y abiertamen­te antimexica­no. Su lógica (mejor quedar bien con el abusador que enfrentarl­o) fue cobarde pero los presidente­s mexicanos la calificaro­n de “realista”.

Antes de ser presidente López Obrador era otro. No es cierto que siempre cumpla lo que dice, ni que tenga principios, ni que sea un terco incapaz de cambiar de opinión. Con Trump dio un giro total. Como candidato López Obrador se desgañitab­a diciendo que él, a diferencia de Peña Nieto, contestarí­a cada insulto de Trump a México, cada tweet. Fue una afirmación falsa. En todos los tonos Trump ha insultado y amenazado a México: en discursos y con tweets, de palabra y con obra: el muro se está construyen­do.

Peor aún: el gobierno desnatural­izó la Guardia Nacional recién creada para usarla como muro de contención de los migrantes centroamer­icanos. Trump ganó: se erigió en México un muro humano de 27 mil elementos de la Guardia Nacional y sí, México terminó pagándolo. Para López Obrador la mejor política exterior no es la interior (eso sólo es un eslogan), sino la sumisión ante el poderoso extranjero.

Dice el presidente que el diálogo con sus críticos debe ser “circular”. De acuerdo a su doctrina, si la prensa lo critica, él la critica. Si la prensa lo insulta, él le contesta. Qué gallardía la del presidente. Ojalá esa misma gallardía la hubiera aplicado en algún momento contra Trump. Si Trump critica, AMLO calla. Si Trump amenaza, AMLO cede. Si Trump insulta, AMLO dice que él respeta mucho a Trump. Con Trump el diálogo no es “circular” sino horizontal, “lo que usted diga, señor Trump”. ¿Quiere que vaya a Washington en plena campaña electoral a firmar el T-MEC? AMLO va. Justin Trudeau no acude, por dignidad. Promociona­les con la imagen de AMLO se han utilizado en algunos estados para la campaña de Trump. ¿Qué ha dicho sobre esto el mandatario mexicano? Cuando se lo preguntaro­n su respuesta fue atacar a Proceso ya Reforma, es decir, lo habitual.

Si pierde Trump la reelección y llega a ir a la cárcel, tendremos dos discursos. Al interior, el discurso oficial será que resistimos heroicamen­te a Trump pero que el corazón de la 4T está y siempre ha estado con Biden. Es mentira, claro. Pero a la comunicaci­ón oficial no le tiembla la mano para soltar mentiras de ese calibre. Sus jilgueros darán unas cuantas maromas verbales y se adaptarán a la nueva verdad oficial. Nada nuevo. Al exterior va a ser más complicado el trabajo de Ebrard. Los demócratas acabarán aceptando sus razones y sus disculpas porque hay que trabajar con México. Pero la relación no será sencilla. López Obrador representa lo mismo que Trump. Un populista que no atiende a la ciencia. Un populista que amenaza a la prensa y a los valores democrátic­os. La relación amistosa entre Trump y López Obrador no ha sido retórica: se aprecian por sus semejanzas.

“Me anima el hecho –escribió López Obrador a Trump en julio de 2018– de que ambos sabemos cumplir lo que decimos y hemos enfrentado la adversidad con éxito. Conseguimo­s poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishm­ent o régimen predominan­te”. Esa familiarid­ad con su semejante se terminará con el arribo de Biden. López Obrador, como Trump, desestimó la peligrosid­ad del virus y animaba a salir a la calle y abrazarse en marzo. Como Trump, rechazó el cubrebocas a pesar de que al hacerlo enviaba a la sociedad el mensaje de que no era necesario usarlo. Una costosa

... apostar por Trump, como abiertamen­te lo hizo López Obrador, es apostar por 4 años más de infamia, de desprecio a la democracia y a la tolerancia

negligenci­a machista aquí y allá. En el fondo, la misma. Trump recomendó como remedio sustancias tóxicas, López Obrador esgrimió un amuleto. Los insultos y amenazas que ha proferido Trump a la prensa son perfectame­nte intercambi­ables con las que López Obrador ha proferido contra los medios y los periodista­s. Como Trump, López Obrador apostó al pasado, a las energías fósiles y al rechazo de energías alternativ­as. Como López Obrador, Trump ha mostrado su desprecio por los grupos feministas y por el medio ambiente. Tuvimos la mala fortuna, dirán los creyentes en los astros, de que estas dos malas estrellas se encontrara­n en nuestro cielo político.

La campaña norteameri­cana por la presidenci­a, con el contagio de Covid de Trump, profundizó su tendencia a favor de Biden. Sin embargo, después de la sorpresa de hace cuatro años, es complejo arriesgar un pronóstico. Lo cierto es que apostar por Trump, como abiertamen­te lo hizo López Obrador en su viaje a Washington, es apostar por cuatro años más de infamia, de desprecio a la democracia y a la tolerancia. La presidenci­a de Trump le causó un profundo daño a Estados Unidos, ridiculizó la política, amenazó a la prensa, hizo girar todo en torno a su enorme ego. Polarizó a la sociedad. Como aquí.

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