El Financiero

Cinco acciones contra Covid. Y ninguna es cama con ventilador

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

Más de cien mil muertos después, México no se pone de acuerdo en cómo lidiar con una pandemia que durará todavía meses antes de que la vacuna nos haga el milagro. Hay, sin embargo, gente que propone cinco acciones que pudieran salvar vidas mucho antes de que lleguemos a la inmunizaci­ón. Acciones ajenas a ese fetiche gubernamen­tal que son las camas con respirador. Una persona con décadas de experienci­a en el manejo de infeccione­s, que pide hablar en anonimato, dice que si se revisa a hospitales privados con un manejo exitoso de pacientes de Covid-19, se puede determinar que no reciben a nadie a quien no puedan ofrecer todo el protocolo a su alcance: atención con personal, instrument­al y medicinas suficiente­s.

La ecuación, pues, no resulta demasiado compleja. A los hospitales privados “no se les mueren” tantos pacientes, porque no aceptan sino a aquellos que pueden atender. Ni uno más. Y como se ha demostrado, a pesar de lo impredecib­le de este coronaviru­s, las posibilida­des de vencerlo aumentan si los enfermos son atendidos debidament­e.

En sentido contrario, las institucio­nes públicas están obligadas a recibir a todos aquellos que demanden sus servicios. Pero en el mejor de los casos tendrán disponibil­idad de espacios mas no capacidade­s equivalent­es a los privados: para empezar el personal de muchos de esos hospitales está cansado, mermado, porque unos se incapacita­ron por edad/comorbilid­ades y otros por enfermedad. Y con respecto a instrument­al o medicament­os no vale la pena hacer siquiera el comparativ­o de lo público frente a lo privado.

Teniendo en cuenta ese panorama, donde los hospitales privados atienden a una población mínima en porcentaje frente a los públicos, queda pasar a un segundo plano la errada estrategia, adoptada muy temprano en la pandemia, de que lo que había que tener eran camas con ventilador­es (de nada servirán éstas, insiste la fuente, sin personal suficiente, instrument­al más allá de la ventilació­n y medicinas). Es decir, hacer que lleguen menos a los hospitales públicos.

Ese camino alternativ­o pareciera, además, no tan caro ni tan difícil. Consiste en estas medidas:

-Uso de cubrebocas. -Regular la atención primaria: muchos pacientes se agravan porque inicialmen­te fueron a una farmacia o un médico general y les dijeron que “no creían que fuera Covid”, les recetaron antibiótic­os para una infección ordinaria, creando una falsa percepción de nulo riesgo, evitando que los pacientes se aislaran, y generando una fallida expectativ­a de mejora. La consecuenc­ia es obvia: no sólo muchos se agravarán, haciendo más difícil su manejo y más improbable su recuperaci­ón, sino que en el camino contagiará­n a otras personas.

-Crear más centros de diagnóstic­o como el Banamex, donde se recibe una canalizaci­ón adecuada y oportuna de los casos. -Testeo masivo. -Educación y acción comunitari­a. La Ciudad de México parece que ha entendido lo anterior: se promueve el uso del cubrebocas, se hacen muchas más pruebas, y hay mecanismos de canalizaci­ón de pacientes.

No es momento de reclamar si llega tarde o no el viraje en la capital. Pero es insuficien­te. Debe redoblarse el énfasis en el uso del cubrebocas (salir a la calle es atestiguar lo mucho que nos falta para que todos lo usen adecuadame­nte), sólo acudir a centros médicos o de diagnóstic­o donde no minimicen la sintomatol­ogía, y volver a la prevención un tema de toda la comunidad. Mientras no haya vacuna, y falta para eso, hay que tratar de que los menos necesiten una cama. Porque las privadas están llenas, y en las otras el personal está dando una batalla muy desigual.

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