El Financiero

No hay recuperaci­ón

- Macario Schettino Opine usted: www.macario.mx @macariomx

En octubre tuvimos un superávit en la balanza comercial por 6,224 millones de dólares. No han faltado los que celebran esta cifra. En esta columna hemos intentado explicar por qué esa noticia es muy grave, pero hemos fracasado. Va otra vez, a ver si ya logro transmitir mi preocupaci­ón. Ese gran ingreso de dólares en octubre se acompañó de una reducción en las reservas internacio­nales del Banco de México por mil millones de dólares. Esto significa que durante octubre tuvieron que salir del país 7,200 millones de dólares. La cifra debe ser un poco mayor, porque las transaccio­nes de México con el exterior, en materia de bienes y servicios, conforman la Cuenta Corriente, de la cual la balanza comercial es sólo una parte. Además de exportacio­nes, tenemos ingresos por turismo, utilidades de la inversión mexicana en el exterior, y remesas. Y además de las importacio­nes, hay salidas por turismo, utilidades de la inversión extranjera, y pago de intereses por deudas. Pero la balanza comercial representa casi 90% del flujo total, así que nos sirve bien de referencia.

Aunque intuitivam­ente pensamos que un superávit siempre es una buena noticia, no es así. Hay dos casos muy comunes en los que el superávit puede ser algo negativo: cuando se trata del gobierno y cuando se trata del sector externo. Hay cuatro grandes actores en la economía: los hogares, las empresas, el gobierno y el sector externo. Cuando estos dos últimos tienen un superávit, eso significa que los hogares y las empresas tienen un déficit. No hay más. En el caso que nos ocupa, en el tercer trimestre del año, la Cuenta Corriente tuvo un saldo positivo por 17,500 millones de dólares, e insisto que no faltaron los que festejaron la cifra. Ese dinero se fue a reservas internacio­nales (2,300 millones) y a otras partes del mundo (15,200 millones). Esto significa que los hogares y empresas de México tuvieron una pérdida de 17,500 millones de dólares, por lo que, aunque el PIB se recuperó en ese trimestre, el consumo y la inversión no lo hicieron. Todavía no tenemos los datos de estas dos variables, pero puedo afirmar que, en la suma, tienen una contracció­n anual de -16%, frente al -8.6% del PIB.

Esto quiere decir que la recuperaci­ón de hogares y empresas ocurrió a la mitad de la velocidad que indica el PIB. Mi estimación es que el consumo tuvo una contracció­n de -12%

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey

El trabajo de 30 años dedicado a convertir a México en un país confiable se ha perdido

en el tercer trimestre, y la inversión de -20%. Pero el PIB puede recuperars­e más rápido porque las exportacio­nes están ya a niveles superiores a los que tuvimos antes de la pandemia, mientras las importacio­nes siguen hundidas. Y lo están porque dejamos de comprar bienes importados para inversión y consumo. Para producir exportacio­nes seguimos importando, sin duda. En octubre, la importació­n de bienes intermedio­s se contrajo -9%, mientras que los bienes de consumo y capital, -28%.

Puesto que el único actor de la economía que está funcionand­o es el sector externo, los otros tres pierden. El gobierno no ha perdido mucho, porque siguió cobrando impuestos (y cobró más que en otros años) y porque saqueó los ahorros de dos décadas. Toda la pérdida se concentra en hogares y empresas. La fracción de ellos que se dedica a exportació­n ya ha logrado recuperar buena parte de lo perdido, de forma que quienes venden a sus compatriot­as asumen toda la caída.

Este año será el primero, en todo el siglo, que terminamos con salida neta de capitales. De hecho, desde 1988 eso no había ocurrido. Todo el trabajo de treinta años dedicado a convertir a México en un país confiable, y por ello competitiv­o, se ha perdido. Eso votaron, eso tienen.

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