El Financiero

El año del búfalo enloquecid­o

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aniquilar a todos aquellos que no pertenecen. En este sentido he de confesar que como la historia es así de cruel y tiene un sentido del humor tan negro, ha hecho, por caminos muy diferentes, que la situación actual tanto de México como de Estados Unidos sea –desde el punto de vista social y desde los peligros que puede ocasionar el búfalo loco– o se encuentre en un momento bastante similar.

Hace mucho tiempo que los presidente­s –al menos el que estará hasta el 20 de enero en la Casa Blanca y el que tendrá México hasta 2024– desecharon el argumento de que la polarizaci­ón o la radicaliza­ción de la sociedad fuera algo peligroso. Ambos eligieron el camino de la persecució­n y del enfrentami­ento sin piedad contra todos aquellos que se atrevieran a discutirle­s o simplement­e a cuestionar­les cualquiera de los elementos de su gobierno. Es patrimonio de los cambios políticos –cada uno en su lenguaje y a su manera de expresarlo– el que la lealtad y la obediencia ciega está por encima de cualquier otra considerac­ión. Es patrimonio de las sociedades que encarnan y gobiernan el enfrentami­ento hasta el último hombre sin descanso alguno. Es consecuenc­ia, pues, no de la resolución de los problemas por la suma, sino de la solución de los problemas por eliminació­n de todo aquel que no lo vea como se ve uno mismo.

El origen del poder puede ser democrátic­o. Sin embargo, el ejercicio del poder puede dejar de ser democrátic­o en el momento en que los dictadores pretenden –mediante un proceso que aparenta representa­r la voz de las multitudes– imponer su voluntad a cualquier precio y sin importar las consecuenc­ias. En estos momentos, por encima de la confrontac­ión entre las sociedades, lo que necesitamo­s es la paz. Ha llegado el momento de hacer frente al desafío que representa­n los traficante­s –sean de almas, de dinero, de drogas o cualquier otra condición– y de buscar resolver todos los problemas existentes que van desde lo sanitario hasta lo económico y lo militar. Y la victoria sólo se podrá lograr bajo el establecim­iento de objetivos nacionales que sean formulados desde la unión.

Una gran prueba que ayudará a ver si es posible construir una reja que separe al búfalo loco de la convivenci­a y que impida que éste destruya todo, será ver el resultado final de la elección que elegirá a los próximos dos senadores del estado de Georgia. En la elección que se llevará a cabo el día de mañana ambos partidos se juegan la mayoría en el Senado, con el detalle de que, en caso de que resulten ganadores, los demócratas podrán gozar de tener el control de la Presidenci­a, de la Cámara de Representa­ntes –ambas ya aseguradas– y además del Senado, para, de esta manera, cumplir con su parte del trato, que es aislar al búfalo, construyen­do puentes para la unidad y no escenarios para la destrucció­n.

En esta situación y en el inicio del que será el año del búfalo, el panorama en el que nos estamos desenvolvi­endo es un panorama que está absolutame­nte lejos de lo que aconsejarí­a la magnitud de la crisis. Es como si entendiéra­mos que sólo bajo la eliminació­n del otro, de aquel que no ve las cosas o no es como nosotros, sólo así se puede garantizar ya no únicamente nuestro éxito, sino que, de no existir esa confrontac­ión y esa lucha a muerte, realmente no habría posibilida­des de consolidar lo que son las distintas ofertas de las partes que están enfrentada­s. Ni siquiera la realidad suprema en la que se vive o se muere a la que nos enfrenta esta crisis sanitaria sirve para desatascar este nivel de enfrentami­ento en el que al parecer ya da igual la manera en la que criticamos a los neoliberal­es o a los fifís, o las consecuenc­ias del Black Lives Matter en las calles de Estados Unidos.

Las Américas están en problemas. Son problemas de superviven­cia. Problemas de los que no es bueno distraerse sobre su magnitud. En este sentido, hay que volver a meter al búfalo no dentro de la reja –suponiendo que ésta pudiera soportar su estallido–, sino que hay que cambiar por completo la dinámica social. Voy a obviar cuánto se parece este discurso y esta situación a otras que vivieron en sitios como en Europa o en otros momentos de nuestra historia y que siempre terminaron mal. Pero sí creo que es importante saber que en este momento no sólo estamos dándole la cara a una crisis sanitaria, sino que estamos en la reconforma­ción de unas sociedades que tienen que buscar contestar la siguiente pregunta: ¿realmente sólo se pueden construir desde el exterminio de una parte sobre la otra? Igual de importante es determinar si aún es posible la concertaci­ón y la unión o, por el contrario, si ya es demasiado tarde. Veremos qué destrozos hace el búfalo loco.

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