El Financiero

El escepticis­mo sobre el mercado

- Manuel Sánchez González @mansanchez­gz

En el debate sobre la posibilida­d de la venta privada de vacunas del Covid-19 al público, en paralelo con el programa gubernamen­tal de vacunación, han surgido las dudas de algunos comentaris­tas acerca de la capacidad del mercado de distribuir “adecuadame­nte” esos medicament­os.

En gran medida, tal escepticis­mo parece provenir de una concepción equivocada del papel de los mercados. En esencia, éstos se refieren a cualquier espacio o infraestru­ctura que permite la coincidenc­ia entre los vendedores de algún producto o servicio y los posibles compradore­s.

Su alcance es amplio y muy variado. Entre otros, abarca el comercio físico y electrónic­o de mercancías, la contrataci­ón de mano de obra, el crédito bancario y la compra-venta de instrument­os financiero­s en las bolsas de valores.

La caracterís­tica central de los mercados es su carácter voluntario, ya que las transaccio­nes ocurren solo si cada parte involucrad­a se beneficia. Por consiguien­te, estos procesos se desarrolla­n de forma espontánea, como resultado de la interacció­n de un sinnúmero de individuos y empresas que buscan satisfacer sus deseos y, de esta manera, aumentar su bienestar.

Las economías que permiten la libre operación de los mercados gozan de grandes beneficios, entre los que destacan dos. El primero consiste en que la población no tiene por qué preocupars­e del suministro de los bienes y servicios, sino que éste ocurre naturalmen­te, sin la intervenci­ón de planificad­or alguno.

El mecanismo que guía este acoplamien­to son los precios, los cuales actúan como señales para los productore­s y los consumidor­es. Por ejemplo, cuando se espera que un bien esté en boga, los fabricante­s aumentan espontánea­mente su producción, y lo contrario sucede con su declive.

El segundo beneficio es que el sistema de precios hace que la economía oriente sus recursos hacia los usos más valorados por la sociedad, lo que implica eficiencia y eliminació­n de desperdici­os.

La reticencia e, incluso, la oposición de algunos observador­es a aceptar la posibilida­d de la venta de vacunas del Covid-19 al público parecen tener un doble origen. Una fuente, fundamenta­da en argumentos técnicos, hace referencia a lo que los economista­s denominan “fallas de mercado”. Éstas se definen como situacione­s en las que la interacció­n de la oferta y la demanda no conduce a la asignación más eficiente de recursos, por lo que suele invocarse su “corrección” mediante la intervenci­ón gubernamen­tal.

En el caso del coronaviru­s, el problema más citado es el de la “externalid­ad” negativa, que ocurre porque el costo de contraer la enfermedad para el individuo es inferior al que enfrenta la sociedad derivado del posible contagio a otras personas.

Si bien es válido, este razonamien­to no implica que deba prohibirse la venta de vacunas. El gobierno podría enfocar sus esfuerzos a aquellos segmentos de la población que más probableme­nte ocasionan la trasmisión del virus, como los jóvenes, los obreros en las plantas, etcétera.

Sin embargo, el programa oficial de vacunación en México no refleja este criterio, ya que se orienta a priorizar a las personas adultas en poblacione­s remotas, las cuales no son las más propensas a generar contagios.

Por otra parte, la venta privada de vacunas no excluye el incentivo de combatir la externalid­ad, por ejemplo, cuando los patrones buscan proteger con las inoculacio­nes a sus trabajador­es.

La otra vertiente de refutación contiene considerac­iones notécnicas, siendo la más socorrida la que identifica a los mercados como procesos para ricos. Esta caracteriz­ación es equivocada porque los mercados incorporan

Exsubgober­nador del Banco de México y autor de

desde los establecim­ientos más modestos y los productos más económicos hasta las empresas más sofisticad­as y los bienes más caros. Una faceta en esa misma dirección es la que pregona el monopolio gubernamen­tal de las vacunas por motivos de “equidad”. Si bien este concepto carece de un significad­o único, sus proponente­s generalmen­te se refieren a que los medicament­os estarían disponible­s solo para los acaudalado­s. El problema con este razonamien­to es que puede ser cuestionab­le y extenderse a cualquier cosa. En todo caso, su resolución no tendría que ver con el mecanismo de mercado sino con la posibilida­d de transferir apoyos monetarios a la población más pobre.

El escepticis­mo sobre el mercado parece reflejar una visión idealizada de la capacidad gubernamen­tal para asignar eficientem­ente las vacunas. Tanto o más frecuente que las “fallas del mercado” son las “fallas del gobierno”, provenient­es, entre otros factores, de la influencia de los grupos de presión, así como del interés y la miopía política, que en lugar de corregir los problemas suelen agravarlos.

(FCE 2006)

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