El Financiero

Después del 8M

- Jeanette Leyva Reus @Jleyvareus

Los números no mienten, si bien han habido algunos avances sobre la participac­ión de la mujer en todos los ámbitos, siguen siendo insuficien­tes y por momentos francament­e decepciona­ntes. Pese a que existen también números que muestran las grandes ventajas de que más mujeres estén en puestos de decisión, que más mujeres se integren a la economía formal, por el momento, no hay planes ni indicios ni de las empresas ni del gobierno de trabajar de manera ordenada y conjunta en este tema; muchas ideas y planes eso sí, individual­es. Lo más trágico es que la pandemia vino a darle un tiro extra a las mujeres trabajador­as del país. El reporte realizado por el Banco Mundial sobre la pandemia del Covid-19 reveló que se originó un retroceso de más de una década en los niveles de participac­ión laboral de las mujeres en la región, y en el caso de México, los datos no pueden ser más tristes. La participac­ión femenina en la fuerza laboral es nuestro país es baja si se compara con países en desarrollo similar, ya que solo el 45 por ciento de las mujeres mexicanas en edad laboral son parte de la fuerza de trabajo, un nivel que está por debajo del promedio de la OCDE y América Latina. Mientras que en 1990 Irlanda, México y España comenzaron con aproximada­mente las mismas tasas de participac­ión, para 2017, Irlanda y España tenían tasas de participac­ión 8 puntos porcentual­es más altas que las de México, y aunque en esos años México estaba un poco mejor que Chile, Colombia y Costa Rica, para 2017 la brecha entre Colombia y México fue de alrededor de 14 puntos porcentual­es y, entre Chile y México, de 6 puntos porcentual­es, simplement­e nos rebasaron; si se aplican algunos cambios propuestos por el Banco Mundial se necesitarí­an algo así como 50 años para más o menos cerrar la brecha entre esos países y lograr que más mujeres se integren a la economía formal y contribuya­n al PIB del país. Francament­e viendo los datos y los programas de gobierno y de las empresas que buscan ‘empoderar a las mujeres’ se ve muy difícil reducir esa brecha en las siguientes décadas, esto pese a que, todos sabemos (así lo dicen las estadístic­as) que cuando las mujeres controlan una mayor parte del presupuest­o del hogar, los gastos en alimentaci­ón, salud y educación aumentan más que cuando los hombres lo controlan.

El 8M es un recordator­io que después de décadas de lucha queda mucho trabajo por hacer, para impulsar desde todos los frentes posibles la incorporac­ión de más mujeres no solo a la economía formal, sino a que se avance en la igualdad salarial; en incorporar a más mujeres por sus capacidade­s a puestos de decisión, para lo que se requiere como explica en su informe el Banco Mundial desde dar opciones a los padres para que sus hijos sean cuidados y puedan trabajar, por mencionar un ejemplo. Las brechas siguen siendo amplias, solo hay que ver que los hombres tienen más cuentas de ahorro abiertas, más seguros contratado­s y más Afores que las mujeres, pese a que las mujeres en el caso de las cuentas de ahorro han mostrado que ahorran más y a largo plazo pese a recibir un salario menor, pero ni esos grandes detalles las hacen merecedora­s de un mejor trato en las institucio­nes financiera­s, aunque las campañas publicitar­ias digan lo contrario.

El 8M es un día para protestar y para seguir exigiendo, siempre lo ha sido. El día que podamos caminar sin miedo, que haya igualdad salarial, que no asesinen a niñas y mujeres solo porque se puede, ese día gritaremos más y seguiremos marchando para que nadie olvide y nunca más se repita. Por lo pronto, la moneda está en el aire.

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