El Financiero

Las votantes

- Alejandro Moreno Opine usted: amoreno@elfinancie­ro.com.mx @almorenoal Mujeres Hombres

El voto de las mujeres en los comicios del 6 de junio podría ser uno de los temas centrales y más interesant­es de este año electoral. En dos años consecutiv­os, los movimiento­s de mujeres y grupos feministas han cimbrado a los distintos niveles de gobierno en torno al 8 de marzo. Sus preocupaci­ones, reclamos y expectativ­as van más allá de una expresión puramente electoral, y tienen que ver no sólo con cambios en acciones de gobierno, sino también con cambios profundos en la sociedad. El muro, tanto el literal como el simbólico, que el gobierno ha puesto ante esos reclamos, podría tener un costo electoral. De haberlo, ¿de qué tamaño podría ser ese costo?

Las mujeres en su conjunto representa­n más de la mitad de la lista nominal de electores: 52 por ciento. No obstante, el segmento de mujeres que se han mostrado más críticas al gobierno y menos afines al partido gobernante son las mujeres jóvenes con estudios de nivel medio o universita­rio, cuyo peso total del electorado representa entre 10 y 15 por ciento. Ese segmento de mujeres jóvenes y escolariza­das puede ser minoritari­o en proporción, pero ha sido particular­mente ávido a la movilizaci­ón de la ola feminista y es quien, en buena medida, ha levantado la voz ante la violencia de género, los feminicidi­os, el acoso y el hostigamie­nto, entre otros. También es un segmento altamente sensible al manejo que el Presidente y su gobierno le dan a esos temas, como en el caso de la controvert­ida candidatur­a de Morena a gobernador de Guerrero. Además de la violencia y los feminicidi­os, las voces de protesta también incluyen diversos aspectos de la equidad de género y de derechos de las mujeres, en especial el derecho al aborto. Las encuestas revelan que hay distintos niveles de apoyo a esas diversas causas del movimiento.

En el tema de la violencia contra las mujeres es en donde más apoyo social se observa. Los feminicidi­os, así como las protestas contra éstos, han concientiz­ado a la sociedad. Eso ha sido un gran avance, pero no basta; la violencia desafortun­adamente continúa. Las encuestas revelan que en México persisten actitudes y valores tradiciona­les que se erigen como el verdadero muro ante el empoderami­ento femenino. Quizá para que eso cambie se requiere una transforma­ción valorativa más profunda, lo cual lleva tiempo.

Las generacion­es jóvenes aspiran a ello, pero la narrativa de la cuarta transforma­ción ha sido, precisamen­te, retomar algunos de los valores del México tradiciona­l. Un ejemplo es la idea de que los abuelos, no las estancias infantiles, sean quienes ayuden a cuidar a los y las hijas de las mamás que trabajan. Pareciera que las cosmovisio­nes de las mujeres jóvenes y del actual gobierno van en sentidos opuestos. Por eso no extrañan los encontrona­zos.

El asunto de la equidad de género, con sus múltiples ramificaci­ones, también cuenta con amplios niveles de apoyo social, aunque varía dependiend­o de la temática específica. Las encuestas revelan fuertes asimetrías: entre las mujeres jóvenes y escolariza­das, los deseos de competir, de conquistar espacios y de romper techos de cristal fluyen con más naturalida­d que entre las mujeres de mayor edad y con menores niveles de escolarida­d. El México tradiciona­l también tiene su lado femenino. El tema de los derechos, en especial la legalizaci­ón del aborto, es de los más divisivos, y algunas encuestas muestran un apoyo social minoritari­o. Electoralm­ente el aborto es un tema muy fuerte, y los dos lados del espectro político actual lucen divididos a su interior. En Morena hay corrientes encontrada­s, con un segmento progresist­a que lo defiende y otro que no parece interesado en promoverlo. En la alianza Va por México también hay división, los seguidores del PRD y del PRI están más a favor, mientras que los seguidores del PAN están más en contra. El derecho al aborto no es un pegamento político, es una cuña que divide. Pero es evidente que las mujeres jóvenes tienen altas expectativ­as en lo que respecta a sus derechos. Habrá que estar al pendiente de cómo manifiesta­n esas expectativ­as en las urnas, pero también por medio de una continua movilizaci­ón.

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