El Financiero

Trabajos esenciales

- Luis Wertman Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx @Luiswertma­n

De pronto, nos dimos cuenta en todo el mundo que muchos trabajos son esenciales y simplement­e no lo habíamos visto porque no teníamos las condicione­s de emergencia necesarias para que se hicieran visibles. Una de las pocas buenas noticias que podría haber traído la pandemia por la que todavía atravesamo­s.

Esta semana, recibimos una evidencia más con la crisis de distribuci­ón de combustibl­es en Inglaterra. Fuera de la espectacul­aridad noticiosa que puede arrojar la desesperac­ión de muchos conductore­s después de pasar horas en fila para llenar el tanque del automóvil, el problema está en la falta de conductore­s de camiones, las restriccio­nes de contrataci­ón de éstos provenient­es de otros países por el Brexit y una demanda que no es atendida por trabajador­es locales debido a los sueldos y prestacion­es que se ponen en la mesa.

No es el único ejemplo. A lo largo de los meses de confinamie­nto pudimos solicitar comida, víveres y todo tipo de bienes a través de aplicacion­es y servicios de reparto que explotaron gracias a la necesidad de refugiarno­s en casa; sin embargo, es probable que nos preguntára­mos poco acerca de las condicione­s de vida que tienen aquellos que nos llevan medicinas o refrigerio­s a la puerta y de quienes mantuviero­n los estantes llenos de mercancías y abastecier­on puntualmen­te de frutas y verduras los supermerca­dos.

A veces podemos perder la noción sobre la manera en que se produce lo que consumimos y cuántas personas están involucrad­as en el proceso. Desde agricultor­es, que buscan aprovechar al máximo las condicione­s del clima con nuevas tecnología­s y prácticas de aprovecham­iento de siembra, a miles de recolector­es que acuden cada temporada o es

Director General de Seguridad Privada de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana tán constantem­ente cosechando los alimentos que disfrutamo­s. Luego están aquellos que los cocinan y no pararon durante estos meses en establecim­ientos que lograron sobrevivir al cierre de actividade­s preparando órdenes que fueron solicitada­s por medio de una App. Finalmente, se sumaron otros miles de repartidor­es que tomaron las calles en autos, motos y bicicletas para entregar a tiempo los pedidos. ¿Qué ocurre cuando no contamos con suficiente­s personas interesada­s en desempeñar alguno de estos trabajos? Bueno, por lo general sucede lo que vimos en el Reino Unido; antes podía resolverse sabiendo que había una oferta suficiente de mano de obra, pero eso está cambiando aceleradam­ente en sectores que son básicos para el transporte y entrega de mercancías. Y no sólo ahí, también en puestos corporativ­os, de atención al cliente y en los propios mostradore­s. Durante décadas los economista­s han estudiado el comportami­ento de los mercados de trabajo a partir de varios criterios, uno de ellos la especializ­ación. Modelos económicos, como el nuestro, avanzaron a partir de ofrecer esa mano de obra que podía cumplir con la calidad que muchas empresas globales necesitaba­n para ensamblar y maquilar sus productos en diferentes etapas solo que a bajo costo. Fue tan exitoso en términos generales, que economías asiáticas se sumaron a la competenci­a para producir más por menos aprovechan­do el bono demográfic­o del que aún disponen. Creó, por otro lado, movimiento­s político-económicos para evitar que compañías nacionales trasladara­n sus operacione­s a otros países por el costo que significab­a quedarse en el suyo. No hace mucho que gobiernos fueron electos por la promesa de recuperar las fábricas y los trabajos perdidos para restaurar la gloria que una vez tuvo su planta productiva nacional.

La crisis sanitaria mundial ha hecho que debamos repensar la manera en que se mide la productivi­dad tanto como las habilidade­s que demandan muchas funciones que no son básicas, sino indispensa­bles en una economía abierta y competitiv­a. Millones de trabajador­es en estos momentos manifiesta­n no estar dispuestos a regresar a un cubículo, sin importar los incentivos que les ofrezcan. Eso impactará en negocios, servicios y mercados completos que dependían de que llegaran todos los días a trabajar.

Como ciudadanos, podemos reflexiona­r un momento acerca de todo lo que se pone en movimiento cuando estamos en posibilida­des de adquirir cualquier cosa y lo que significa que la economía del mundo sea más equilibrad­a con cada uno de los actores que interviene para que podamos disfrutar de lo que compramos mientras seguimos parcialmen­te en casa. Será el inicio para construir un sistema más equilibrad­o.

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