El Financiero

Decadencia panista

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

El Consejo Nacional del PAN se reúne el día de mañana para tomar la determinac­ión de si lleva a cabo el proceso para elegir a su dirigente nacional o si lo cancela y da por electa a la única planilla registrada. Por supuesto, el único registrado es el señor Marko Cortés, que busca reelegirse en la dirigencia. Es un tema muy penoso para la historia de Acción Nacional por las causas que motivarán esa decisión. El PAN, en los últimos años, ha ido cerrándose a la participac­ión tanto ciudadana como de sus militantes. Lo que durante décadas fue timbre de orgullo ahora es algo de lo que se huye. Las dirigencia­s recientes han ido cercando la competenci­a, poniendo trabas absurdas hasta par ser militante. Ignoro cómo está en estos días, pero hace un par de años era más fácil entrar al Ejército que al PAN.

Han retorcido los reglamento­s para favorecer la burocracia, para hacer del puesto un objetivo y desdeñar la inteligenc­ia y el arrojo, la capacidad y las ganas de representa­r un proyecto o alguna

El PAN ha ido cerrándose a la participac­ión tanto ciudadana como de sus militantes

Esto en el partido que se jactó por más de 50 años de ser el único en practicar la democracia interna

idea. De esta manera se llegó a la vergüenza que se discutirá el día de mañana: no tiene sentido hacer una elección porque no hay competidor­es. Esto en el partido que se jactó por más de 50 años de ser el único en practicar la democracia interna. Y no es que nadie hubiera querido participar. Adriana Dávila y Gerardo Priego intentaron hacerlo, pero les fue imposible reunir los requisitos. Ni juntos llegaban a las 27 mil firmas que se les pedían para participar. Marko Cortés entregó más de 100 mil. Como en los mejores tiempos del PRI, ganar a como dé lugar, y si se puede eliminar la competenci­a, mejor.

Hay varios signos de la decadencia panista; aquí algunos más: Sin ser culpa exclusiva de las últimas dos dirigencia­s, el proceso de descomposi­ción hacia adentro de ese partido es notable. El PAN, en las últimas dos décadas, tuvo dos presidente­s del país. Ninguno milita ya en el partido.

De los recientes expresiden­tes del PAN, dos colaboran abiertamen­te con López Obrador; otro acaba de dejar la bancada para sumarse a un grupo minúsculo de legislador­es; otro más, retirado de la política.

De los gobernador­es que concluyen su mandato en estos días, dos hacen lo posible por alejarse de su partido y, si se puede, se sumarán alegres a las filas del populismo: Javier Corral, hijo de la insidia y el embuste, que hizo lo posible para que su partido no ganara las elecciones y fue a entregarse de manera abyecta al presidente López Obrador, y Francisco Domínguez, de Querétaro, que ya dijo que no le va a decir no al Presidente si lo invita a algún cargo.

En el Legislativ­o el asunto también es preocupant­e. En la Cámara de Senadores ya vimos la infame acción del coordinado­r panista en su reunión con la ultraderec­ha española en una reunión que costará mucho que se quite el propio senador y el partido. Y en el recinto de los diputados es claro que el PRI se ha burlado del PAN y se ha entregado a Morena, dejando a los blanquiazu­les con la ilusión de su bloque opositor para mejor ocasión, mientras tanto el coordinado­r de los legislador­es panistas sigue hablando de sus “hermanas y hermanos del PRI”.

Como bien dicen: para la decadencia nunca hay límite. Siempre se puede llegar más bajo. En ésas está el PAN.

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