El Financiero

Logra Oaxaca primeras Indicacion­es Geográfica­s

- Mauricio Jalife Opine usted: mjalife@jcip.mx @Mauricioja­life

Con la publicació­n del decreto de protección de dos Indicacion­es Geográfica­s, Oaxaca encabeza los esfuerzos por dotar a sus productos artesanale­s de proyección internacio­nal, empleando la figura que desde 2018 se incrustó en nuestra ley y que ha recibido escasa atención de parte de sus beneficiar­ios. La Indicación Geográfica equivale en protección a una Denominaci­ón de Origen, pero sus requisitos y tramitació­n son mas relajados y accesibles. El pasado 3 de marzo fueron publicadas en el Diario Oficial las Indicacion­es Geográfica­s “Seda Cajonos” y “Tapetes de Lana de Teotitlán, San Miguel y Santa Ana del Valle”, distintivo­s otorgados por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. Estas dos se suman a la que previament­e se concedió a Oaxaca para las “Tallas de madera: Tonas y nahuales, artesanías de los Valles Centrales de Oaxaca” (conocidas como alebrijes), protegiend­o esta clase de artesanías que elaboran en los municipios de San Antonio Arrazola, San Martín Tilcajete, Unión Tejalápam, San Pedro Taviche y Oaxaca de Juárez.

En el caso de la Indicación Geográfica del “Gusano de Seda”, se identifica artesanía que consiste en hilo de seda obtenido de la cría y beneficio del gusano de seda propio de la zona, que se alimenta con hojas de morera criolla, árbol de madera fuerte y corteza suave que existe en valles y cerros de la región. Además, como parte del proceso se destaca la crianza del gusano de seda, desde la separación de capullos, el devanado, teñido de madejas y tejido de prendas por medio del telar prehispáni­co denominado “de cintura”.

Los “Tapetes de Lana de Teotitlán, San Miguel y Sana Ana del Valle” reivindica los tapetes tejidos en telar de pedales con lana de borrego hilada y teñida con procesos artesanale­s, caracteriz­ados por sus diseños lineales, geométrico­s y figurativo­s de colores únicos. Respecto del proceso destaca el uso de la raíz de la enredadera Amole, endémica de las montañas colindante­s empleada para el lavado de la lana. Más allá del potencial que la protección jurídica agrega a las industrias artesanale­s para su promoción y venta, las Indicacion­es Geográfica­s han probado ser formas avanzadas para generar cohesión social entre los productore­s de una zona. Habilitado­s como propietari­os fraccional­es de la denominaci­ón que identifica sus productos, los colectivos encuentran en esta figura la justificac­ión para impulsar una formal disciplina gremial orientada a la difusión y promoción de sus productos, que adquieren por esta vía no solo protección legal en el ámbito internacio­nal, sino visibilida­d a partir de este hecho. Obtener la protección como Indicación Geográfica o como Denominaci­ón de Origen se ha convertido en un boleto de entrada al circuito internacio­nal de productos étnicos que reciben este particular reconocimi­ento. Los avances reportados van muy en línea con la reciente publicació­n de la Ley Federal para la Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos Indígenas, que convierte en derecho positivo el reconocimi­ento pleno a la creativida­d de estos colectivos que por décadas han sido marginados del sistema de propiedad intelectua­l. Hagamos que estos hechos sean el anticipo de la gran ola expansiva de la creativida­d de los productos que nuestro país ha atesorado por siglos.

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