El Financiero

Las brigadas médicas cubanas en Venezuela

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phiriartle­bert@gmail.com @Pablohiria­rt

MIAMI, Fl.- En Venezuela las brigadas médicas cubanas fueron la punta para consolidar la dictadura de un inepto que perdía el poder.

Sería injusto generaliza­r con las tareas médicas cubanas en el exterior, que están en 60 países, donde hay actos de verdadero heroísmo en naciones muy pobres. No es el caso de Venezuela.

Fue la punta del cerrojo de la dictadura, porque primero llegaron los médicos, y luego los asesores militares.

Ahí se acabó la posibilida­d de ganarle al partido de Maduro en las urnas y en las calles.

Esto es lo que pasó en Venezuela:

Maduro enfrentó elecciones que tenía perdidas, y los médicos cubanos trabajaron en la coerción del voto en las zonas necesitada­s y participar­on en el fraude.

Usaron el desabasto de medicinas para chantajear a la gente a que votara por el PSUV. Luego llegaron los militares cubanos a hacerse cargo de las tareas de inteligenc­ia, para espiar y controlar a los mandos del Ejército de Venezuela.

Y a llevar el guion de lo que había que hacer para que Maduro no se cayera: cárcel a sus opositores destacados, control de los medios de comunicaci­ón, prisión o exilio a los periodista­s críticos.

Abrirle la puerta a las brigadas médicas cubanas fue la muerte para la democracia del país más rico de América Latina. En Venezuela, a los médicos cubanos no les pidieron ni sus títulos ni papeles verificado­s, nada.

Iban a otra cosa: a hacer ganar a Maduro las elecciones presidenci­ales. E iban vigilados por agentes de la seguridad cubana. Dieciséis médicos lo contaron con detalle a The New York Times en marzo de 2019, en un reportaje de Nicholas Casey, que apunta:

Con la poca medicina que quedaba, los doctores enfocaron sus esfuerzos de proselitis­mo.

“El asunto era con las enfermedad­es crónicas, en las que el paciente se muere si no recibe medicament­o; así es como controlaba­n a la gente”, dice uno de los médicos.

En esas fechas de desabasto, dice uno de los médicos entrevista­dos por Casey, los suministro­s médicos –siempre escasos en el lugar donde él estaba asignado– desapareci­eron, pues se estaban acumulando hasta la elección de mayo.

Dice que sus superiores querían inundar los hospitales con las provisione­s justo antes de la votación para dar la impresión de que Maduro había solucionad­o el desabastec­imiento. “Cuando vinieron las elecciones apareció todo: medicina, gas, gasas para los vendajes, sueros para inyectar”, dijo. El asunto de los tanques de oxígeno todavía le pesa al doctor Arias, señala el reportaje: “Sí había, pero no me permitían usarlos”.

Se emplearon muchas tácticas, dijeron los doctores al NYT: desde simples recordator­ios para votar por el gobierno hasta denegar tratamient­o a los simpatizan­tes de la oposición con enfermedad­es mortales. Otro médico, cirujano dentista, dice que odiaba una parte de su trabajo. Cada fin de semana les encargaban a él y a otros trabajador­es médicos repartir medicament­os y reclutar votantes para el PSUV. Las visitas eran tan rutinarias que tenían un nombre: “Casa a casa”.

Se les ordenó hacer una advertenci­a: si Maduro perdía la elección, el siguiente gobierno iba a romper su relación con Cuba y los venezolano­s se quedarían sin cuidado médico. Hasta ahí el reportaje del Times.

Venezuela le abrió la ventana al huracán. Entraron otras brigadas, de manera sigilosa: los agentes de inteligenc­ia. Una investigac­ión de Reuters, del 22 de agosto de 2019 (lo tomé de América Economía),

revela parte del acuerdo militar Venezuela-cuba.

Esos acuerdos dieron a Cuba un vasto acceso al sector militar de Venezuela y amplia libertad para espiarlo y reformarlo. Los acuerdos llevaron a la imposición de una estricta vigilancia de las tropas venezolana­s a través de un servicio de inteligenc­ia, ahora conocido como la Dirección General de Contrainte­ligencia Militar, o DGCIM. Bajo la asesoría de militares cubanos, Venezuela reformuló la unidad de inteligenc­ia en un servicio que espía a sus propias Fuerzas Armadas, infundiend­o miedo y paranoia, y aplastando a la disidencia.

Hasta ahí las citas de Reuters en América Economía. Suficiente, ¿no?

Bueno, pues de esa cicuta bebieron los venezolano­s.

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