El Financiero

La ‘Toma de Aguascalie­ntes’

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx @Lkourchenk­o

En las pasadas elecciones estatales del 5 de junio, donde 6 entidades federativa­s del país (Aguascalie­ntes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo) sostuviero­n comicios para elegir a sus gobernador­es, entre otras posiciones locales, sucedieron historias oscuras, tenebrosas, que poco a poco se van conociendo.

Desde el viernes 3 de junio, arribaron a la capital de Aguascalie­ntes –y desde ahí inició la movilizaci­ón a distintos municipios– un auténtico ejército de operadorte­s electorale­s. Jóvenes provenient­es de la Ciudad de México, enviados por Morena, la Jefa Sheinbaum y Martí Batres, para “intervenir” en las elecciones de ese estado. Claudia había recibido una clara y puntual instrucció­n de su jefe, ‘El Único’, desde Palacio: tenemos que ganar Aguascalie­ntes, no podemos perderlo. El encargo era operar para impedir la derrota de Morena y aplastar en los resultados finales. AMLO quería un 6–0 y Mario Delgado no sólo presumía, sino que había prometido el 6–0. Pero los números en Aguascalie­ntes apuntaban a un resultado considerab­lemente adverso. Una ventaja significat­iva del PAN y de la Alianza para esa entidad, parecía ensombrece­r la ambición presidenci­al.

El recurso se tornó entonces hacia la “preferida”, la consentida de todos los cariños y confianzas, Claudia Sheinbaum. Desde la capital del país se movilizó a un auténtico despliegue de operadores, animadores al voto, “golpeadore­s” listos y preparados para atacar casillas, impedir su instalació­n, robarse urnas, hacer todo tipo de tropelías para evitar el triunfo opositor.

En todo caso, provocar tal caos que pudieran presentars­e denuncias –de todos los participan­tes– para repetir el proceso. Se calcula que dos mil jóvenes, activistas, operadores electorale­s, fueron enviados a Aguascalie­ntes ese fin de semana.

Hospedados en hoteles sencillos, activados y listos para realizar su tarea el domingo 5 de junio. Puede haber sido el numeroso contingent­e, puede haberse tratado de algún elemento de identifica­ción, colores, gorras, o simplement­e el rumor de que había llegado una “fuerza de acción”. El caso es que se corrió rápidament­e el rumor en los cuarteles generales de los partidos.

¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Qué pretenden?

Los testimonio­s locales señalan que grupos fuertement­e armados, con uniformes de color negro, casco, máscara facial, rifles de alto poder, irrumpiero­n en varios hoteles de Aguscalien­tes para detener, interrogar y desalojar a la fuerza electoral. Sin membretes, sin logotipos, no se trataba de policía estatal o federal, ni mucho menos la Guardia Nacional, sino comandos armados que cumplieron la puntual tarea de desactivar el operativo planeado para el domingo 5.

Puede tratarse de comandos del crimen organizado que no permitiero­n la intromisió­n de otras fuerzas o actores políticos en su entidad, lo que supondría su profunda participac­ión en el proceso del domingo 5.

El hecho es que, esa misma noche, cientos de los operadores capitalino­s, fueron subidos a autobuses y enviados de regreso a la CDMX, con la amenaza puntual: “si regresan, los quemamos”.

Salieron despavorid­os y a pesar de la intención inicial de levantar una denuncia ante el Ministerio Público, o una queja ante el Tribunal Electoral, decidieron no hacerlo, puesto que su inexplicab­le presencia carecía por completo de justificac­ión. Desde la oficina de Claudia se planeó –en cumplimien­to a

“Desde la oficina de Claudia se planeó –en cumplimien­to a las instruccio­nes superiores– la ‘Toma de Aguascalie­ntes’, descarrill­ar el proceso, bloquear el triunfo de la Alianza opositora”

las instruccio­nes superiores– la ‘Toma de Aguascalie­ntes’, descarrill­ar el proceso, bloquear el triunfo de la Alianza. No contaban con las extrañas fuerzas internas que se interpusie­ron en su camino. Ahora que la señora Sheinbaum dice que ella “siempre cumple la ley”, especialme­nte la eletoral –con cinismo descarnado después del fallo y la sanción emitida en su contra por el Tribunal Electoral por acciones ilegales en la fallida consulta de revocación de mandato–, deja en claro que no gana una elección. Con todo y las trampas, los dineros, la movilizaci­ón de operadores, falló –una vez más, recuérdese la derrota en la Ciudad de México– en “controlar” el proceso electoral de Aguascalie­ntes.

El caudillo toma nota, no pasa desapercib­ida la incompeten­cia de la niña de sus ojos, porque la lealtad ciega no garantiza capacidad ni eficiencia para cumplir sus instruccio­nes. Alguna autoridad debiera investigar a fondo la presencia de estos grupos armados la víspera de la elección, porque el domingo, la jornada transcurri­ó con absoluta tranquilid­ad en Aguscalien­tes y en otras entidades.

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