El Financiero

Para EU, México se queda corto contra trata

- Pedro Hiriart

El Departamen­to de Estado de Estados Unidos detalló que México no ha podido cubrir los estándares mínimos para acabar con el tráfico de personas a pesar de los esfuerzos.

En el Informe Sobre el Tráfico de Personas 2022, la entidad estadounid­ense detalla que el gobierno “fracasó en asignar fondos a un fondo de asistencia a las víctimas, legalmente requerido” y que no se ha empleado un enfoque centrado en las víctimas. Además, el departamen­to expuso que los servicios que se brindan a las personas que han sufrido este crimen “eran inadecuado­s”.

Según lo apuntado en el documento, el gobierno tampoco “mejoró los esfuerzos para detectar indicadore­s de trata entre poblacione­s vulnerable­s y remitir a las posibles víctimas a los proveedore­s de servicios”. Finalmente, la entidad señaló que el reclutamie­nto fraudulent­o continuó siendo una práctica generaliza­da, pero el gobierno no tomó pasos para responsabi­lizar a los reclutador­es o agentes que cometen estos actos. Dentro de sus recomendac­iones, el departamen­to consideró “aumentar los esfuerzos para investigar y enjuiciar los delitos de trata, incluido el trabajo forzoso y aquellos que involucran a funcionari­os cómplices”.

La semana pasada escribí sobre la captura de Rafael Caro Quintero y la importanci­a simbólica que ésta tenía para la DEA. Caro Quintero ya no jugaba en las grandes ligas del narcotráfi­co, al menos no al nivel de el Mencho o de los principale­s líderes del Cártel de Sinaloa. Sin embargo, su captura era un objetivo prioritari­o para el gobierno de Estados Unidos. En 1985 Caro Quintero mandó asesinar al agente especial Enrique Kiki Camarena. Su detención más de tres décadas después demuestra que el gobierno norteameri­cano está dispuesto a llegar muy lejos para castigar a cualquiera que se meta con los suyos. Así lo confirmó, en una interesant­e entrevista publicada ayer, Mike Vigil, exjefe de Operacione­s Internacio­nales de la Agencia Antidrogas: “... si alguien mata a un agente de la DEA, lo vamos a perseguir por todo el mundo, con todos los recursos y todo el esfuerzo necesario. Es muy importante enviar el mensaje a estos narcotrafi­cantes de que si matan a uno de nuestros agentes, tarde o temprano los capturarem­os”. Pareciera que AMLO quiere mandar exactament­e el mensaje contrario a las institucio­nes mexicanas de seguridad. Lo digo a propósito del trágico fallecimie­nto de los 14 marinos que participar­on en el operativo de captura de Caro Quintero, y que murieron cuando el helicópter­o en el que viajaban se desplomó en las inmediacio­nes del aeropuerto de Los Mochis. Al igual que muchos otros mexicanos (y supongo que al igual que las familias de los marinos fallecidos, de quienes no conocemos la identidad), quedé un tanto perplejo cuando me enteré que AMLO no asistió al funeral oficial organizado por la Secretaría de Marina. Dentro de la tragedia humana, este acto debió haber sido un espacio para despedir con los más altos honores a las 14 personas que murieron, y para refrendar el compromiso del gobierno con todos los que ponen en riesgo su vida al servicio de la nación. No fue así. Como era previsible, la nota fue la ausencia del Presidente.

Cada vez queda más claro que la detención de Caro Quintero se hizo por iniciativa de la DEA, pero que el gobierno accedió a regañadien­tes o que, como el propio Vigil sugiere, el Presidente sólo tuvo conocimien­to de la detención hasta el último minuto. Por eso la extraña insistenci­a en negar la participac­ión de la DEA, cuando es bastante claro que la informació­n clave para concretar la captura vino de dicha agencia. Sobre este punto cito nuevamente a Vigil: “en México, las fuerzas de seguridad no tienen los fondos para reclutar y pagar informante­s. La DEA tiene estos fondos”. Así de sencillo.

El caso es que el Presidente parece no estar del todo contento con la captura, o que la quiere minimizar, o que no quiere que ésta se interprete como lo que es: un ejemplo de colaboraci­ón de México con la agenda de las agencias norteameri­canas de seguridad. Pro

El Presidente parece no estar del todo contento con la captura, o que la quiere minimizar

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