El Financiero

Corcholata­zos

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

La guerra de las corchola- tas ha comenzado. Era de esperarse. Personajes cercanos –unos más, otros menos– al presidente López Obrador han entrado en una competenci­a incierta para ser candidat@ a la Presidenci­a en 2024. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal participan en esta suerte de apuesta del Presidente por ver quién lo convence, quién lo conmueve para quedarse con la estafeta y tener el mayúsculo honor de seguir después de Obrador. Todos sabemos que AMLO es el gran elector en esta contienda. El Presidente, como lo ha dejado en claro desde hace muchos años, no es un hombre que tenga conviccion­es democrátic­as, salvo si él gana. No cree en las competenci­as internas, no cree en la legitimida­d que dan las urnas, ni siquiera cree en el debate como forma de enriquecer las ideas. A él le gusta imponer y, para muestra, nada más revisar sus decisiones, las maneras en que se hizo candidato y la forma en que gobernó a principios de este siglo la CDMX. Dice que su método son las encuestas en las que siempre gana él –ya se la hizo una vez a Marcelo– y que eso es lo que aplicará. Lo que está haciendo es una simulación de competenci­a como las que hacía el PRI en sus épocas doradas –tiempos que añora en todos los sentidos nuestro Presidente–. Él decidirá quién será la persona que continúe con su labor de devastació­n nacional.

Es de sobra conocido que la señora Sheinbaum es ‘la consentida del profesor’. Él no escatima elogio alguno sobre su colaborado­ra, la placea, le arregla los problemas, le acerca a su gente. Ella, en agradecimi­ento, ha intentado una suerte de mimetismo con su líder que le sale francament­e mal. La falta de carisma de Claudia es enorme y quién sabe si le dé tiempo para suplirla de otra manera. Por el momento anda movida de acá para allá para que la conozcan y sepan cómo se llama, por lo menos. Pero es en quien confía el Presidente en términos políticos y, segurament­e, también personales para seguir con su proyecto.

Marcelo está muy contento de que lo dejen participar y lo ha agradecido públicamen­te a su jefe, el Presidente. También se ha molestado y su equipo se ha quejado de las ilegalidad­es que comete Claudia en su “precampaña”. Como ya mencioné renglones arriba, AMLO un día

Morena es un partido sin reglas, en el que la forma de llegar es el agandalle

le hizo a Marcelo aquello de ‘dice mi encuesta que siempre no’, y lo bajó de la competenci­a presidenci­al hace varios años. El Presidente sabe que Marcelo es un neoliberal emboscado en su movimiento, un salinista agazapado tras el movimiento con inclinacio­nes por los oropeles del poder. Desde hace tiempo el senador Ricardo Monreal se ha quejado de que los dados están cargados, que la cancha no es pareja. En efecto, Monreal tiene, según se ve de fuera, razón en eso. Lo tratan como un elemento marginal de la contienda, es clarísimo que no goza ni de la confianza ni de la simpatía del Presidente y que, como consecuenc­ia, librará una batalla muy desigual, si es que llega al final de la misma, cosa que casi nadie cree que vaya a suceder.

Y Adán Augusto... pues está ahí para pasarla bien y echar despapaye.

La cosa es que el pleito ha comenzado y no se ve claro que Mario Delgado, presidente de Morena y cómico involuntar­io de la política nacional, vaya a poder poner orden. En un partido sin reglas, en el que la forma de llegar es el agandalle y la única palabra que vale es la del líder presidenci­al, no se ve sencillo que las corcholata­s vayan a encontrar una instancia para dirimir sus diferencia­s.

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