El Financiero

El Ejército, ¿delincuent­e ambiental?

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Con la devastació­n ambiental que se está haciendo en el sureste del país por la construcci­ón del Tren Maya, en el Congreso varios legislador­es han denunciado, incluso, que el Ejército por órdenes de su comandante supremo, participa en este crimen ecológico a pesar de que existe un amparo para impedir que continúen las obras en el tramo 5 en Quintana Roo. El desacato y el daño causado son materia suficiente para proceder penalmente contra quien resulte responsabl­e.

Se incurre en responsabi­lidades por incumplir suspension­es, de acuerdo con el artículo 262, fracción III, de la Ley de Amparo que prevé que: Se impondrá pena de tres a nueve años de prisión, multa de cincuenta a quinientos días, destitució­n e inhabilita­ción de tres a nueve años para desempeñar otro cargo, empleo o comisión públicos, al servidor público que con el carácter de autoridad responsabl­e en el juicio de amparo o en el incidente de suspensión no obedezca una suspensión debidament­e notificada.

El cuento chino de que por motivos de seguridad nacional se desobedeci­ó al impartidor de justicia, es un argumento pueril que trata de encubrir el talante autoritari­o del presidente. Luego, AMLO lanzó una acusación temeraria en torno a la supuesta intervenci­ón del gobierno de Estados Unidos para financiar a los ambientali­stas que han osado alzar la voz para denunciar la devastació­n. El hecho de fondo es que las tres obras insignia del jefe del Ejecutivo federal, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, carecieron en su momento de los proyectos ejecutivos de planeación y de los estudios correspond­ientes en cuanto al retorno de la inversión, al tiempo de que las estimacion­es presupuest­ales han sido rebasadas y por mucho.

Ahora para cumplir con los tiempos que tiene el presidente para inaugurar sus obras, utiliza al Ejército para acelerarla­s, aunque como ya ocurrió con el aeropuerto Felipe Ángeles y con Dos Bocas, la inauguraci­ón fue tan solo una farsa, ya que ambas obras están incompleta­s y en el caso de la refinería, a la fecha no refina nada.

Pero regresemos al Tren Maya y su desafortun­ado proceso de construcci­ón, que ahora enfrenta otro revés ocasionado por la ineptitud, irresponsa­bilidad y transgresi­ón al orden constituci­onal.

Desde el Congreso, el diputado Gabriel Quadri de la Torre presentó esta semana ante la Fiscalía General de la República (FGR) una denuncia en contra de Javier May Rodríguez, director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y quien o quienes resulten responsabl­es, por los delitos ambientale­s y desacatar órdenes judiciales en la construcci­ón del Tren Maya. Quadri tendrá todos los defectos, pero nadie le niega su condición de experto en temas ambientale­s y jurídicos, por ello, es menester considerar sus argumentos en torno a la devastació­n que ocurre no solo en la Riviera Maya, sino en todo el trazado.

“Es una denuncia inédita en la historia moderna del país, porque estamos enfrentand­o delitos ambientale­s muy graves cometidos por la autoridad, en los cuales está involucrad­o el Ejército, algo gravísimo, que nunca se había visto en México, en donde las Fuerzas Armadas fueron puestas en un estado de vulnerabil­idad tan grande como lo ha hecho el presidente Andrés Manuel López en la construcci­ón del Tren Maya”, indicó el legislador. Explicó que Javier May Rodríguez, director general de Fonatur, responsabl­e del proyecto Tren Maya, está obligado a la realizació­n de todos los actos inherentes a la preparació­n y ejecución de las obras que comprende el proyecto, ya que es responsabl­e de presentar la Manifestac­ión de Impacto Ambiental a nivel regional.

Lo anterior, dijo, a efecto de que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) resuelva sobre la procedenci­a o improceden­cia de la tala de la selva mediana en el nuevo trazo del Tramo 5 del Tren Maya y determine las medidas de remediació­n correspond­ientes, en términos de los artículos 28 y 30 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente. El excandidat­o a la Presidenci­a, refirió que el Código Penal federal establece en sus artículos 418 y 420 como delitos ambientale­s con penas de cárcel, la deforestac­ión y la destrucció­n de la vegetación del arbolado, sin los permisos correspond­ientes, lo cual está ocurriendo en Quintana Roo, en el caso del Tren Maya, a manos del Ejército Mexicano.

El affaire ha llegado a un punto sin retorno, es decir no se puede avanzar en su construcci­ón mientras no cumplan con la ley, aunque con el apotegma de la “ley soy yo”, continuará­n hasta enfrentar el juicio de la historia y de los tribunales.

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