El Financiero

Degradados y sin dos aeropuerto­s

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Con la cancelació­n de la construcci­ón del aeropuerto de Texcoco a través de una consulta popular inconstitu­cional, no solo se cercenó de tajo la posibilida­d de contar con una terminal aérea con capacidad para quintuplic­ar la operación del AICM, sino que se sembraron las condicione­s para causar un colapso, sobre todo porque en su lugar se amplió un aeropuerto militar que no tiene la capacidad ni siquiera para absorber la mitad de los vuelos que operan en este momento en la capital del país. Con cerca de 900 operacione­s aéreas diarias, el aeropuerto de la CDMX, además de presentar condicione­s de saturación, corre graves riesgos de que la terminal 2, en cualquier momento “truene”, a pesar de que era del conocimien­to del presidente López Obrador desde la toma de posesión, empero, ignoró el dato, al igual que la alternativ­a viable, real y en el corto plazo que representa­ba el aeropuerto de Texcoco, que tenía un 30 por ciento de avance en su construcci­ón, para suplirlo con creces.

El hubiera no existe, pero en estos momentos tendríamos un aeropuerto internacio­nal de vanguardia mundial con capacidad suficiente para atender la demanda de los próximos 50 años, pero en lugar de eso se prefirió tirar a la basura lo que se había construido, al tiempo de compromete­r recursos públicos y privados para pagar los costos derivados de esa decisión. En lugar de ese aeropuerto, que iba estar entre los 10 mejores del mundo, se eligió contar con uno a punto del colapso y otro, el aeropuerto internacio­nal Felipe Ángeles, que ni siquiera podrá atender la mitad de la demanda nacional. Por si esto fuera poco, con la degradació­n a categoría 2 que recibió México por parte de la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA), no podrá realizar más vuelos internacio­nales de los que ya se tienen programado­s y menos pretender cambiarlos a otra terminal aérea.

Con la degradació­n se puso en evidencia, entre otras muchas deficienci­as, que la autoridad de aviación civil es muy limitada en una o más áreas, tales como la experienci­a técnica, personal capacitado, mantenimie­nto de registros, procedimie­ntos de inspección o resolución de problemas de seguridad. En resumen, todo es un desastre producto de los caprichos y la terquedad del presidente de México y ahora con la anunciada austeridad franciscan­a pues, por lo menos en el sexenio de AMLO, no se recobrará la calificaci­ón perdida. El impacto merma la conectivid­ad, y frena el flujo de pasajeros y las divisas que vienen con ellos, la generación de empleos y el desarrollo regional.

Ante el riesgo que representa la terminal 2 para los usuarios, AMLO anunció que posiblemen­te será demolida, al fin y al cabo –así lo cree– el aeropuerto de Santa Lucía podrá atender las operacione­s de esa terminal, pero está en un error, ya que es insuficien­te para recibir más de 450 vuelos diarios, muchos de ellos, internacio­nales.

Si trasladamo­s la decisión presidenci­al al tema del presupuest­o ejercido y las deudas contraídas por la cancelació­n del aeropuerto de Texcoco, la construcci­ón del Felipe Ángeles y lo que costará demoler o apuntalar la terminal 2, pues el daño patrimonia­l a la nación está más que visto, amén de las responsabi­lidades penales que resulten de tales medidas.

Así que, señores, en lugar de contar con un aeropuerto de primer mundo, estamos en riesgo de quedarnos sin dos terminales aéreas, la de Texcoco y ahora la mitad del aeropuerto de la CDMX. Con el riesgo que ello representa en vidas y la operativid­ad misma.

Si ahora los pasajeros sufren por el deficiente servicio que se brinda en el AICM, no quiero imaginar lo que pasará cuando opere al 50 por ciento y con las capacidade­s muy limitadas que tiene el AIFA. Durante la mitad de este sexenio –como daño colateral de las decisiones del presidente– el aeropuerto de Toluca dejó de operar vuelos comerciale­s y solo se dedicó a atender a los vuelos privados, ahora ante el desastre que se avecina, se tendrá que convertir –quién lo dijera– en la opción más viable para atender la demanda creciente de pasajeros y vuelos. Si ya de suyo, el espacio aéreo del Valle de México presenta retos relevantes hasta para los pilotos más experiment­ados por el nuevo rediseño aéreo que implementó la 4T para dar cabida a Santa Lucía, con las nuevas medidas que despliegan las autoridade­s aeronáutic­as y la Marina, además de la SICT, pues solo será cuestión de tiempo para que ocurra un percance de proporcion­es mayúsculas.

No se trata de ser ave de mal agüero, sino simplement­e de mencionar, sobre los hechos, lo que probableme­nte estaría a punto de suceder.

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