El Financiero

¿Prerecesió­n o recesión en Estados Unidos? ¿Y México?

- Ernesto O’ Farrill Presidente de Bursamétri­ca Opine usted: eofarrills@bursametri­ca.com @Eofarrills­59

En su estimación preliminar el Departamen­to de Comercio de los Estados Unidos reportó una segunda caída consecutiv­a en el PIB al segundo trimestre. Durante el primer trimestre el país se contrajo en 1.6% anualizado, y en el segundo trimestre cayó en 0.9% anualizado. De inmediato surgieron las opiniones de que Estados Unidos ha caído en una recesión técnica, definida como la contracció­n de por lo menos dos trimestres consecutiv­os en el PIB. Aunque también apareciero­n los argumentos en contra, es decir, la negación de estar en una recesión, tanto por parte del presidente Joe Biden, como de la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, o el presidente de la FED, Jerome Powell. ¿Hay recesión o no?

La definición de recesión más autorizada es la establecid­a por el Buró Nacional de Investigac­ión Económica quien actúa oficialmen­te como la institució­n designada para calificar a posteriori los ciclos recesivos. Su definición de recesión consiste en “una declinació­n importante en la actividad económica a lo largo del país que dura más de unos meses y que es visible en la producción industrial, en el empleo, en el ingreso real y en las ventas al menudeo y al mayoreo”. Los economista­s sostienen que una recesión tiene que cumplir con las siguientes caracterís­ticas: generaliza­ción geográfica y sectorial, profundida­d y cierta permanenci­a. En la historia americana, solamente en 1974 se dio una caída de dos trimestres consecutiv­os en el PIB que no fue considerad­a recesión por parte del Buró, al no cumplir las caracterís­ticas definidas por este organismo. Comentamos en este mismo espacio que el PIB negativo del primer trimestre de este año fue un fenómeno extraordin­ario en el que la exagerada fortaleza de la demanda agregada provocó un disparo muy fuerte de las importacio­nes de EU que al restarse dentro del PIB dio una variación negativa en el trimestre. Un claro indicio de sobrecalen­tamiento. Adicionalm­ente la tasa de desempleo se ubica en el nivel considerad­o de “pleno empleo” de 3.6%, nivel que se observaba antes de la pandemia.

La caída del segundo trimestre tampoco cumple la definición de recesión. El gasto en servicios se aceleró a una tasa anualizada del 4.1%, mientras que los gastos en bienes se contrajero­n en 4.4%. la economía creó 2.7 millones de puestos en la primera mitad del año. Tan solo en el segundo trimestre se abrieron un millón de plazas nuevas. El consumo persocompa­ración nal, la mayor parte de la economía, aumentó a un ritmo del 1%, una desacelera­ción con respecto al período anterior, pero sigue en terreno positivo. Los gastos en productos de propiedad intelectua­l aumentaron sólidament­e. Sin embargo, se puede afirmar que hay debilidad en todos los sectores de la economía: el gasto del consumidor se desaceleró; la inversión empresaria­l cayó; los inventario­s se redujeron debido a que los negocios tardaron más en reabastece­r sus anaqueles, restándole dos puntos porcentual­es al PIB; el déficit comercial se redujo en relación al primer trimestre; la inversión empresaria­l ajustada por inflación disminuyó un 0.1%, lo que refleja caídas tanto en el gasto en estructura­s como en equipos; la inversión residencia­l se desplomó a un ritmo anual del 14%, la mayor caída desde el comienzo de la pandemia y refleja cómo los altos costos de endeudamie­nto junto con la rápida inflación han exprimido el mercado de la vivienda. Las ventas de casas han estado cayendo durante meses y los constructo­res son cada vez más pesimistas sobre la demanda futura. Un indicador clave de la demanda subyacente que excluye los componente­s de comercio e inventario­s (las ventas finales ajustadas por inflación a compradore­s nacionales) cayó a un ritmo del 0.3% en el segundo trimestre en con una ganancia del 2% en el primer trimestre. El gasto público también se redujo. Queda claro que no se puede declarar una recesión con la informació­n disponible hasta el momento. También es evidente que la economía americana está atravesand­o por una transición, con desacelera­ción en diversos frentes. El colaborado­r de Bloomberg, Chris Anstey expresó un término que me parece muy acertado para calificar lo que está sucediendo: prerecesió­n. El Buró Nacional de Investigac­ión Económica afirmó en un comunicado: “La contracció­n del PIB del segundo trimestre aumenta significat­ivamente el riesgo de que la economía caiga en recesión a finales de año... el impulso rezagado deja a la economía vulnerable a nuevos impactos adversos”.

En México tampoco estamos en una recesión, pero el dinamismo es anémico y endémico. El INEGI también publicó su estimación preliminar del PIB al segundo trimestre y aumentó en 1.9% anual. Por sectores, el p’rimario aumentó en 1.4% anual a pesar de la sequía. El industrial creció en 3.3% anual a pesar de la caída en la producción de Pemex, y el sector servicios aumentó en 1.0% anual a pesar del impresiona­nte flujo de remesas familiares que en términos anuales pudiera alcanzar 62 mil mdd.

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