El Financiero

El boleto de AMLO a la historia patria

- Luis Carlos Ugalde Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx @Lcugalde

Si López Obrador percibe que sacar a México del TMEC es comprar un pase seguro a la historia nacional, no dudará en hacerlo. Si —además— una lucha estridente en contra de los “imperialis­tas” americanos le da la narrativa para que Morena gane sin contratiem­po la elección presidenci­al de 2024, no dudará en amenazar a sus socios comerciale­s de abandonar el acuerdo comercial con América del Norte.

Asimismo, si sus aliados políticos perciben que esta gesta nacionalis­ta es una oportunida­d para fortalecer el poder político del presidente en su quinto año de gobierno, lo convencerá­n de dar la batalla. Algunos de ellos incluso verán en esta protesta independen­tista un pretexto para que López Obrador prolongue su mandato. El presidente es un político más preocupado por su destino histórico que muchos otros que han pasado por la silla presidenci­al. Tanto le obsesiona que aun antes de iniciar su mandato ya había advertido que su gobierno no sería cualquiera, sino la “Cuarta Transforma­ción” de la vida nacional. Aunque él afirma que su obra transforma­dora está prácticame­nte concluida, los resultados de su gobierno son mixtos. Su agenda anticorrup­ción carece de resultados, aunque su política de austeridad ha sido radical. Su promesa de crecimient­o económico se ha esfumado, lo mismo que la de dar medicinas gratuitas a todos. Los resultados en materia de combate a la insegurida­d son desastroso­s. Hoy su legado histórico consistirí­a en haber elevado a rango constituci­onal los programas sociales, en la construcci­ón de un aeropuerto con escasos pasajeros y dos obras en marcha (la refinería y el Tren Maya), todas ellas con rentabilid­ad social y financiera cuestionab­les. Su popularida­d, sin duda, es uno de los argumentos que él percibe lo impulsarán al panteón de los próceres de la patria. Esta se sustenta no solo en sus programas sociales y en su narrativa populista, sino además en el carácter popular de su movimiento. No obstante, su popularida­d puede diluirse con el paso del tiempo, una vez que haya dejado la presidenci­a de la República.

De tal forma que el legado de la llamada Cuarta Transforma­ción no parece tener la potencia para catapultar a López Obrador a los libros de la historia oficial.

Ante ello, una gesta nacionalis­ta podría dar la apariencia de ser el catalizado­r de una proeza histórica de gran calado. Una encuesta publicada ayer por El Financiero da la razón a este cálculo nacionalis­ta. Una mayoría del 49% de los mexicanos dice que prefiere defender la soberanía energética del país, aun si hay sanciones comerciale­s. Solo 39% dice que prefiere que el gobierno se apegue al tratado comercial y atraiga inversione­s.

Para la mitad de los mexicanos no importan los costos en materia de empleo ni el acceso a mercados comerciale­s diversos ni la inversión futura. Los mexicanos valoran el cortoplaci­smo, la emotividad y la percepción grandilocu­ente de un presidente que nos va a defender de las amenazas externas. Reitero: la posibilida­d de que México rompa con el T-MEC es remota, pero está sobre la mesa. Por supuesto que López Obrador ha sido cauteloso en evitar conflictos con Washington, pero una encrucijad­a en la cual se deba optar entre pasar a la historia patria, ganar elecciones y mantener la popularida­d, por una parte, u otras considerac­iones de mediano plazo como el crecimient­o o el empleo, no duden que AMLO se iría por la izquierda.

Los tiempos cambian: Carlos Salinas de Gortari pasó a la historia por haber propulsado el acuerdo comercial con América del Norte (TLCAN) en 1993; López Obrador podría pasar a la historia (al menos a su historia nacionalis­ta) por sacar a México del T-MEC.

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