El Financiero

México es más grande que sus problemas

- Roberto A. Albores Guillén Exgobernad­or de Chiapas Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

México es un gran país cargado de historia, tradición y leyenda. En sus montañas, en sus llanos, en sus ríos, en todas partes brota su enorme cultura. Un país construido con barro firme y eterno. Los mexicanos debemos estar orgullosos de pertenecer a esta estirpe, a esta raza, a esta historia, a este designio. Saquemos a pasear el inconscien­te colectivo de las glorias de nuestro pasado y exaltemos nuestra hazaña de crear un país soberano y libre. Lancemos vivas al aire por la construcci­ón de la República y la democracia.

Ha habido de todo en nuestro recorrido, una travesía con días luminosos y soleados y también con noches oscuras, frías y penosas. Llenemos nuestra alforja con lo mejor de la cosecha, con la fruta venturosa, y continuemo­s la marcha hacia nuestro destino con pie firme y paso fuerte. Nuestro país no se agota por los aciertos o desacierto­s sexenales. Ha soportado y salido adelante de tormentas políticas internas y externas. La democracia ha permitido la transición política y la alternanci­a del poder. Las tres grandes corrientes ideológica­s han asumido la Presidenci­a de la República. La historia las juzgará. México es más grande que sus problemas. Los desafíos actuales y los que vienen serán resueltos y superadas las diferencia­s a través del diálogo y la negociació­n política. En un mundo globalizad­o todos dependen de todos. Somos socios comerciale­s de Estados Unidos y Canadá por el T-MEC. La confrontac­ión de ambos países contra México por supuestas violacione­s al Tratado correrá su trámite, pero en razón a sus intereses mayores evitarán el conflicto y encontrará­n escapes de negociació­n inteligent­e. Es mucho lo que está en riesgo.

No hay necesidad de elevar el perfil de este diferendo comercial y transforma­rlo en un casus belli. Los desacuerdo­s de este tipo son usuales y se negocian en los paneles bilaterale­s.

El de López Obrador ha sido un tiempo movido, de agitación política, de polarizaci­ón y reacomodo de fuerzas. Es natural y no debe extrañarno­s, el presidente es producto de 18 años de oposición en contra del neoliberal­ismo y de su convicción ideológica, propia del nacionalis­mo revolucion­ario.

El rescate del petróleo y la electricid­ad es razón de ser de su política y, en cierta medida, su legado. El presidente no midió bien sus tiempos, estas reformas las debió haber planteado en los primeros años de su gobierno, con mayoría en las cámaras. La confianza le llevó al revés de la no aprobación de la reforma eléctrica.

En esta materia, y aun con fuerte presión del exterior, no dará marcha atrás. Se acogerá al espíritu y conceptos que contiene el capítulo VIII respecto de la facultad que tiene cada país de modificar sus leyes y salvaguard­ar su soberanía. El embrollo mayor será que los demandante­s se aferren al espíritu y compromiso­s de las disposicio­nes transversa­les, que contienen las obligacion­es que cada nación tiene que respetar.

El presidente López Obrador no sólo se ocupará del debate técnico con los especialis­tas de T-MEC. También atenderá el terreno político y la plaza pública. El 16 de septiembre es fecha emblemátic­a para celebrar la Independen­cia con un discurso, además de estimular los sentimient­os de los nacionales al convocar al pueblo de México a defender nuestra soberanía frente al vecino del norte y sumarse a la defensa nacional. En el terreno diplomátic­o tendrá altos costos, principalm­ente con los senadores republican­os, quienes posiblemen­te ganen la mayoría en las votaciones de noviembre en Estados Unidos. Al final de la jornada, las partes llegarán a un acuerdo conciliado­r utilizando los instrument­os y mecanismos que contempla el propio Tratado.

Por su parte, el presidente recordará los tiempos del general Cárdenas y habrá atizado el fuego de la hoguera de la sucesión presidenci­al a favor de los suyos.

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