México es más grande que sus problemas
México es un gran país cargado de historia, tradición y leyenda. En sus montañas, en sus llanos, en sus ríos, en todas partes brota su enorme cultura. Un país construido con barro firme y eterno. Los mexicanos debemos estar orgullosos de pertenecer a esta estirpe, a esta raza, a esta historia, a este designio. Saquemos a pasear el inconsciente colectivo de las glorias de nuestro pasado y exaltemos nuestra hazaña de crear un país soberano y libre. Lancemos vivas al aire por la construcción de la República y la democracia.
Ha habido de todo en nuestro recorrido, una travesía con días luminosos y soleados y también con noches oscuras, frías y penosas. Llenemos nuestra alforja con lo mejor de la cosecha, con la fruta venturosa, y continuemos la marcha hacia nuestro destino con pie firme y paso fuerte. Nuestro país no se agota por los aciertos o desaciertos sexenales. Ha soportado y salido adelante de tormentas políticas internas y externas. La democracia ha permitido la transición política y la alternancia del poder. Las tres grandes corrientes ideológicas han asumido la Presidencia de la República. La historia las juzgará. México es más grande que sus problemas. Los desafíos actuales y los que vienen serán resueltos y superadas las diferencias a través del diálogo y la negociación política. En un mundo globalizado todos dependen de todos. Somos socios comerciales de Estados Unidos y Canadá por el T-MEC. La confrontación de ambos países contra México por supuestas violaciones al Tratado correrá su trámite, pero en razón a sus intereses mayores evitarán el conflicto y encontrarán escapes de negociación inteligente. Es mucho lo que está en riesgo.
No hay necesidad de elevar el perfil de este diferendo comercial y transformarlo en un casus belli. Los desacuerdos de este tipo son usuales y se negocian en los paneles bilaterales.
El de López Obrador ha sido un tiempo movido, de agitación política, de polarización y reacomodo de fuerzas. Es natural y no debe extrañarnos, el presidente es producto de 18 años de oposición en contra del neoliberalismo y de su convicción ideológica, propia del nacionalismo revolucionario.
El rescate del petróleo y la electricidad es razón de ser de su política y, en cierta medida, su legado. El presidente no midió bien sus tiempos, estas reformas las debió haber planteado en los primeros años de su gobierno, con mayoría en las cámaras. La confianza le llevó al revés de la no aprobación de la reforma eléctrica.
En esta materia, y aun con fuerte presión del exterior, no dará marcha atrás. Se acogerá al espíritu y conceptos que contiene el capítulo VIII respecto de la facultad que tiene cada país de modificar sus leyes y salvaguardar su soberanía. El embrollo mayor será que los demandantes se aferren al espíritu y compromisos de las disposiciones transversales, que contienen las obligaciones que cada nación tiene que respetar.
El presidente López Obrador no sólo se ocupará del debate técnico con los especialistas de T-MEC. También atenderá el terreno político y la plaza pública. El 16 de septiembre es fecha emblemática para celebrar la Independencia con un discurso, además de estimular los sentimientos de los nacionales al convocar al pueblo de México a defender nuestra soberanía frente al vecino del norte y sumarse a la defensa nacional. En el terreno diplomático tendrá altos costos, principalmente con los senadores republicanos, quienes posiblemente ganen la mayoría en las votaciones de noviembre en Estados Unidos. Al final de la jornada, las partes llegarán a un acuerdo conciliador utilizando los instrumentos y mecanismos que contempla el propio Tratado.
Por su parte, el presidente recordará los tiempos del general Cárdenas y habrá atizado el fuego de la hoguera de la sucesión presidencial a favor de los suyos.