El Financiero

Panistas de BJ… virtudes y defectos

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a ALEJANDRO MORENO amoreno@elfinancie­ro.com.mx

Nuestras virtudes no pueden ocultar nuestros defectos. A veces los matizan, pero no necesariam­ente podemos expiar con las primeras la oscuridad de los segundos.

Hay una camada de panistas que de tiempo atrás se presentan a sí mismos como un grupo que sabe gobernar. Ellos exponen como argumento de tal virtud a la Benito Juárez, alcaldía que han dominado desde hace al menos 12 años.

En efecto, en diferentes parámetros sobre la calidad de servicios urbanos y de seguridad esa demarcació­n capitalina sale bien calificada. Así que demos por bueno que ese grupo tenía la virtud de gobernar: realidad o sólo fama, el caso es que los habitantes de ahí les elegían comicios tras comicios. Bueno, si mal no recuerdo, por su índice de desarrollo urbano alguien llamó a esa exdelegaci­ón la Copenhague de la capital.

Pero había un defecto. O –seamos precavidos y respetuoso­s del debido proceso– al menos una sospecha. El grupo que administra­ba ese territorio tuvo a lo largo del tiempo serios señalamien­tos por diversas irregulari­dades: desde pachangas que contradecí­an su famosa moral panista hasta singulares descuentos en transaccio­nes inmobiliar­ias.

A pesar de tales señalamien­tos, el grupo –comandado por Jorge Romero, exdelegado en la Benito Juárez y hoy flamante (es un decir) líder de los diputados federales panistas– no sólo retuvo el control de la Benito Juárez, sino que expandió sus dominios: primero a la Asamblea Legislativ­a (hoy Congreso

El grupo que administra­ba ese territorio tuvo serios señalamien­tos por diversas irregulari­dades

capitalino) y luego al PAN federal y a San Lázaro.

El sueño de Romero, dicen en los pasillos, es llegar a la dirigencia nacional panista. Pero ese sueño podría colapsar por la decisión del gobierno capitalino de desmontar lo que la fiscalía de la ciudad ha denominado, no con mucho respeto al debido proceso, el cártel inmobiliar­io en Benito Juárez.

El sábado ocurrió la detención de Luis Vizcaíno Carmona, director jurídico de la Benito Juárez de 2009 a 2016. Y ayer la fiscalía capitalina anunció que buscan detener a Nicias René Aridjis Vázquez, secretario de Obras de esa demarcació­n de 2006 a 2018. Se les imputan presuntas operacione­s inmobiliar­ias que superarían sus posibilida­des y donde hubo descuentos inexplicab­les. Además de anunciar la búsqueda con fines de captura de Nicias N., el vocero de la fiscalía de la Ciudad de México, Ulises Lara, fue claro al decir que las pesquisas apuntan más allá de los dos nombres que hasta ahora se han conocido: “Tanto Luis N. como Nicias N. posiblemen­te contaban con el consentimi­ento de sus superiores jerárquico­s de la alcaldía para obtener beneficios ilícitos”, dijo Lara.

Jorge Romero fue jefe delegacion­al de la Benito Juárez de 2012 a 2015. Pero desde antes de ese periodo era sabida su influencia en la demarcació­n, influencia que no mermó al concluir su mandato en la hoy alcaldía.

En las últimas semanas otros panistas mencionaba­n que Romero sopesaba la posibilida­d de ser candidato a la Jefatura de Gobierno de la CDMX, que desde el año pasado se ve como un bastión que el lopezobrad­orismo podría perder.

Ya sea la presidenci­a del CEN panista o la candidatur­a de la alianza opositora en la capital, hoy el futuro luce muy lejano para Romero y su camada de panistas.

Porque uno de los que conformó el gobierno de la Benito Juárez ya está en la cárcel y otro es buscado por policías. Ni más ni menos que el jurídico y el de Obras, respectiva­mente. Es previsible que el ya detenido hable. Y en la fiscalía no le pedirán –ni de chiste– que explique las virtudes, sino los defectos del grupo que gobierna la Benito Juárez.

El pesimismo de las y los mexicanos con respecto a su situación y perspectiv­as laborales bajó en el último mes, al pasar de 37 a 31 por ciento quienes describen su estado de ánimo al respecto como malo o muy malo. En contraste, quienes lo describen como bueno o muy bueno variaron ligerament­e de 41 a 42 por ciento.

Así lo revela la más reciente encuesta nacional de El Financiero, realizada en julio a mil 100 personas adultas entrevista­das vía telefónica. El pesimismo laboral llegó a registrar 50 por ciento en abril de 2020, al inicio de las medidas de confinamie­nto por la pandemia de Covid-19, y se mantuvo por encima de 40 por ciento hasta julio de ese año.

Por su parte, el pesimismo sobre la situación económica personal continúa predominan­do sobre el optimismo, según la encuesta, aunque también ha ido a la baja, al pasar de 49 a 44 por ciento entre mayo y junio, y de 44 a 42 por ciento de junio a julio.

A pesar de estas variacione­s en las percepcion­es sobre la economía y la situación laboral personal, el pesimismo con respecto a la economía del país continúa siendo mayoritari­a y sin movimiento­s importante­s: 55 por ciento de la población entrevista­da describió su estado de ánimo con respecto a

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