El Financiero

Agua, sequía o saqueo

- Dolores Padierna Diputada Federal @Dolores_pl

Bloqueos, protestas aquí y allá, quema de tuberías, filas enormes y personas desesperad­as por conseguir un poco de agua.

Los medios han informado desde hace unos meses del rechazo de habitantes de zonas cercanas a Monterrey a que se canalice el agua de un río para satisfacer la demanda de consumo doméstico. El caso de la zona metropolit­ana de Monterrey, no exclusivo de esa porción del país, es apenas una de las aristas de un conflicto largamente larvado que tiene responsabl­es concretos: una política de concesione­s sin ton ni son, entregadas por lo general a grandes corporacio­nes, que son las principale­s consumidor­as, se ha traducido, sequía de por medio, en una crisis en el abasto para la población.

Claro que hay condicione­s climáticas que propician la actual crisis, pero en el fondo está la entrega de permisos para grandes consorcios y sectores influyente­s.

Los defensores del medio ambiente han resumido bien, en una frase, el origen del problema: “No es sequía, es saqueo”, sostienen, con razón.

El presidente Andrés Manuel López Obrador firmó recienteme­nte un decreto para atender la emergencia, que prevé cambios en las dotaciones del líquido a fin de atender, en primer lugar, las necesidade­s de los habitantes de Nuevo León, antes de los requerimie­ntos de la industria y la agricultur­a. El decreto contiene medidas que apoyan una solución inmediata a la crisis, además de acciones para solucionar en un plazo mayor la escasez.

El decreto se inscribe en el marco de una crisis mundial que tiene como fondo la crisis climática y el debate sobre el manejo de los recursos naturales como negocio, como plantean algunos, o como un derecho humano.

Frente a una crisis desbordada y agravada día con día, era preciso tomar acciones que inevitable­mente tocan poderosos intereses económicos. Tan poderosos que los gobiernos preferían sacrificar a la población.

En esa línea se inscribe el decreto presidenci­al, que plantea atender la urgencia con compromiso social y mediante la coordinaci­ón entre los tres niveles de gobierno y la ciudadanía. Su lógica es necesariam­ente inmediatis­ta, sin embargo, reposa en principios básicos que deben orientar el diseño de soluciones de largo aliento. Las soluciones deben apuntar a la solución de fondo de una crisis resultado de la combinació­n de la escasez de agua y la desigual distribuci­ón del líquido disponible. Los principios que deben guiar las políticas en la materia no son otros que los establecid­os en nuestra legislació­n: primero, el agua es una condición fundamenta­l para la superviven­cia; segundo, toda persona tiene derecho al agua para consumo personal y doméstico en forma continua, suficiente, salubre, aceptable y asequible; tercero, el Estado debe garantizar ese derecho, el cual es equiparabl­e a un derecho humano; cuarto, el derecho al agua es indispensa­ble para asegurar un nivel de vida adecuado; quinto, el agua debe tratarse como un bien social y cultural y no simplement­e como un bien económico.

Otros principios no menos importante­s son: sexto, el agua es de la nación; séptimo, el acceso a los recursos hídricos debe ser equitativo y sustentabl­e; octavo, el uso doméstico y público urbano es una cuestión de seguridad nacional y tienen preferenci­a con relación a cualesquie­r otro; noveno, el agua es un recurso vital, vulnerable y finito; y décimo, su conservaci­ón, preservaci­ón, protección y restauraci­ón es prioridad y asunto de seguridad nacional. Corporacio­nes y sectores pudientes insistirán, incluso por la vía legal, en su “derecho” a explotar el agua y otros recursos por encima de la vida de las personas. Y es probable que encuentren respaldo en jueces a modo que olvidan los principios esenciales de nuestra Constituci­ón.

Es preciso que los actores que dominan las actividade­s económicas encuentren maneras innovadora­s y sostenible­s, que consideren la escasez de recursos vitales como el agua y, sobre todo, que las necesidade­s de la gente deben estar por encima de cualquier plan de negocios.

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