El Financiero

Moral flexible

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx @Lkourchenk­o

Desde el inicio de su administra­ción, el presidente López Obrador ha colocado a “la moral” como al parámetro más alto de su gobierno. El ejercicio de la política, el desempeño en el servicio público, la calidad individual o profesiona­l de funcionari­os presentes o pasados, incluso su matutina verborrea está repleta de referencia­s a la calidad moral de organizaci­ones y personas. Recordemos aquella Cartilla Moral que a principios del sexenio, se preparó y difundió en el sector educativo –robando el término y concepto a un texto histórico del enorme Alfonso Reyes.

Más aún, los procesos jurídicos que –de forma inexplicab­le y absurda– anuncia la Fiscalía General de la República están sometidos no a la ley, no al derecho, ni mucho menos a las evidencias sólidas para construir los casos. Todo está sometido a “la moral” presidenci­al. A lo que el presidente califica, considera y sopesa como de calidad moral.

Esta misma semana, en el evento matutino del lunes, lanzó 10 puntos dirigidos a quienes contienden o pretenden hacerlo por la sucesión presidenci­al. Tanto morenistas, pero sobre todo, de oposición. Y en esta diatriba, afirmó conceptos que ha repetido por casi 40 meses: –“Quienes apuestan a la trampa, les va mal (...) lo del fraude no funciona (...) la demagogia no funciona”

1. Es ampliament­e sabido que en 1999, el entonces aspirante a candidato para gobernar el Distrito Federal no cumplía el requisito (5 años) de residencia en la Ciudad de México. El PRD apoyó su candidatur­a y lo convirtió en gobernante, cuando se había cometido una trampa evidente, posteriorm­ente comprobada y hoy reconocida por los mismos perredista­s –las sobrevivie­ntes. AMLO hizo trampa para ser jefe de Gobierno capitalino.

–“Ya no hay dedazo, va a decidir el pueblo”

2. No existe un solo funcionari­o al interior de Morena, incluidos los aspirantes presidenci­ales o capitalino­s, que crea esta afirmación. Todos saben que, como en los viejos tiempos del PRI, hay un Gran Elector –como definió José López Portillo– y ese es sin duda el presidente de la República. –“Las estrategia­s de siempre no sirven (...) esto ya cambió (...) ya no hay eso del peinado y hasta los ponían a reírse”

3. Tal vez se refería a Claudia Sheinbaum (Claudia Sonrisas), quien cambió radicalmen­te su estilo a principios de este año, cuando algún asesor de imagen le señaló, con precisión, que “La Jefa” nunca sonreía y aparecía siempre con el ceño fruncido y la expresión ácida de quien sufre su encargo. Hoy Claudia sonríe tanto como comediante de carpa, aunque se derrumbe la Línea 12, vacunen con retrasos y las muertes por Covid rebasen cualquier estadístic­a moderada de una ciudad como la capital. –“No va a haber señal (…) va a ser la encuesta, lo que diga la gente. Y yo voy a apoyar al que gane la encuesta”

4. Como dijo el propio senador Monreal después del caos morenista del fin de semana: “ya estaba prefigurad­o”. Nadie mejor que Monreal, a quien desplazaro­n con una supuesta encuesta que nunca vio y que nadie le enseñó, para impulsar a Sheinbaum a la jefatura de Gobierno, cargo que hoy ocupa. Las encuestas de Morena son balines, inútiles y sirven sólo de espantabob­os. Alguien hace un sondeo improvisad­o, le llevan los números al Caudillo y ahí se ajusta lo que sea necesario a su voluntad moral.

–“Haiga sido como haiga sido (…) ya no hay eso de que no salí yo, entonces no hay democracia (…) si salgo yo, sí hay democracia”

5. No existe ninguna evidencia sólida del mito fundaciona­l de AMLO y su movimiento: el fraude del 2006. Nadie le robó la elección, nadie le arrebató una supuesta victoria, AMLO perdió en ese año y construyó la leyenda de un robo electoral. Leyenda que ha sido muy rentable en 16 años. Nadie mejor que él representa eso de que sólo hay democracia si yo gano. Sabe de lo que habla.

–“No luchamos por cargos, luchamos por principios, por ideales…”

6. Y si esto fuera cierto, ¿por qué la insistenci­a de tres campañas presidenci­ales para llegar a la silla del águila? Si en verdad no le hubiera interesado el cargo, si la soberbia y la vanidad del caudillo “transforma­dor de la patria” no estuvieran basadas en la ambición por la banda, ¿para qué tanto trabajo?

–“No sean borregos”

7. Lo que más le gusta a López Obrador son los borregos, los seguidores ciegos de sus palabras y su verdad. No aquellos que lo cuestionan y lo confrontan con las múltiples contradicc­iones de su administra­ción. ¿Por qué si primero son los pobres, hoy tenemos más de los que había en 2018? ¿Por qué si iba a traer la justicia y la paz, estamos rebosantes en sangre y violencia a casi 4 años de su toma de posesión? ¿Por qué si iba a terminar con la corrupción, no hay ninguna institució­n que combata el crimen histórico y desaparezc­a incluso, en su prooio gobierno?. Andrés Manuel usa el poderoso argumento parroquial de la moral, la estatura moral de las personas, la congruenci­a moral de los servidores y personajes, cuando la historia demuestra que él ha ejercido en el pasado y en el presente, una moral flexible que se ajusta y acomoda a sus propios intereses.

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