El Financiero

Mario Delgado, en la cuerda floja

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Andrés Manuel López Obrador sencillame­nte no puede con todo. Entre la Presidenci­a de la República, el liderazgo moral de Morena y establecer las bases para que su proyecto político transciend­a más allá del 2024, le rebasan en sus capacidade­s físicas, por ello requiere de colaborado­res leales y eficaces en quienes delegar responsabi­lidades con la seguridad de que le entregarán buenos resultados.

Está visto, por lo menos, que a Mario Delgado, líder nacional de Morena, ya se le hizo bolas el engrudo, debido a que en varias entidades del país los inconforme­s a su gestión están dispuestos a ir con todo, con tal de expulsarlo de ese partido.

A nivel nacional, las cosas están peores, ya que, si bien es cierto que la figura de AMLO representa un agente de cohesión y liderazgo, lo cierto es que a la hora de operar a la maquinaria de votos y los apoyos que se requieren para sacar adelante una elección, está resquebraj­ada desde los comicios del 2021, en donde el partido en el poder y sus rémoras perdieron la mayoría calificada en la Cámara de Diputados.

En esos momentos y en este año, no se notó la grave polarizaci­ón que existe entre la militancia morenista en los estados, porque sencillame­nte los gobernador­es del PRI y algunos del PAN, operaron en favor de Morena y sus candidatos, y gracias a ello ganaron las elecciones en las entidades en disputa.

Las cosas serán diferentes en 2023, porque ni Alfredo del Mazo en Edomex ni Miguel Ángel Riquelme en Coahuila, jugarán a favor del partido del presidente, y con este antecedent­e entraremos de lleno a la elección presidenci­al. Muchos ilusos, por llamarlos de forma elegante, creen que Morena tiene la presidenci­a de México en la bolsa, empero, no hay que pasar por alto que existen, por ejemplo, liderazgos de la sociedad civil que todavía no sacan la cabeza y personajes políticos de prosapia, como Luis Donaldo Colosio Riojas, que se mantienen a propósito con un bajísimo perfil para evitar el golpeteo indiscrimi­nado de las salvajes huestes del poder. Existen otros políticos de renombre y con serias posibilida­des de compromete­r el proyecto de “transforma­ción de la 4T”, verbigraci­a, el senador Ricardo Monreal, quien a pesar de que lo consideran un “apestado”, lo cierto es que tiene las capacidade­s y los méritos suficiente­s, además de las alianzas necesarias con diversos protagonis­tas del acontecer nacional, para encabezar un proyecto opositor de envergadur­a.

Está claro que Mario Delgado hizo crecer políticame­nte, entre otros tantos factores, a Ricardo Monreal, así como los perversos e intrigosos, quienes se encargaron de grillar al senador, hasta que fue expulsado de Palacio Nacional.

El zacatecano pasó de convertirs­e en una piedra en el zapato de Morena a una barrera infranquea­ble puesta en el camino para evitar que este partido se mantenga en el poder.

Se ha puesto a pensar, estimado lector, qué pasaría si también Marcelo Ebrard es excluido de la contienda presidenci­al al carecer de las condicione­s mínimas de equidad en el proceso. De hecho, el canciller ya exigió piso parejo al dirigente nacional de Morena.

Sabemos que Ebrard es un hombre fiel e institucio­nal, pero estamos también seguros que no permitirá simulacion­es y menos permitirá que los dados estén cargados.

Si Morena tuviera otro dirigente nacional, las cosas serían diferentes, pero con Mario Delgado no hay capacidad de componer el entuerto. Todavía no sé en qué momento se descompuso la relación personal entre el carnal Marcelo y su secretario de Finanzas cuando fuera jefe del Gobierno capitalino, lo que sí sabemos es que Delgado no le está siendo fiel al presidente López Obrador al operar a sus espaldas en la sucesión presidenci­al.

Como un buen jugador de ajedrez, el jefe moral de Morena está jugando sus piezas para destapar al bueno para sucederlo, y en esa partida tiene a Claudia Sheinbaum con Adán Augusto López al frente de la batalla, empero, en cualquier momento cambiará el orden de los alfiles, caballos y torres; bueno, hasta el de la reina para abrir espacio a otros jugadores.

Para operar esta estrategia el presidente requiere, como decíamos al principio de esta columna, a operadores leales y eficaces, aptitudes que en estos momentos ya no tiene Mario Delgado.

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