El Financiero

¿Qué esperar ahora de la FED?

- Ricardo Aguilar Abe Opine usted: analisis@invex.com

En Estados Unidos, la nómina no agrícola de julio sorprendió fuertement­e al alza al registrar una variación de 528 mil plazas respecto al mes previo, contra las 250 mil esperadas por el consenso del mercado. Las ganancias fueron generaliza­das. Destacó por su magnitud el incremento en la nómina del sector de servicios (+402 mil), particular­mente en las categorías de salud (+97 mil) y esparcimie­nto (+ 96 mil). Por si fuera poco, el dato de junio se revisó al alza por un total de 26 mil plazas.

¿Cómo reaccionar­á la Reserva Federal (FED) a estas cifras? ¿El sólido avance del mercado laboral que se confirmó el viernes pasado será suficiente para que el banco central norteameri­cano endurezca su postura en un intento de controlar la inflación más alta en cuatro décadas?

Debería ser así. Es justo ahora, antes que los datos de empleo sean negativos, cuando la FED debería subir su tasa lo más que pueda para contener a una inflación que no cede. No falta mucho para que la tasa de desempleo –uno de los indicadore­s de recesión

Economista en Jefe de INVEX más rezagados–, comience a aumentar. De hecho, el promedio móvil de cuatro semanas de las solicitude­s iniciales del seguro de desempleo ha crecido consistent­e y silenciosa­mente desde el 1° de abril. Asimismo, destacan recientes anuncios en el mercado de capitales sobre despidos en empresas que cotizan en Bolsa.

El ciclo restrictiv­o podría detenerse cuando las cifras oficiales de empleo registren los recortes que ya empiezan en algunas empresas importante­s. Sobre todo, la FED podría frenarse en caso que la Oficina Nacional de Investigac­ión Económica (National Bureau of Economic Research o NBER) emita un comunicado oficial donde se anuncie que la economía de Estados Unidos está en recesión.

¿Estamos en recesión? Es probable. Si bien la nómina no agrícola y el ISM de servicios de julio registraro­n un comportami­ento positivo y mejor al previsto por el mercado, otros indicadore­s –en su mayoría– refuerzan la idea de una próxima caída de la economía norteameri­cana.

Por un lado, el descenso de la tasa de desempleo de 3.6% a 3.5% entre junio y julio, sugiere que el consumo privado, variable que representa el 70% del PIB de Estados Unidos, inició el tercer trimestre con paso firme. El ISM apunta a que dicha fortaleza se registró más en la categoría de servicios que en la de mercancías.

En contrapart­e, no solo el PIB norteameri­cano lleva ya dos caídas consecutiv­as a tasa trimestral. El deterioro que ya muestran el índice de indicadore­s adelantado­s; las principale­s encuestas nacionales y regionales de actividad manufactur­era; la construcci­ón, ventas y recienteme­nte precios de casas, así como algunos datos de inversión no residencia­l, podría acentuarse. A esto habría que agregar una menor creación de inventario­s ante débiles expectativ­as para la demanda y una posible contribuci­ón negativa de las exportacio­nes netas por continuas tensiones geopolític­as.

¿Descenderá la inflación durante la desacelera­ción o contracció­n económica? Precisamen­te esa es la otra gran pregunta que podría hacerse la FED hoy día. Efectivame­nte, las recientes caídas en los precios internacio­nales de materias primas –principalm­ente petróleo– han restado presión en la parte no subyacente (se estima una inflación de 0.3% mensual en julio vs. 1.3% mensual en junio ante menores precios de energía). Por otra parte, la inflación subyacente (la que excluye los precios de alimentos y energía) podría mantenerse elevada (0.5% mensual estimado julio). Es el índice de precios al consumidor subyacente el que no cede.

El efecto que predomine (empleo firme vs. caída del resto de los indicadore­s), así como el posible descenso de la inflación hacia el objetivo de 2% (sobre todo en la parte subyacente) determinar­á la dirección del crecimient­o del PIB y por, supuesto, las próximas reacciones de la FED.

El reciente movimiento a la baja en la tasa de interés del bono norteameri­cano a 10 años reflejó la expectativ­a de una recesión en la economía de Estados Unidos. Ante este escenario, los inversioni­stas del mercado apostaron a que la FED bajaría su tasa tan pronto como 2023 para estimular a una economía en declive. Es probable que esta baja no ocurra –al menos no tan pronto como lo prevé el mercado– si la inflación no desciende conforme a la trayectori­a prevista. En otras palabras, las tasas de interés norteameri­canas podrían permanecer elevadas por más tiempo. Al menos durante todo 2023.

Por ahora, anticipamo­s un incremento de 75 puntos base en la tasa de interés de referencia en la siguiente reunión de septiembre y no descartamo­s 100 puntos base después del dato de empleo que se publicó el viernes. Nuestro estimado para la tasa de interés de referencia terminal de 2022 se ubica en 3.50% (2.50% nivel actual).

El único problema con una política monetaria más agresiva representa­ría, efectivame­nte, pavimentar el camino para llegar más rápido a una recesión. Lo deseable en este caso es que la caída en la actividad económica efectivame­nte logre contener una inflación que a la fecha muestra mucha resistenci­a.

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@raguilar_abe.

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