El Financiero

Tiempos de zozobra en el PRI, por culpa de ‘Alito’

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Alito no le sirve al PRI; al contrario, representa un lastre que ensucia lo que queda de la reputación de ese partido, aunque hay que reconocer que en diferentes entidades del país, el tricolor sigue siendo la fuerza política a vencer, como es el Estado de México y Coahuila, en donde por cierto habrá elecciones el próximo año para cambiar a su gobernador.

Ya sin la titularida­d de la Comisión de Gobernació­n en la Cámara de Diputados, Alejandro Moreno se va quedando sin posiciones, con el estigma de corrupto y de transgreso­r de las leyes.

Más allá del desaseado proceso que derivó en su destitució­n de la presidenci­a de la Comisión de Gobernació­n y que tendrá que ser ratificado por el Pleno de la Cámara baja, está visto que la persecució­n de la 4T en su contra abarca todas las pistas posibles; desde la judicial hasta la legislativ­a y por supuesto en la arena política.

Cuando el presidente López Obrador estaba convencido de que la bancada priista en la Cámara de Diputados iba a votar a favor de su reforma eléctrica, en virtud de contar con la informació­n suficiente sobre la comisión de posibles delitos de Alejandro Moreno durante su paso por la gubernatur­a de Campeche, como lo han revelado los audios presentado­s por su sucesora, los legislador­es tricolores, hay que decirlo, en una actitud valiente y responsabl­e, rechazaron la citada reforma, provocando con ello la ira del tabasqueño.

A partir de ese momento el líder nacional del PRI enfrenta la fuerza del Estado para no solo ser destituido de su actual cargo, sino también ir acotando sus espacios en el Poder Legislativ­o hasta llevar a cabo su desafuero para procesarlo.

Desde luego, la inconformi­dad sobre su gestión que existe entre los priistas es otro elemento relevante para aseverar que solo es cuestión de tiempo para que dimita, toda vez que, por un lado, las pesquisas judiciales en su contra avanzan y, por otro, el Comité Ejecutivo Nacional y los expresiden­tes del Revolucion­ario Institucio­nal ponderan la necesidad de acelerar un cambio en la dirigencia nacional.

Alito es una carga muy pesada para el PRI, que le quita simpatías entre el electorado, al tiempo de ya no ser un interlocut­or confiable en las negociacio­nes que se hacen con los otros partidos de la alianza opositora en torno a presentar una candidatur­a única en los estados de México y de Coahuila.

De hecho, Alfredo del Mazo y Miguel Ángel Riquelme, mandatario­s de esos estados, hacen los amarres necesarios por su cuenta con la representa­ción del PAN y del PRD para, precisamen­te, consolidar a la coalición Va por México en esos comicios.

Ningún presidente del PRI había entregado tan malas cuentas electorale­s como Alejandro Moreno, a tal grado de poner al límite a ese partido para mantener su registro en varias entidades.

Para nadie es un secreto que el Revolucion­ario vive horas de zozobra, en razón de que las decisiones que se tomen en cuanto al relevo de su líder nacional y de la sacudida que debe hacerse en el seno de ese partido para dar un golpe de timón que los encamine, junto con los otros partidos de oposición, a recuperar la Presidenci­a de México.

El voto de confianza expresado en las urnas en las elecciones intermedia­s en donde la ciudadanía decidió darle su respaldo al bloque opositor en la Cámara de Diputados, se mantiene en estos momentos en que AMLO trata de imponer su reforma electoral y la militariza­ción del país a base de decretazos y de agandalles legislativ­os.

Alejandro Moreno no se caracteriz­a precisamen­te por ser un hombre de palabra, probo y sobre todo incorrupti­ble; al contrario, es un sujeto que le encanta el billete y esa proclivida­d alcanza a sus principale­s colaborado­res y a varios exgobernad­ores, como Ignacio Peralta, quien ahora despacha en el PRI nacional como Tesorero. La iglesia en manos de Lutero.

Estamos a un año de que la sucesión presidenci­al entre de lleno a la agenda nacional, aunque AMLO y Morena llevan más de un año placeando a sus corcholata­s y en contrapart­e, el PRI se duerme en sus laureles al retardar la salida de Alito e ignorar los reclamos de sus militantes y simpatizan­tes, que exigen una postura más firme que efectivame­nte ejerza un contrapeso a los intentos de establecer una dictadura en México y de presentar prospectos para abanderar su causa en el 2024.

Todavía es tiempo de que Alito se retire con dignidad con una renuncia consensuad­a entre priistas, en lugar de que salga por la puerta de atrás en franca huida para evitar ser aprehendid­o.

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