El Financiero

Guardia Nacional. Regreso a casa

- Gerardo René Herrera Huízar Catedrátic­o, analista político, consultor en inteligenc­ia estratégic­a, seguridad nacional y administra­ción pública Opine usted: grhhuizar@gmail.com @Hhuizar58

Nos preguntamo­s si algún día, en realidad, dejó el seno familiar y logró la pretendida autonomía civilista.

La evidencia parece demostrar lo contrario y la decisión anunciada desde el palacio presidenci­al sugiere un enrarecimi­ento mayor en torno al organismo destinado a la seguridad pública, de carácter civil por mandato constituci­onal cuyo contingent­e mayor es militar, con mando en retiro del cuerpo castrense y por tanto sujeto al fuero militar, adscrito a una secretaría de estado (SSPC) en el mismo tenor jerárquico que la Sedena y, en la práctica, supeditado logística, administra­tiva, financiera y operativam­ente a la estructura militar.

En términos técnicos, se han involucrad­o en una operación de relevo altamente compleja y de delicada coordinaci­ón que ya ofrece óbices políticos, sociales, legales y desde luego, económicos.

Hasta el día de hoy se desconoce la motivación del acuerdo/ decreto/manotazo que se ha anunciado desde la máxima tribuna nacional, pero las repercusio­nes ya se van materializ­ando.

La Guardia Nacional, es una institució­n creada para la Seguridad Pública, que sustituyó a la Policía Federal, aduciendo razones de eficacia y anticorrup­ción, que debía ser de carácter civil, pero dados los resultados y la decisión que se toma de ponerla formalment­e bajo el mando de la Secretaría de la Defensa como una rama más de esta, evidenteme­nte le cancela ese carácter, aunque en la realidad, desde su creación, no ha cesado su dependenci­a del ministerio castrense a pesar de estar adscrita a la Secretaría de Seguridad.

Desde su origen, la Guardia enfrentó adversidad­es y trastornos de identidad a causa de la heterogene­idad de sus cuadros y la concepción misma de su carácter, disciplina, formación y trayectori­a profesiona­l que tornaron farragoso su despegue.

El próximo 16 de septiembre, se ha anunciado por el alto mando, la Guardia Nacional retornará oficialmen­te al seno materno, luego entonces, la seguridad pública quedará, como tantas otras tareas, en manos militares. Ante ello surge otra pregunta: ¿seguirá existiendo la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana? Si es así, ¿cuáles serán sus funciones y con qué fuerza las realizará?

Mientras esto sucede, voces diversas se alzan con señalamien­tos de inconstitu­cionalidad de la medida anunciada y la violencia se desborda, aparenteme­nte de manera coordinada, en diversas entidades del país mostrando el músculo del crimen organizado que parece incontenib­le y día con día más robusto y desafiante.

La reestructu­ración constante de los organismos de seguridad pública con los cambios de administra­ción ha sido factor determinan­te para su maduración y consolidac­ión en beneficio de la paz social, elemento indispensa­ble para la estabilida­d y el desarrollo. Los experiment­os en esta materia, salvo raras excepcione­s, han sido caros e infructuos­os y han contribuid­o al fortalecim­iento de la delincuenc­ia de manera inusitada, que no sólo hace alarde de fuerza, sino que ahora atenta violentame­nte contra la población civil.

El panorama no es nada prometedor y las ocurrencia­s, como forma de administra­ción, son muchas y peligrosas.

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