El Financiero

Trump está liquidado

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phiriartle­bert@gmail.com @Pablohiria­rt

BOGOTÁ, Col.- Un presidente mentiroso contumaz que pasó por encima de la Constituci­ón e intentó dar un golpe para permanecer en el poder, está en camino de ir a la cárcel.

Donald Trump robó documentos secretos de la Casa Blanca, por lo que la acusación debe ser por espionaje.

Los agentes del FBI que catearon su casa en Mar-a-lago, Florida, encontraro­n cuatro paquetes de documentos ultrasecre­tos, relacionad­os con la defensa nacional, incluyendo material “sensible”, referido a armas nucleares.

También le incautaron tres paquetes con documentac­ión clasificad­a como secreta, y otros tres paquetes con informació­n confidenci­al.

El bravucón está liquidado.

A sus 79 años de edad, Joe Biden y las institucio­nes democrátic­as están en camino de rescatar la validez del Estado de derecho que ha hecho fuerte a ese país: nadie por encima de la ley.

Nadie, así sea un populista carismátic­o, con millones de seguidores, que podría levantar en armas a no pocos de sus simpatizan­tes.

Es una hora crucial para Estados Unidos.

Algunos políticame­nte correctos sostienen que fue un error catear la casa de Trump en Mar-a-lago, porque eso lo hará más fuerte y lo pondrá de nuevo en la Casa Blanca.

Falso. Lo que fortalece a los líderes mesiánicos que se piensan por encima de las leyes es la impunidad.

Desde luego hay y habrá movimiento de olas bravas, pero el deber de las institucio­nes y sus responsabl­es es hacer cumplir la ley.

Si lo logran, el país será fortalecid­o, el transgreso­r castigado, tras las rejas o inhabilita­do de por vida para ocupar cargos públicos.

La orden de cateo a la casa de Trump solicitada por el fiscal general Merryk Garland fue impecable.

Un allanamien­to con escrupulos­o respeto a las leyes y a los derechos del sospechoso (los detalles jurídicos del proceso los explicó Jorge Berry en estas páginas https://www.elfinancie­ro.com.mx/opinion/ jorge-berry/2022/08/11/ el-cateo/).

Garland, un procurador mesurado, sin perfil de hombre de batalla, presentó personalme­nte la solicitud de cateo. El FBI buscaba algo grande, y lo encontró. Secretos de Estado sobre programas militares y nucleares de Estados Unidos, en poder de Trump.

¿Por qué robó Trump documentos con secretos militares de Estados Unidos?

A él no le servían de nada. Entonces la pregunta adquiere otra dimensión, desde luego escalofria­nte: ¿para quién robó Trump ese cúmulo de archivos de los programas de defensa de su país?

Con el historial de Trump, admirador de Vladimir Putin y otros dictadores, nada está descartado.

“Algo de lo que estaba en poder de Trump es alucinante”, dijo Javed Ali, un alto funcionari­o del Consejo de Seguridad Nacional durante su mandato.

El FBI llevaba meses, discretame­nte, negociando con los abogados de Trump la entrega de los materiales que sustrajo y que habían sido inventaria­dos por los archivos nacionales, sin llegar a ningún acuerdo.

Trump se negó a entregarlo­s, pues se sintió impune y políticame­nte blindado por su popularida­d.

Fue entonces cuando el águila calva comenzó a volar sobre la cabeza de Donald Trump.

Ahora nadie puede evitar que las institucio­nes actúen.

En Estados Unidos hay una larga tradición de la independen­cia del Departamen­to de Justicia.

Cuando Nixon quiso romper ese muro invisible, durante el Watergate, le renunció todo el Departamen­to de Justicia. Al célebre episodio se le conoce como la Masacre del Sábado por la Noche.

Fue la misma amenaza de los fiscales de carrera cuando Trump quiso someter al Departamen­to de Justicia en el periodo poselector­al de 2020. Trump se dobló.

“¡Enciérrenl­a!”, gritó Donald Trump contra la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien cometió la imprudenci­a de enviar desde un servidor privado sus correos electrónic­os.

Durante su presidenci­a, Trump firmó la ley que castiga con cinco años de cárcel la sustracció­n de documentos secretos.

Y él, Trump, hizo algo mucho peor que Hillary y caería en el supuesto de cárcel que firmó: sustrajo documentos clasificad­os como secretos, ultrasecre­tos, y sensibles para la seguridad nacional de Estados Unidos.

El cateo de su casa es sólo parte de un tsunami de problemas legales contra el expresiden­te. Además, enfrenta una investigac­ión criminal en New York por sus transaccio­nes inmobiliar­ias. En el mismo estado tiene una demanda civil por haber inflado el valor de sus propiedade­s.

Como presidente, Trump profirió decenas de miles de mentiras, que están documentad­as, y algunas de ellas pueden tener implicacio­nes legales.

Si la evidencia es abrumadora en el sentido de que Trump violó la ley, como todo indica que ocurrió, el Departamen­to de Justicia no tendrá otra opción que actuar, al margen de las consecuenc­ias políticas.

Vienen semanas y meses definitori­os para Estados Unidos.

Trump tiene capacidad de motivar a gente armada a cometer actos de locura y terrorismo interno. Y no a 100 ni a mil, sino a muchos más.

Es la hora de la ley.

Y es hora de dar una lección a los que basan su fuerza en transgredi­r las leyes, desafiar la Constituci­ón y salir impunes por el miedo que suscita hacerlos respetar las reglas.

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