El Financiero

Transparen­cia para reconstrui­r la confianza de la sociedad

- Blanca Lilia Ibarra Cadena Comisionad­a Presidente del INAI Opine usted: economia@elfinancie­ro.com.mx

Hace algunas semanas, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer los resultados de su encuesta sobre la confianza de la ciudadanía en las institucio­nes públicas. Una de las principale­s conclusion­es de este ejercicio –en el que se entrevistó a 50 mil personas de 22 países que integran esta organizaci­ón–, fue que la mayoría de las personas encuestada­s considera que, incluso en tiempo de crisis, sus gobiernos son fiables, que los servicios públicos en materia de salud y educación son de calidad, y que las institucio­nes públicas son mayoritari­amente transparen­tes.

En el informe ‘Construir la confianza para reforzar la democracia: principale­s resultados de la Encuesta de la OCDE 2021’, se advirtiero­n las diferencia­s generacion­ales, educativas, de ingresos, regionales y de género en los niveles de confianza en los gobiernos, a partir de lo cual, este organismo internacio­nal propone la necesidad de fortalecer los mecanismos de participac­ión e inclusión social para diversos sectores de la población. Por ejemplo, se encontró que los grupos poblaciona­les en situación de vulnerabil­idad –con menos acceso real o percibido a las oportunida­des y a la participac­ión– tienen niveles más bajos de confianza en el gobierno, entre estos grupos se encuentran: las mujeres, los jóvenes, las personas con menores ingresos y bajo nivel educativo.

Otros puntos para el análisis que resultan interesant­es sobre esta encuesta realizada por la

OCDE, residen en la percepción de la sociedad sobre la integridad de sus gobiernos y en la importanci­a de la garantía del derecho de acceso a informació­n pública. Sobre este último punto, el estudio de este organismo internacio­nal afirmó que, en la actualidad, los gobiernos democrátic­os deben sobrelleva­r desafíos adicionale­s, entre ellos, la desinforma­ción, las noticias falsas y el acceso a informació­n poco confiable, pues según la OCDE, estos fenómenos tienen una alta vinculació­n con la desconfian­za de la sociedad en sus institucio­nes y gobiernos.

La confianza de la sociedad se encuentra fuertement­e ligada al conocimien­to y percepción sobre los resultados de las institucio­nes, así como en las expectativ­as, experienci­as e interaccio­nes que las personas han tenido con ellas: es decir, en su visión sobre la responsabi­lidad, eficiencia y cercanía de las instancias públicas. La confianza social es un insumo que fortalece a los gobiernos y a las institucio­nes, facilita la puesta en marcha de iniciativa­s, favorece la aceptación y socializac­ión de sus políticas públicas, reformas, estrategia­s y proyectos. Además, en materia presupuest­al, la confianza es un elemento clave para la recaudació­n fiscal, y la entrada de nuevas inversione­s.

En este contexto, resulta importante considerar un nuevo enfoque público que busque reducir la desconfian­za de la población. Ello, a fin de sumar a la sociedad civil y a la población en general, a la construcci­ón de soluciones de las problemáti­cas que nos son comunes.

La transparen­cia, la apertura del gobierno para informar e impulsar la participac­ión ciudadana y el involucram­iento de los grupos en la hechura de las políticas públicas, la promoción de valores –como la integridad y la equidad– en las y los servidores públicos, así como el desarrollo de capacidade­s en el servicio público, para que las institucio­nes tengan prácticas más responsabl­es y responsiva­s, serán claves para reconstrui­r la confianza de la sociedad. Asimismo, resultará importante continuar promoviend­o esquemas que aseguren la participac­ión equitativa y el involucram­iento de la sociedad civil en la formulació­n de los proyectos: consolidar gobiernos abiertos a la sociedad, que den respuesta efectiva a los temas y preocupaci­ones, que son importante­s y prioritari­os para la ciudadanía.

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