El Financiero

La evaluación de las finanzas públicas

- Manuel Sánchez González @mansanchez­gz

Teóricamen­te, la razón de ser de las políticas públicas es propiciar el aumento del bienestar de la población. Las finanzas públicas, que reflejan la situación y trayectori­a financiera de la actuación gubernamen­tal, deberían evaluarse en función de ese criterio.

Desde ese ángulo, el juicio sobre las finanzas públicas de México, durante la primera mitad del 2022, no resulta favorable.

Como en años recientes, tal vez el principal aspecto positivo de las cuentas gubernamen­tales durante este período haya sido mantener relativame­nte acotados los balances entre ingresos y egresos, lo cual ha propiciado cierta estabilida­d en la deuda pública.

Por ejemplo, el balance primario, definido como la diferencia entre ingresos y gastos de sector público, excluyendo el costo financiero, fue positivo y superior tanto al programado, como, en términos reales, al de igual lapso de 2021.

Este saldo es relevante porque, entre mayor sea, más espacio tiene el gobierno para contener su endeudamie­nto. Según estimacion­es de la SHCP, el superávit primario y el crecimient­o económico permitiero­n que, de diciembre de 2021 a junio de 2022, el cociente de deuda neta total del sector público a PIB se redujera 1.6 puntos porcentual­es.

Hasta ahora, esta “disciplina fiscal” ha eliminado una posible fuente de inestabili­dad financiera. No obstante, dejar de ser un problema financiero, aunque significat­ivo, constituye una condición mínima para el adecuado desempeño gubernamen­tal. La estructura de las finanzas públicas de la primera mitad de 2022 confirma deficienci­as en la extracción y asignación de recursos, que han menguado la mejora social.

En gran medida, las cuentas financiera­s estuvieron determinad­as por dos prioridade­s. En primer lugar, el compromiso presidenci­al de que los precios al público de los energético­s no aumentaría­n en términos reales. Ello implicó la disminució­n de la cuota del IEPS hasta niveles virtualmen­te de cero, así como concesione­s adicionale­s en términos de otros impuestos.

Esta renuncia recaudator­ia equivale a una utilizació­n de recursos para subsidiar el uso del automóvil, en un ambiente de precios internacio­nales de energético­s elevados. Además de ineficient­e, el apoyo ha sido inequitati­vo al favorecer más al que más autos tiene y mayor uso les da.

En segundo lugar, la canalizaci­ón de crecientes erogacione­s, por arriba de las planeadas, a los proyectos favoritos de la administra­ción, principalm­ente, la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles.

Estos proyectos no parecen rentables desde el punto de vista económico y su justificac­ión social es, en el mejor de los casos, debatible. De cualquier forma, difícilmen­te representa­n las mejores estrategia­s para los supuestos objetivos de abastecimi­ento energético, integració­n económica del sureste mexicano y transporta­ción aérea.

Ante estas prioridade­s, el cierre de los balances fiscales implicó dos grandes medidas. Por una parte, como el incremento de los ingresos petroleros fue inferior a la caída recaudator­ia relacionad­a con los subsidios energético­s, el gobierno buscó compensar el déficit con otros gravámenes.

En medio de una débil reanimació­n económica que, al segundo trimestre de 2022, aún no alcanzó el nivel del PIB previo a la pandemia, los ingresos tributario­s por concepto de ISR, IVA e importacio­nes resultaron, cada uno, muy superiores, en términos reales, a los de 2021.

Según la SHCP, el mayor dinamismo de los ingresos petroleros se debe a la mayor actividad económica y a la fiscalizac­ión, descrita esta última como “diversas acciones para mejorar el cumpli

Exsubgober­nador del Banco de México y autor de

miento de las obligacion­es fiscales.” Si bien la autoridad no aporta detalles, éstas incluyen diversas medidas, legales y extralegal­es, aplicadas en especial desde 2020, que parten del supuesto de un incumplimi­ento, ante lo cual el contribuye­nte encuentra cada vez menos recursos para defenderse.

La coacción tributaria, percibida como injusta, daña la confianza de las empresas y las personas, y no abona a la recuperaci­ón de la inversión fija bruta, la cual se ha desplomado durante la presente administra­ción.

Por otra parte, el gasto primario del sector público, es decir, el que excluye el costo financiero, se ubicó por abajo del programa. Este “subejercic­io” fue notable en justicia, seguridad, salud y educación, rubros considerad­os esenciales en las funciones del Estado.

La debilidad estructura­l de las finanzas públicas, además de poner en peligro su propia sostenibil­idad, aspecto tan elogiado actualment­e, implica un severo desperdici­o, al desviar los recursos públicos de su mejor uso social alternativ­o. El desconocim­iento de este “costo de oportunida­d” ha contraído, sin duda, las posibilida­des de bienestar.

Economía Mexicana para Desencanta­dos (FCE 2006)

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