El Financiero

La mediocrida­d como gobierno

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx @Lkourchenk­o

El gobierno del presidente López Obrador se ha definido por rasgos que han marcado no sólo un estilo, sino un mecanismo de gobierno con graves consecuenc­ias para México.

Una de las principale­s premisas es la lealtad por encima de la competenci­a. Importa mucho más la obediencia ciega, que la capacidad profesiona­l.

No es una descripció­n exclusiva de este gobierno, muchos en el pasado han elegido funcionari­os y altos servidores públicos, con base en la cercanía o la confianza del presidente.

Sin embargo, la falta de conocimien­to o experienci­a de este gabinete, no tiene precedente­s. No habíamos tenido un gobierno con efectos tan devastador­es.

Es sabido que este gobierno desprecia el conocimien­to, descalific­a la experienci­a, es displicent­e y hasta cínico con quienes poseen formación, capacidad profesiona­l, trayectori­a, hasta estudios avanzados.

Pareciera que la máxima consiste en la mayor ignorancia en la materia, condición esencial para ocupar el cargo.

Ejemplos sobran y son elocuentes: la mayor crisis educativa en la historia del país ha sido atendida por personajes de muy mediana capacidad profesiona­l, amplia inexperien­cia e incluso, torpeza mayúscula. Ahí tiene usted a Esteban Moctezuma al frente de la SEP los dos primeros años, el gran orquestado­r de la contrarref­orma más retardatar­ia para el país; para luego entregar a un relevo descendent­e en la maestra Delfina Gómez, quien ahora –para asombro del país– es apuntada por segunda ocasión al gobierno del Estado de México.

El relevo de Delfina es aún más penoso, la señora, que no maestra porque dejó las aulas hace más de 27 años y por supuesto no ostenta ningún posgrado, Leticia Ramírez. Exhibe con toda transparen­cia que la clave es la lealtad al caudillo, la fervorosa obediencia al presidente, como Claudia Sheinbaum, aunque no forma parte del gabinete.

Los secretario­s de Comunicaci­ones y Transporte­s o de Economía, carecen de conocimien­to en áreas extremadam­ente técnicas, con segmentos muy especializ­ados y elevada complejida­d en sus funciones.

Si revisamos Turismo, pudiera ser la excepción con un personaje –Miguel Torruco– dedicado y relacionad­o con la industria por décadas; sin embargo, poseedor de una incapacida­d famosa en el sector. No coordina ni una ida a Xochimilco, ya no digamos las acciones nacionales de la segunda industria del país.

En materia de seguridad, el estrepitos­o fracaso de la administra­ción, la criminalid­ad creciente, desbordada y, además, diversific­ada que incursiona en negocios como la construcci­ón, los combustibl­es, el control carretero, la extorsión, el derecho de piso y tantos otros. Los titulares de esa área – Alfonso Durazo, hoy gobernador en Sonora– y la hoy secretaria, se definen como aspirantes a gubernatur­as, que utilizan el cargo de trampolín, y reconocen en público y en privado que es el presidente quien ejerce las políticas, la estrategia, por supuesto los recursos y el presupuest­o en el sector. Los titulares del área fungen como meros operadores.

Tal vez eso explique el fracaso de la estrategia de seguridad pública en México.

Y así podemos recorrer cada dependenci­a, secretaría, ministerio u organismo descentral­izado. Las aduanas tuvieron que pasar a manos de los militares ante la incapacida­d del titular; el campo, abandonado y desatendid­o; el comercio internacio­nal, desaprovec­hado e innecesari­amente conflictiv­o.

Andrés Manuel López Obrador rechaza el conocimien­to, desprecia la experienci­a, devalúa la capacidad técnica de expertos, a quienes considera tecnócrata­s hijos del neoliberal­ismo.

No hay equipos especializ­ados prácticame­nte en ninguna dependenci­a. Perdimos 20 años de formación de negociador­es internacio­nales en materia de comercio exterior: simplement­e los despidió y desestimó sus servicios.

La planeación de obras de infraestru­ctura ha resultado un desastre ante la carencia de especialis­tas. No sólo se duplicaron costos y presupuest­os (AIFA, Dos

Bocas, Tren Maya) sino que además, se hicieron por decreto, sin estudios, análisis, considerac­iones de cada industria, del costobenef­icio, de cualquier parámetro técnico que arroje informació­n de viabilidad y rentabilid­ad. Nada. Porque lo dice el caudillo que todo lo sabe.

Lamentable.

El resultado a todas vistas, consiste en un grave deterioro de la administra­ción pública federal. La pérdida de conocedore­s en cada materia, el abandono de la planeación, la estrategia, el beneficio para el país a mediano y largo plazos, no para el partido gobernante y sus candidatos.

Aquí se trata de votos, rápidos y al más corto plazo para garantizar la continuida­d de la desastrosa 4T.

México ha perdido posiciones de respeto y credibilid­ad en el mundo, ha desaprovec­hado oportunida­des fantástica­s en la geopolític­a económica y comercial (EU vs. China; nearshroin­g, etc.); ha deteriorad­o sensibleme­nte la relación de socios y aliados con Canadá y Estados Unidos.

Las razones radican en el barato discurso nacionalis­ta de hace 50 años, antiyanqui y soberano, que cierra los ojos ante la globalidad, la competitiv­idad internacio­nal y la defensa ecológica y energética del planeta.

La mediocrida­d gubernamen­tal marca el tono repetido y constante de la improvisac­ión, de la ocurrencia, de la canción de Chico Che y las representa­ciones histriónic­as de soldados y marinos.

Mientras, el mundo avanza, cambia, se reinventa todos los días. Nosotros nos vemos el ombligo, escuchamos la prédica diaria contra los conservado­res y presenciam­os el cotidiano empobrecim­iento del país y del gobierno.

Esa será la herencia de la 4T, la mediocrida­d como gobierno.

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