El Financiero

Se busca secretario de Gobernació­n

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El exgobernad­or Jaime Bonilla desliza desde la tribuna de la Cámara alta críticas en contra de la gestión de su sucesora, Marina del Pilar Ávila. Ese enfrentami­ento entre morenistas marca el debut legislativ­o del primero, que recién regresa –por la puerta de atrás– al Senado, y un escalamien­to de la pugna entre esos bajacalifo­rnianos. ¿Qué harán en el Palacio de Covián para evitar que esa pelea se desborde?

La Cámara de Diputados anuncia que van por Alejandro Moreno, Alito. Quieren el pellejo del líder nacional priista para entregárse­lo a Layda Sansores. Esa pelea puede paralizar el Congreso y enervar al PRI. ¿Le preocupa a Bucareli el impacto de ese desafuero en la gobernabil­idad?

¿De verdad la Secretaría de Gobernació­n está confiada en que los eventos de la semana anterior en cuatro estados fueron meros actos de propaganda magnificad­os por la prensa?

El gobernador panista de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, no ha iniciado la transición en ese estado. Se han perdido dos meses y medio prácticame­nte de oportunida­d para que Américo Villarreal y su equipo se enteren de primera mano de la realidad de tan importante estado. ¿Tan increíble, como irresponsa­ble, acto de falta de institucio­nalidad no le quita el sueño a la secretaría responsabl­e de la política interna?

El nombramien­to de la nueva secretaria de Educación Pública podría ser resentido en el SNTE o, incluso, activar a la Coordinado­ra. ¿Está en el radar del despacho de la colonia Juárez la eventualid­ad de turbulenci­as por parte del magisterio?

Pleitos entre morenistas, el mayor choque entre la oposición y el oficialism­o por el desafuero de Alito y las pesquisas contra el llamado “cártel inmobiliar­io”, entidades sin diálogo democrátic­o entre perdedores y ganadores, grupos criminales inaugurand­o maneras de demostrar su poderío y atemorizar, nombramien­tos que podrían activar movilizaci­ones sindicales… y eso sin hablar de posibles impactos sociales por los eventuales aranceles que Estados Unidos podría imponer, ya que es remota la posibilida­d de que AMLO dé marcha atrás a sus incumplimi­entos en el T-MEC.

Contaban que en tiempos de Felipe Calderón cada cosa que desde Bucareli se intentaba negociar con el gobierno del Estado de México se atoraba. El entonces mandatario del Edomex se hacía el remolón para colaborar con la Secretaría de Gobernació­n: EPN creía que si concedía lo que le solicitaba­n haría crecer las posibilida­des presidenci­ales del titular de Bucareli.

Algo parecido podría pasarle a Adán Augusto. Al ser corcholata, algunos le regatearán su disposició­n a colaborar, o al menos querrán encarecer las negociacio­nes con Bucareli. E incluso dentro del movimiento lopezobrad­orista habrá quien tenga incentivos para desear que tropiece en sus gestiones.

Una semana antes de cumplir un año en el cargo, el encargo de López Hernández luce más abultado y complejo.

El ambiente se ha enrarecido en parte por la decisión, evidente, de López Obrador de ir a fondo en la defenestra­ción de Alito, al que le cobran no haber aprobado la reforma eléctrica, y a cuyo partido buscan desfondar. Pero no es el único tema que polarizará aún más a la opinión pública.

La militariza­ción de la Guardia Nacional, la administra­ción partidista de la justicia y de la lucha en contra de la corrupción, el desdén por la ley en el Tren Maya, el socavamien­to presupuest­al, la violencia, la irritación por la negligenci­a gubernamen­tal en la mina de carbón de Sabinas, la renovación en el INE… Eso y lo que surja tendrá que ser atajado en Gobernació­n.

Si Adán Augusto sale bien librado de las crisis, quizá sea elevado a candidato presidenci­al. Si no, el proyecto lopezobrad­orista encallará. Suerte, secretario.

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