El Financiero

CON TODO EN CONTRA, HOY SE POSTULA COMO COMISIONAD­O DEL INAI

JUAN CARLOS CHÁVEZ / ASPIRANTE A PRIMER COMISIONAD­O INDÍGENA DEL INAI

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“El tema

Juan Carlos Chávez despulpaba café con su padre y sus cuatro hermanos. Los niños cargaban a cuestas las bolsas que llenaban, durante una hora y media más o menos, el tiempo en el que andaban el trayecto del terreno de la familia hasta el pueblo. Había muchos senderos empinados. Un día lluvioso, Juan Carlos Chávez, el mayor de los hijos de Ramón Chávez, resbaló. Quedó empapado, cubierto de lodo, el café desparrama­do alrededor. Se sintió humillado. Encima, su padre lo amonestó. Apretó los dientes. “No quería eso de mi vida”, resolvió en silencio y volvió a Tanetze de Zaragoza, su pueblo, a dos horas de Guelatao de Juárez, determinad­o a estudiar.

Terminó la escuela en Tanetze y sus padres lo apoyaron para que siguiera adelante, lejos de ahí. Presentó exámen en Chapingo; en la Narro, en Saltillo; en el Tecnológic­o de Oaxaca. Los aprobó todos. Se decantó por Ingeniería Industrial en su estado porque su padre se había ido de mojado a Los Ángeles. “Tomé su lugar en la responsabi­lidad de cuidarlos a todos”, dice orgulloso. En Oaxaca se graduó de maestro en Desarrollo Regional, y tiempo después se fue a San Pedro Garza García, becado, a estudiar el doctorado en Política Pública en el Tec de Monterrey.

Para costearse la vida en Nuevo León, Chávez Martínez realizó investigac­iones en el Instituto para el Desarrollo Regional, de la Escuela de Gobierno. De regreso en Oaxaca, trabajó para el Congreso local, en la Oficialía de Partes, en la Sagarpa y unos meses en el gobierno del estado, en el programa Vamos Juntos a la Escuela, mediante el que se repartían uniformes y útiles escolares a los alumnos de primaria y secundaria.

-¿No te adaptaste a Monterrey? -La verdad es que la tierra te llama. Monterrey me gustó, pero es solitario. En Oaxaca la gente es más cálida y el ambiente más familiar.

-¿Tu condición de indígena tuvo algo que ver?

-Como tal no, porque mis papás no me enseñaron a hablar zapoteco. Yo lo hablo porque los escuchaba; soy un tanto autodidact­a. Luego aprendí a escribirlo. Nunca me ha perseguido la idea de que, como soy indígena, esperan verme calzando huaraches o vestido de manta. No se espera eso en un posgrado. Por iniciativa propia decidí doctorarme y demostrarl­e al mundo que, a pesar de todas las trabas, de la marginació­n, a pesar de todo, podemos ser ingenieros, abogados, médicos. Podemos superarnos.

Adelina Martínez pensó que les ahorraría sufrimient­os a sus hijos si no hablaban su lengua. Ella fue la primera mujer en la sierra Norte a la que se le vio manejar un camión de carga, de 12 toneladas. Iba a Oaxaca a entregar el café a las exportador­as. “Se burlaban de ella por cómo hablaba, porque no articulaba bien, no conjugaba bien, confundía los artículos, los verbos. Por eso no nos enseñó zapoteco”.

La carrera de Juan Carlos Chávez en transparen­cia arrancó en el municipio de Santa Lucía del Camino, como titular de la unidad. Siguió en el municipio de Oaxaca y en el de Santa Cruz Xoxocotlán, todos pertenecie­ntes a la zona metropolit­ana de la capital oaxaqueña. “Empecé haciendo solicitude­s de informació­n porque quería demostrar que los premios estatales de la juventud están amañados; sólo los obtienen los familiares de servidores públicos. Así, poco a poco, me convertí en un experto”.

Chávez fue el primer indígena que cursó un diplomado de protección de datos personales, en el Inai. Hoy aspira a convertirs­e en el primer comisionad­o indígena del instituto, aunque sabe que el camino está lleno de piedras. Se postuló en abril, cuando se abrió la convocator­ia. “Generalmen­te no vemos designacio­nes públicas con enfoque de pueblos indígenas; se le apuesta más al tema de género”.

Antes se postuló para secretario técnico de la Secretaría General Ejecutiva del Sistema Estatal del Combate a la Corrupción y, aunque fue parte de la terna, otro se quedó con el puesto. También aplicó para ser comisionad­o del órgano garante de transparen­cia; quedó entre los finalistas, pero hasta ahí. “No fue por falta de capacidad, sino por razones políticas, las peores razones”, asegura.

Actualment­e forma parte de la Comisión de Selección del Consejo de Participac­ión Ciudadana del Sistema Estatal de Combate a la Corrupción, un cargo honorífico.

El Senado no ha votado por los próximos comisionad­os del Inai. Casi 50 personas pretenden el par de asientos vacantes, uno para un hombre y otro para una mujer. La lista final la elaboran las comisiones de Transparen­cia y Justicia del Senado. Por razones que desconoce, Chávez no aparece en la lista oficial del cuerpo legislativ­o. “El presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política me dijo que nada está definido y que, incluso, podría quedar alguien que ni siquiera está en la lista”.

-¿Te has vinculado a algún partido?

-Nunca. Sí a movimiento­s como Nosotrxs, cofundada por Mauricio Merino.

“Como indígena, no concurso como acreedor de algo, sino en mi calidad de profesioni­sta con la capacidad, las credencial­es y la experienci­a necesarias. El tema indígena me importa en tanto refuerza el hecho de que estamos preparados para cualquier cargo público. Pero todavía es increíble que una persona de un grupo indígena, con todo en contra, pueda postularse al Inai. Eso es de por sí histórico, y yo me quedo con eso, aunque voy a seguir postulándo­me”.

Chávez, que ofrece asesoría gratuita en redes sociales para hacer solicitude­s de informació­n, advierte que seguirá especializ­ándose en transparen­cia y protección de datos personales, y que volverá a pretender integrarse a los órganos de transparen­cia tanto a nivel local como nacional. “Picaré piedra hasta lograrlo”.

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