Pura destrucción
Publicó INEGI ayer su Indicador Oportuno de Actividad Económica (IOAE). Confirma que en junio hubo una ligera contracción, pero además anuncia que así siguió durante julio. Como habíamos comentado, parece que después de un mes muy bueno, luego siguen muchos bastante malos. En
2021, marzo fue el mes espectacular; en este año, fue abril. Ambos tuvieron Semana Santa, y en ambos hubo una recuperación interesante del turismo y el entretenimiento. Después, puras lástimas.
Así estamos ahora, pero este año el salto de Semana Santa fue un poco menor, de forma que el momento de máximo crecimiento ocurrió en febrero, si medimos el crecimiento anual para cada mes. En mayo, el crecimiento medido de esta forma estaba en 3%, en junio era de 2%, y en julio, si el indicador oportuno se confirma, anda debajo de 1.6%. De hecho, los primeros siete meses de 2022, comparados con 2021 completo, nos arrojan un crecimiento de 1.8%, y todo indica que la cifra no mejorará en el resto del año.
En los últimos datos del IMSS, por ejemplo, el crecimiento en empleos ha sido muy pequeño, aunque el salario medio de cotización está creciendo más que la inflación. No es nada extraño, una legislación rígida en materia laboral, como la nuestra, beneficia a quien tiene un empleo, pero obstaculiza a quien no lo tiene. En condiciones complicadas, las empresas cuidan a sus trabajadores (les cuesta mucho despedirlos), pero no contratan nuevos. Es el caso.
La próxima semana conoceremos el detalle de la actividad del mes de junio, y será posible evaluar mejor los diferentes sectores. Ya habíamos comentado que en la industria tenemos un comportamiento anormal de Pemex, que al contratar servicios privados tiene un efecto notable en un componente llamado “servicios especializados en minería”. Eso no puede mantenerse mes a mes, y es seguro que para julio habrá una contracción en este renglón, y muy posiblemente también en manufacturas, con lo que todos los componentes industriales serían negativos (electricidad y construcción, desafortunadamente, están en esa tendencia).
Será más interesante revisar los servicios, para poder estimar mejor lo que ocurrirá el resto del año. Comercio al mayoreo suele seguir de cerca a las manufacturas, por ejemplo. Transporte, entretenimiento y alojamiento forman otro bloque. Lo único que a veces nos sorprende es el comercio al menudeo. En julio, por ejemplo, las ventas que reporta la ANTAD tuvieron un ligero crecimiento en términos reales, algo que no ocurrió el mes previo. Pero aun así, el IOAE arroja una contracción. Ya sabremos por qué.
Lo importante es que estamos discutiendo acerca de si los indicadores caen mucho o poco, pero no estamos hablando de crecimiento, y son todavía datos de cuando el impacto de la elevación de tasas de interés, en México y el mundo, era todavía menor. Fue en julio cuando los precios internacionales de energéticos se redujeron, debido a la expectativa de una ralentización global. Dicho de otra forma, terminamos la parte buena de 2022 con un crecimiento de apenas poco más de 1%. No va a ser mejor la segunda parte.
Para muchos expertos, 2023 será aún más complicado, sin que haya muchos esperando crisis profundas, sino simplemente un estancamiento general. Para nosotros, que nunca logramos recuperar el nivel previo a la pandemia, ni mucho menos el previo a este gobierno, estas expectativas significan que terminaremos el sexenio sin crecimiento. Ya lo habíamos comentado aquí, pero los datos, cada uno que se publica, no hacen sino comprobarlo.
Esta columna insiste en que el gobierno actual no resolvió los problemas que había ofrecido atacar: corrupción e inseguridad, y sí nos produjo problemas adicionales. En economía, salud, educación. Lo más grave de todo es que en el proceso destruyó las herramientas que la sociedad había construido para tomar decisiones: el Estado mismo. Eso es lo más grave.