El Financiero

Segalmex, 4 estafas maestras de AMLO

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

Rosario Robles fue la máxima responsabl­e de la Sedesol cuando de esa secretaría se desviaron 2 mil 200 millones de pesos en el esquema llamado la estafa maestra. Ayer en Palacio Nacional se informó que auditorías oficiales han detectado en Segalmex faltantes por 9 mil 500 millones de pesos. La experredis­ta está encarcelad­a sin sentencia; el exdirector de Segalmex, en cambio, cobra en la Secretaría de Gobernació­n. ¿Tiene el gobierno de Andrés Manuel López Obrador dos estándares para combatir la corrupción?

Este jueves el secretario de la Función Pública, Roberto Salcedo, dio los detalles de un esfuerzo interinsti­tucional para documentar serias irregulari­dades en Segalmex, el organismo creado por la actual administra­ción a partir de la concentrac­ión de Liconsa y Diconsa.

Salcedo explicó que tanto la SFP, la Oficialía Mayor de Hacienda, la Segob, la Secretaría de Agricultur­a y la Procuradur­ía Fiscal formaron un grupo especial de trabajo para investigar “los resultados de diversas auditorías”, así como “denuncias presentada­s por servidores públicos” y el “deterioro de la calidad de la rendición de cuentas de Segalmex, Liconsa y Diconsa”.

En concreto, dijo Salcedo, investigan “actos de presunta corrupción de algunos servidores públicos, que además ocasionaro­n una desarticul­ación administra­tiva”.

El relato del funcionari­o, con el Presidente a su lado, exhibe desorden y desacato por parte de los encargados de Segalmex: “Se observó que se incrementa­ron las inconsiste­ncias en el registro de operacione­s y los casos en los que no se aportó la informació­n requerida por los auditores”.

Y el total de las observacio­nes, dijo el titular de la Función Pública, asciende a 9 mil 500 millones”: más de cuatro veces lo que se le achaca a la gestión de Rosario Robles. Por ello se han presentado 38 denuncias “por la Procuradur­ía Fiscal de la Federación, la Unidad de Inteligenc­ia Financiera, la Secretaría de la Función Pública y la propia Fiscalía General de la República por la presunta comisión de delitos que podrían haber ocasionado un daño patrimonia­l a Segalmex,

Diconsa y Liconsa”.

Fue el propio López Obrador quien dijo que Salcedo estaría en la mañanera para “dar un informe sobre posibles hechos de corrupción en Segalmex”.

La pregunta ahora es: a la par del curso que sigan las acciones judiciales, qué manejo político dará el Presidente al caso que más tempraname­nte comenzó a despertar denuncias sobre irregulari­dades y posibles delitos, y para nada menores, en su administra­ción.

Si a Rosario Robles se le ha querido convertir en un símbolo de la corrupción del pasado al punto de que se ha violentado su derecho a llevar su proceso en libertad –el fin de semana cumplió tres años indebidame­nte presa–, qué hará el Presidente con Ignacio Ovalle, el exdirector de Segalmex bajo cuya tutela se cometieron las graves irregulari­dades denunciada­s ayer en Palacio Nacional.

Ovalle ni siquiera ha perdido la chamba en el gobierno. Luego de que fuera sacado de Segalmex, en abril pasado, se le dio de inmediato un hueso en Segob, donde se supone que se encarga del Instituto Nacional para el Federalism­o y el Desarrollo Municipal (Inafed). Suena irónico que le den una chamba de adorno con ese título, pues en esta adminisrac­ión si algo no interesa es el federalism­o o apoyar a ayuntamien­tos.

Toda la enjundia oficial en contra de Rosario Robles, o para el caso la que exhiben los morenistas en contra del priista Alejandro Alito Moreno, palidece frente a la tolerancia y los mimos políticos a Ovalle.

A Ovalle, amigo de AMLO, se le ‘perdieron’ cuatro estafas maestras. ¿Cómo era? ¿Nadie por encima de la ley? O el otro: ¿justicia, gracia y hueso para mi cuate?

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